CAPÍTULO 8

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Narra Alec...

No había notado que estaba reteniendo el aliento si no fuese por que Magnus suspiro sobre mis labios.

Aquello me hizo temblar deliciosamente y me deje llevar probando los labios del sensualmente precioso hombre entre mis brazos.

Enterré mis dedos en su cabello buscando atraerlo aun más a mi boca mientras el me mordía los labios con lujuria.

Jadee recuperando el aliento que ese beso tan sensual me había quitado.

-¿Quieres pasar?- ofrecí sin querer dejarlo ir- podemos ver una película.

-Claro- me sonrió guiñando el ojo.

En otra ocasión no le hubiera permitido empujar mi silla hasta el ascensor pero estaba algo cansado por el montón de emociones que había estado experimentando en solo algunas horas.

No es que me quejará, he de decirlo.

Al llegar al segundo piso, yo vivía arriba de la cafetería, le mostré donde guardaba los CD de las películas y el DVD.

-¿Te molesta si te dejó a solas un rato?- le cuestiono- debo... asearme.

-Claro que no, cariño- beso mis labios- solo no tardes.

-Trataré- me sonrojo- tu puedes buscar la película que quieras ver, mientras.

Rápidamente gire las ruedas de mi silla en dirección al baño, encerrandome allí.

Con un suspiro no pude evitar tocar mis labios, aun estaba aquella sensación placentera en ellos. Sonreí, solo un poco.

Al volver a la realidad recordé por que había venido así que me apresure a asearme.

No quería admitir que me moría por volver con el lo antes posible.

Narra Magnus...

Pongo firma.

Oficialmente soy el hombre más feliz de la tierra.

¡Le gusto a Alexander! ¡Le gusto de verdad!.

Si mi tierno y dulce angel había tomado la fuerza en contra de su timidez para besarme de aquella manera, de definitivamente yo le gustó.

Atente a las consecuencias amor, ya eres mío.

Con curiosidad, decidí explorar su sala. No era nada fuera de lo común, un piso de soltero cualquiera.

No tenía mucho; un sofá, dos sillones individuales, una mesa, un estéreo, el DVD y la tele.

En las paredes habían fotos de muchas personas, entre ellas pude reconocer al rubio y el propio Alec de diferentes edades.

También habían varios títulos y reconocimientos. Aparte de su titulo de secundaria, pude ver un titulo universitario en gastronomía y varias medallas de arquería y artes marciales mixtas en diferentes categorías.

-¿Eres arquero?- le cuestiono desde la sala.

-Era- su voz sonó amortiguada por la puerta del baño- No práctico desde... bueno, ya sabes.

Antes de la silla...

Los dos lo sabemos, ninguno lo menciona.

Observe otro poco, entre sus libros se encontraban algunos viejos y empolvados álbumes.

Me sorprendió un poco aquello; si bien mi Alexander era un chico tímido que no gustaba de tomarse fotografías, el apreciaba mucho el significado de la amistad y la familia, no dejaría que los recuerdos de su familia se enpolvaran en una repisa.

El amor no conoce de límitesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora