Epílogo.

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Años después.

Sasuke levantó sus gafas al frotar su nariz. Estaban por dar las nueve de la mañana y ya tenía cerca de cuatro horas de estudio en su sala. Su computador se encontraba encendido con el cursor de texto parpadeante, a un costado de varios de sus libros abiertos.

—Buenos días, Sasuke —escuchó la voz de su madre, que de inmediato se dirigió a la cocina.

Desde el año pasado había vuelto a Tokio, luego de que el familiar que había tenido que cuidar muriera.

Él únicamente alzó el rostro como respuesta sin dejar de prestar atención a lo que leía.

—¿En qué trabajas ahora? ¿Te preparo un poco de café?

—En mi tesis, lo sabes —dijo—. Y sí, por favor.

—La tesis, la tesis. Ni siquiera sé por qué lo olvido —dijo ella desde la cocina.

Sasuke no tuvo tiempo de concentrarse en escucharla. Se inclinó sobre su computador para citar una fuente cuando la puerta de su alcoba se abrió. Mikoto guardó silencio viendo a una joven salir despeinada y avergonzada. Sasuke prestó atención a su novia, quien vestía la minifalda y blusa del día anterior.

—Buenos días, señora.

—Buenos días, Izumi —le respondió Mikoto desde la cocina—. ¿Un café?

—Me gustaría, pero debo rechazarla. Debo volver a casa y ducharme para estar a tiempo para la universidad.

Cuando ella se inclinó a recoger su mochila a los pies de un sofá, Sasuke se puso de pie para despedirla.

—Saldré un momento —alzó la voz y posterior a eso, tomó a Izumi de la cintura y la hizo caminar al pegarse a ella. La joven alzó la voz para despedirse de su futura suegra.

Mikoto sonrió y luego continuó con el desayuno. Él cambió el abrazo de la cintura para rodearle los hombros a la joven que nunca dejó de reír. Se detuvieron hasta estar frente al coche estacionado fuera de su casa.

Ella se apoyó en la puerta del auto y acarició el cabello revuelto de Sasuke —¿Qué tal los avances?

Él puso sus manos en el techo del auto y negó —Continúan, supongo.

La joven le sonrió y se alzó de puntas para besarle los labios —Te saldrá genial. Siempre has obtenido lo que sea que te propones, recuérdalo —le guiñó un ojo antes de que él se apartara.

Sasuke asintió y pese al cansancio sonrió.

—Por cierto, gracias por lo de anoche —dijo y no se atrevió a llevar su mano más abajo de sus abdominales, donde le tocó, pese a desearlo.

Él respondió rodeándole el cuello en un abrazo. Era diciembre y hacía frio.

—Había pasado un tiempo desde la última vez —añadió la chica.

—Lo sé. Terminaré pronto con esto y estaremos mejor —aseguró al tocarle uno de sus mechones marrones.

—Espero que para entonces tu mamá deje de verme como una extraña.

Él sonrió.

—Lo hará. Nunca ha sido muy amiga de la idea de que tenga algo con alguien mientras estoy estudiando.

—¿En serio? ¿Te ocurrió antes?

La sonrisa de Sasuke disminuyó un poco —Hace tiempo.

Ella se acercó hasta pegarse a él —Espero que mucho, porque tenemos juntos más de tres años y sería decepcionante que...

Nunca tu noviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora