Capítulo 11. -

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Galen se reacomodó la camisa una vez más antes de atarse los zapatos y sacudirse el pantalón. Estaba demasiado nervioso, así que decidió llamar a sus mejores amigos para que lo ayudaran, aunque sinceramente no habían servido de mucho como siempre.

Lenny se burlaba de él y Stephen le contaba lo horrible que sería el primer encuentro con la familia de su novia, sobre todo con el padre de ésta.

Galen nunca había tenido una novia formal, ni había conocido a los padres de sus "conquistas" así que esto era una señal. Sentía el estómago hecho nudos y le temblaban las manos. Quería culpar a la escases de Dopamina, pero claramente se trataba de sus nervios.

—Todo saldrá bien. — Lo alentó Lucy desde el sofá mientras mantenía al bebé sobre sus brazos. — Será difícil la primera vez, pero si eres buena persona, tus suegros te amaran. — Lenny hizo un extraño gesto al escuchar la palabra suegros y fingió vomitar.

—Tengo mucho miedo de no caerles bien. — musitó Galen acomodándose las gafas. — Es normal que me odien, salgo con su hija y soy casi once años mayor que ella. — suspiró fuertemente y negó por enésima vez. — Quizá piensen que soy un pedófilo o algo así.

Lucy carcajeó.

—Carlie es mayor de edad, casi cumple 19 años, y es demasiado inteligente, así que obviamente sabe lo que hace. — Se puso de pie y colocó su mano sobre el hombro de Galen. — Todo irá bien, y si no... pues tendrás el consuelo de que lo intentaste.

Cuando todos se fueron, él tomó las llaves del auto, y condujo con miedo hasta la casa de Carlie.

Era un vecindario tranquilo, compuesto por muchas casas similares con árboles y césped a fuera, un pequeño pasillo de piedra y una cochera mediana. Era un lugar bonito, pero justo en esos momentos hasta lo más mínimo le asustaba.

Se detuvo frente a la acera, detrás de una mini-van, se acomodó la ropa nuevamente y se encaminó por el pasillo de piedra. La puerta se abrió antes de que él llegara, y Carlie lo esperaba desde la puerta vestida con una falda color beige a la rodilla, una blusa negra, un suéter guindo y zapatos negros, llevaba el cabello recogido en media cola de caballo y se miraba hermosa, aunque la ausencia de sus gafas era algo desconcertante, pues acostumbraba llevarlos siempre.

Carlie sonrió ante antes él y lo hizo pasar.

La casa era aún más bella por dentro. Como ya eran principios de noviembre, la casa había sido decorada con foquitos multicolores y un enorme árbol de navidad en la sala de estar. Había juguetes regados en el suelo y regalos bajo el árbol.  Ella lo llevó por un pasillo y llegaron a donde él supuso, era la cocina.

Una mujer de algunos cuarenta años se encontraba limpiándole la cara a una niña pequeña, de algunos tres o cuatro años, la mujer llevaba el cabello negro suelto, y la pequeña niña era una copia exacta en miniatura de Carlie. Cuando la señora se percató de su presencia, se enderezó en su lugar y le sonrió, le extendió su mano y se presentó como Martha.

Una mujer demasiado joven se acercó con un bebé en brazos, era idéntica a Carlie, así que debía ser su hermana. Llevaba un vestido entallado y era realmente bonita.

No tanto como lo era Carlie para él.

El que iba de su brazo era su esposo llamado Erick, ella se llamaba Eurig, la niña se llamaba Ximena, el bebé era Owen y tenía solo seis meses de edad.

Por último, y no menos importante, pero sí quien más le preocupaba, entró su padre, un hombre de cincuenta años con aspecto cansado y serio. Las arrugas alrededor de los ojos lo hacían parecer desafiante, las canas en el cabello eran muy notorias, pero aún así, le extendió la mano y sonrió al verlo junto a su hija.

#1 La química del amor.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora