CAPÍTULO 7

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Narra Alec...

Esta sensación era extraña, tan placentera y sensual, pero extraña.

Sus labios recorriendo la línea de mi pulso de manera ascendente y descendente y sus manos acariciando mi pecho sobre la camisa hacían que mi cuerpo temblara y me hacia desear que esa boca fuera contra la mía.

Estuve por ceder a la tentación que representaban sus suaves labios hasta que...

-¿Que paso, Viejo?-Jace llego junto a la mesa con su celular en mano- madre esta mandándome mensajes como loca para que le contesté las llamadas y que te lleve a tu casa.

Mi cerebro seguía en shock, mire a mi alrededor tratando de ubicarme, no pude haberlo imaginado ¿o si?.

Habría creído que fue parte de mi imaginación de no haber encontrado con los ojos de Magnus. El cual abría los primeros botones de su camisa como si tuviese calor y me guiñaba el ojo relajándose en el sillón.

-Hermano- Jace chasqueó sus dedos en mi cara- ¿Que hago? Va a bloquear mi celular.

Junte las dos neuronas que no estaba usando para pensar en lo sensual que estaba Magnus para responderle.

-Apágalo- le dije sin dejar de ver a mi cita- Así no podrá molestarte más, Clary está aquí ¿no? Nadie más va a llamarte tan tarde en la noche.

-¿Tú, el señor responsabilidad, estas diciendo que no le conteste a nuestra fiera e histérica madre?- me miro boquiabierto antes de mirar mal a Magnus- ¿Que le hiciste a mi hermano?.

-Aún nada- bufo descontento pero sonriendo con burla- pero me gustaría cambiar eso pronto.

-Que asco, viejo- hizo una mueca mientras apagaba su celular- ¿Estas seguro, hermano? Esta rabiosa, podría simplemente contestarle y mentirle de que te estoy llevando a tu casa y...

-Llamara al fijo para confirmar que estoy allí y se va a cabrear aun más- resople con cansancio- Estoy harto de esto, Jace, quiero salir y fingir que soy persona normal por almenos unas horas sin tener que regresar a mi casa antes de que se haga de noche como un jodido niño de 10 años.

Los ojos de mi hermano se endurecieron con entendimiento y asintió guardando su celular apagado en su bolsillo.

-Entiendo, hermano -apretó mi hombro en apoyo- diviértete prometo que no le contestare.

-Yo lo haré lo prometo - me sentí algo incómodo- solo que... mañana.

-Claro- asintió.

En ese momento una atareada Clary llego con nuestro pedido; inmediatamente Jace la ayudo tomando la bandeja y las copas dejándolas sobre la mesa.

-Siento la tardanza chicos, mamá esta atareada en la cocina- dijo acomodando su cabello detrás de las orejas- disfrutenlo.

-Te llamare mañana- le dije a Jace.

-Mas te vale- me respondió mientras Clary se lo llevaba lejos de la mesa.

Narra Magnus...

Una vez estuvimos a solas solté un suspiro exhausto por todas las emociones que había sentido desde que fui a recoger a Alexander.

Mi chico era un torbellino de emociones, era increíble.

-Lamento haber arruinado nuestra cita- se disculpó con las mejillas rojas.

-Amor, no haz arruinado nada- acaricie sus largos y pálidos dedos- ¿Te gustaría contarme?.

-No mucho en realidad- apartó la mirada.

-Esta bien, cariño, en otro momento sera- tome un tenedor y pique un trozo de la lasagna acercandolo a sus labios- anda mejor compartamos esta delicia, no esperaras que arruine mi magnífica figura comiendome todo esto solo ¿o si?.

El sonrió un poco más animado y me permitió darle de comer. Disfrutamos de nuestro platillo favorito teniendo una amena charla; me sentí libre de hablar con él sobre mi vida, aunque no solía gustarme hacerlo.

-¿Eres de Indonesia?- Quiso saber mientras comía muy elegantemente.

-Aja- me serví otro trago- me fui de allí a los 16 años.

-¿Por qué te fuiste?-curioseo.

-Huí de mi padre- mis ojos se ensombrecieron.

Él pareció notar mi incomodidad y cambió inmediatamente.

-¿Y... extrañas algo de haya?-

- A mi Nana y a mi hermanita- sonreí con anhelo, me hacían falta.

-No sabia que tenias una hermana- me sonrió- ¿Como se llama?.

-Se llama Larissa pero la llamamos Lissy, pronto cumplirá 14- la hable con cariño.

-Tiene casi la misma edad que mi hermanito. Su nombre es Max y tiene 15- Su mirada se enternecio un poco- es difícil tener un hermano pequeño pero nunca los cambiarías ¿verdad?.

-Si- tenia la razón.

-La amas- aseguró.

-Con mi vida- asenti.

Igualmente él empezó a soltarse poco a poco, él siempre era tan hermoso y sincero aunque no puedo evitar disfrutar de los ligeros efectos que el licor tenía en él.

-...Y entonces Jace se quitó la ropa y empezó a correr por toda la cuadra como un loco- soltó una carcajada divertido.

-¿Tan drogado estaba?- él asintió sin dejar de reír, nunca había notado lo mucho que brillaban sus ojos cuando se reía.

-Lo buscamos toda la noche hasta que lo encontramos durmiendo en la fuente de un parque a unas calles de nuestra casa- Siguió su relato- madre le dio una tunda que no se le olvidara en su vida.

Ambos reímos con libertad y seguimos charlando mientras disfrutábamos de nuestra deliciosa cena. Claro que yo no perdía la oportunidad de coquetear con el y hacerle cumplidos.

Me sentía como un mocoso enamorado. Alexander era maravilloso, amable, guapo, inteligente y adorable.

Cuando acabamos de comer y discutimos por quien pagaría la cuenta (obviamente la pague yo). Lo ayude a subir a mi camioneta y condusi hasta su casa.

Cuando llegamos a su casa lo acompañe hasta la puerta.

-Gracias por todo, Magnus- me sonrió con un ligero rubor- fue una noche increíble.

-Gracias a ti, cariño- le guiñé mientras me inclinaba a su altura- Alexander quiero que sepas que me gustas mucho, cariño y lo digo en serio me gustaría que, si eso quieres me des una oportunidad.

Pude ver la duda en sus ojos por unos instantes antes de sonreirme con ligera timidez.

-Magnus ¿recuerdas que dije en el restaurante que me gustaría aunque sea fingir por unas horas que soy alguien normal?- me pregunto.

-Alexander, cariño, tu eres nor...-me interrumpió.

-Pues ahora hare algo que las personas normales pueden hacer...-se inclinó hacia adelante tomando mi rostro entre sus suaves y pálidas manos- besar a la persona que les gusta.

Cuando menos lo espere, el motivo de mis anhelos poso sus preciosos labios sobre los míos.

El amor no conoce de límitesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora