CAPITULO 1

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Alec

Muchas veces me encontré mirando al espejo y pensando ¿Qué hago aquí?, ¿Porqué sigo vivo?, ¿Cómo es que puedo seguir así?

Y muchas veces a pesar de la tristeza por no ser una persona normal como cualquier otra mi reflejo me a sonreído, agradecido por seguir con vida porque a pesar de estar atado a una silla de ruedas soy conciente de que tengo suerte, tan sólo hace falta pasearse por un hospital para saberlo.

Aún así la vida no a sido fácil, desde mis primeros años la noticia de que no podría caminar fue un golpe brutal para mis padres, el saber que su primogénito jamás correría por la casa llenandola de alegría tuvo que ser suficiente para que me dejaran a mi suerte pero ellos no lo hicieron, se quedaron a sufrir todo el proceso.

Años más tarde caí en depresión por mi condición y me consiguieron un hermanito, Jace llegó a mi vida para alumbrar el camino, nada volvió a ser tan terrible teniéndolo a mi lado, siempre me apoyó, me alentó y ayudó a salir adelante.

Izzy fue el regalo de Navidad perfecto para completar el equipo, nos hacíamos llamar los tres mosqueteros contra el mundo, un inválido, un adoptado y una chica hiperactiva, menudo trío el que hacíamos.

Fuimos felices, a pesar de que mis padres siempre me protegieron demasiado incluso llegando a lo exagerado, pero ellos siempre buscaron mi bienestar así que me fue imposible molestarme.

Crecimos en Oregon y toda la vida fui parte de este entorno rodeado de mi familia cuidando que a cada momento no me pasara nada, tal vez por ese motivo decidí independizarme, formar mi propia vida, recorrer sólo el camino.

No, no me dediqué a los deportes, tampoco fui una de esas personas dando conferencias por el mundo sobre superación personal, ese nunca fue mi estilo, sin embargo hice mi carrera como sociólogo a cambio de que mis padres me dejaran volar del nido.

Con ayuda de un fideicomiso que me dejó mi abuelo materno pude comprar una pequeña casa de un piso, reformarla haciéndola habitable para una persona con mis necesidades y abrir un café en la parte de enfrente.

Con esfuerzo y ayuda de mis hermanos me puse en marcha en mi pequeño negocio, atendiendo a las personas y escuchando sus problemas de 8 de la mañana a 8 de la noche, rápidamente me gane clientes habituales y todo parecía tranquilo y monótono en mi vida

Hasta que llegó él

Magnus Bane cruzó la puerta una mañana de invierno, pidió un café doble y mientras esperaba pacientemente a que preparara su orden entablamos conversación, cosas normales como el clima o la temporada de americano, no soy ciego y desde el momento en que lo vi me gustó como nada antes lo había hecho pero me bajé de esa nube al recordar mi condición porque ¿Quién se fijaría en alguien como yo?, exacto, nadie.

Aún así él se presentó al día siguiente y al otro y al otro, pronto se estableció una rutina y sólo con ver a ese oficial en su uniforme de la policía la vida se hizo un poco más llevadera.

- ¿Entonces esa es tu historia?

Pregunta el hombre del otro lado del mostrador, me insistió mucho para que se la contara y ahora creo que está insatisfecho.

- Así es, la gran historia de mi vida resumida a gran escala.

Sonrió comprensivo tomando lo último de su café para levantarse y poder irse

- Tienes que invitarme

Que yo recuerde no tengo ningún compromiso que requiera acompañante

- ¿Invitarlo a que?

Sonrió con picardía

- A la boda por supuesto, ese tal Magnus del que hablas debe ser un buen hombre, se te iluminan los ojos cuando hablas de él

Me avergonzó un poco su comentario al tiempo que me entristeció, eso jamás resultaría.

- Claro señor - dije con sarcasmo - Usted será el primero en recibir la invitación

Se carcajeó junto a otra risa que para vergüenza mía conozco demasiado bien

- Ya haciendo planes de boda y yo aún no estoy enterado, me ofendes Alexander.

Por un momento mi boca se trabó pero él era así, bromista de hueso colorado.

- Que quieres que diga, eres irresistible

Nos reímos aún más y el hombre pagó pero cuando ya casi llegaba a la puerta se detuvo.

- Jeremia Carstairs chicos, no se olviden de mi.

- No lo haremos

Respondimos mientras el hombre salia del local.

- Entonces, café doble, uno de vainilla, un americano, capuchino y moca para llevar

Él asintió prestando atención nuevamente mientras yo voltee a preparar la orden.

- Hoy te ves genial, el negro resalta tus ojos y el color de tu piel.

Me muevo con soltura por el espacio mientras hago lo que mejor se me da, café.

- Gracias, digo lo mismo de ti

Pongo su orden frente a él y espero mientras busca los billetes en su cartera.

- Quizá podríamos salir a cenar algo cuando terminen nuestros turnos

Dice pasándome el dinero. Quisiera, muero por una cita con él pero hay que ser realistas, sólo lo hace por educación y para quedar bien.

- Tal vez otro día, tengo planes

Asiente mientras toma sus cosas, yo sé que él sabe que miento pero no quiero que se sienta obligado.

- Bien, lo dejaré por hoy Alexander pero no esperes que me rinda, tendré esa cena contigo algún día

Me encanta su carisma

- Que tengas buen día Magnus, saludame a los chicos en la estación

Hace un gesto mientras se retira y puedo apreciar ese perfecto trasero por un segundo antes de que una clienta demande mi atención.

El amor no conoce de límitesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora