XII Confesiones

8 0 0
                                    

El tono con el que se había dirigido a mí era tan frío que pudo haber congelado el mismísimo infierno.

—Significa que no confías en mí. —murmuré con algo de irritación producto de la manera en la que me hablaba. Mi mirada aún no se atrevía a enfrentarlo.

— ¿A qué te refieres? Esto no se trata de confianza, se trata de que me expliques lo que dice aquí.

—Es exactamente lo que quiero decir —Me aventuré a observarlo con algo de desdén—. Pero comprendo que al no estar enterado de mi vida creas más en la sección de un periódico —Di vuelta hacia la salida, no tenía razón alguna para permanecer en ese lugar.

—Aguarda —La extremidad del castaño se aferro fuerte sobre mi brazo haciéndome detener al instante y girar mi rostro para encararlo —. No puedo dejarte ir sola sabiendo lo que sucedió, te acompaño a casa.

— ¿Y si no es a casa a donde voy? —cuestioné.

— ¿A qué otro lugar irías?

—Si estás enterado de todo, sabrás que Castiel está herido.

— ¿Castiel? ¿Enterado de todo? —Sopesó mis palabras durante una fracción de segundo y su semblante pareció endurecerse —. Tu madre sólo me habló de lo peligroso que sería dejarte sola con tanta inseguridad. No mencionó nada sobre ese tal Castiel.

—Pues ese tal Castiel está herido producto de un malentendido y quiero verlo... —Mi voz fue extremadamente cortante pero el castaño pareció inmutable, completamente inmóvil ante mis argumentos.

— ¿Qué fue... Lo que pasó esa noche? —inquirió aún sin soltarme —. ¿Por qué quieres estar con él?

~Narrador: Castiel

Definitivamente estaba mucho más cómodo en mi departamento; aquí no tenía a nadie que me estudiara con la mirada, ni estaba obligado a permanecer encerrado como preso iracundo en una sola y aburrida habitación. Los médicos me recomendaron un montón de medicina antiinflamatoria y limpiezas diarias en el vendaje para evitar que se infectara.

Lysandro se había quedado en mi departamento desde que logramos salir del hospital, y nos dedicamos desde entonces a componer rítmicas de canciones y letras para no pensar en todo lo que ocurrió veinticuatro horas atrás.

Me recomendaron no comer alimentos que contuvieran mucha grasa, pero en mi departamento no había más que paquetes de papas fritas, jamón, queso y salchichas. No era de mi agrado perder mucho tiempo cocinando, así que prefería tener ese tipo de cosas rápidas de preparar. De hecho, ahora mismo ambos mirábamos la televisión con un paquete de papas fritas y un hot dog casero que preparó mi amigo.

Demonio, mi perro, echado en el sillón con notable desidia, olfateaba el aire y dirigía su mirada hacia mí en búsqueda de un trozo de salchicha.

—Buen intento —Un par de caricias sobre su cabeza fueron la respuesta a sus peticiones. Sin embargo, cuando se trataba de mi fiel compañero, siempre terminaba cediendo—. Está bien, sólo un poco —Corté un trozo de lo que quería y se lo acerqué al hocico.

—Parece que habrá un concurso musical —La voz de Lysandro hizo que mi atención se centrara en la televisión y que estuviera atento al anuncio —. Tendremos que enviar un demo, anotaré la dirección —Buscó dentro de sus bolsillos pero tal como me lo temía, su libreta no se encontraba allí.

El comercial terminó y no logramos nuestro cometido.

—Bien, busquemos algo más en que escribir y esperemos a que vuelvan a pasar el anuncio —Propuse.

Princesa de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora