—Basta... Detente ya...—balbuceé cuando recuperé la cordura —. No está bien...
Sentí a Kentin alejarse lentamente y después de abrir sus ojos me observó con una intensidad que nunca antes había experimentado.
— ¿Qué... sucede?—preguntó en un susurro —. Quisiera alejarme pero no puedo...
Nuevamente sentí sus labios ávidos dirigirse a los míos, posándose en ellos por una fracción de segundo, sólo para después descender por mi mentón hasta deslizarse con suavidad sobre mi cuello, regalándome caricias que deberían ser ilegales, que rozaban lo celestial.
—Kentin... no... tengo que irme...—murmuré con un tono de suplica en la voz.
Él pareció notarlo y se separó, aunque a regañadientes, pero con la firme intención de no hacerme sentir más de ese modo.
—Lo siento...—musitó —, desde siempre había querido... Hacer esto. Siempre soñé con probar tus labios y... Ahora que al fin pude hacerlo... Lo prometo, son incluso más maravillosos de lo que hubiera llegado imaginar.
Creo que toda chica alguna vez en su vida habría deseado escuchar esa frase. Y ahora que me sucedía a mí ¿de qué otra forma podría reaccionar que no fuera devolviéndole al menos una sonrisa? Vi como las comisuras de sus labios se curvaban, imitando mi gesto, pero con una inocencia y transparencia arrolladoras. El castaño era una bomba de franqueza inverosímil.
—Dejaré que te vistas...—farfulló tomando la puerta de la ducha de la parte superior y abriéndola poco a poco como si deseara que lo detuviera. Dándome el tiempo necesario para arrepentirme y pedirle que no se alejara.
—Gracias... —Fue la única palabra que pude pronunciar porque de pronto una culpa invadió mi corazón.
Escuché sus pasos poco a poco alejarse de los vestuarios, y entonces me dejé caer derrotada por el cúmulo de emociones que me asaltaban el pecho. Me deslicé por la pared y terminé allí sentada pensando en todo lo que había sucedido: Por un lado, la sensación de temor al salir a las calles estaba volviéndose más intensa; y por el otro, me inquietaba la recuperación de Castiel. Sabía bien que él era bastante fuerte, pero aún me quedaba parte del miedo que, en mi opinión, cualquiera sentiría al enfrentarse a un acontecimiento de esta naturaleza.
No todo era oscuridad, a pesar de que estuviera preocupada y de que miles de cuestionamientos ahora mismo estuvieran revoloteando como aves danzarinas en mi pecho, tenía que ver la luz en ese túnel frío y desierto: Había vuelto al instituto, mi deseo respecto a esto estaba completamente cumplido. El siguiente rastro de luz en la lista era el saber que Castiel estaba bien, porque en medio del caos, todo había salido a la perfección. Seguí enumerando las buenas cosas, hasta que algo nubló mi visión optimista y me obligó a prestarle más atención: se trataba de Nathaniel. ¿Qué había sucedido? ¿Por qué de repente dejé de pensar en él y en su lugar la imagen del pelirrojo se presentó súbitamente? Moví mis ojos hacia la pared perdiéndome en ella como si tuviera escritas las respuestas que tanto necesitaba, y después de un momento de reflexión, me di cuenta que estaba queriendo a Castiel de una manera mucho más intensa que antes, pero que, aún así, no podría compararse con lo que Nathaniel despertaba en mí.
Suspiré, y traté de visualizar al guitarrista como novio, pero aún imaginándolo, no lograba cumplir con mis expectativas. Toda la vida había soñado con el estándar de chico atento, romántico, atlético, detallista, honesto, responsable y adorable. Podría decirse que Castiel estaba muy lejos de varias de esas categorías. Nathaniel en cambio era tierno, responsable, inteligente, honesto y guapo, pero indiferente... Para el chico yo no existía, porque... Después de todo, él estaba con Melody. ¿Cuánto tiempo llevaban saliendo? No lo sabía, pero lo averiguaría pronto.
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Princesa de papel
Fanfiction¿Hasta dónde eres capaz de llegar por alguien? ¿Cruzarías los límites de la cordura? Descubre la delgada línea entre el amor y la obsesión. Princesa de papel, el lado oscuro del amor.