Los días siguientes a mi ataque fueron borrosos y bastante confusos. Mi cuerpo y mente estaban tan agotados que lo único que hice, fue dormir. Me olvidé por completo de mi trabajo, de salir, de socializar, lo único que quería era un poco de tiempo para mí misma.
No me presionaron por suerte, me tomé todo con calma, pero él siempre estuvo a mi lado, como ahora. Observo a mi derecha y veo a Kiran sonriéndome.
_ ¿Tienes tiempo hoy? Quisiera enseñarte algo - murmura con la boca llena de panqueques.
Hago una mueca de asco y luego esbozo una pequeña sonrisa. Siento la mirada taladrante de mi abuela justo en nosotros, pero prefiero evitarla.
_ Sí, ¿Qué quieres hacer? - respondo. Un jadeo se oye y ambos giramos. Mi abuela sostiene una taza en sus manos y la boca tan abierta que podrían incluso entrar insectos en ella. Parpadea sorprendida durante segundos para luego girar su rostro. - ¿Y bien? ¿Qué haremos hoy?
Me dedica una sonrisa traviesa y continúa con su desayuno. Niego con la cabeza y no le presto demasiada atención.
Hoy es un día bueno. Luego de muchos días malos, hoy desperté con ganas, lo cual no sucedía mucho últimamente así que intentaría hacer lo que fuera que Kiran deseara.
Al principio, cuando los días comenzaron a pasar y sobrepensé demasiado el hecho de que él intentaría ayudarme cuando no le corresponde esto, cuando no le corresponde lidiar con mi enfermedad, con mis trastornos, pensé en decirle que se diera por vencido porque sería estúpido y una pérdida de tiempo porque jamás sanaré por completo. Y entonces me pidió pronunciar el nombre de mi madre.
No he dicho su nombre en años, ni siquiera podía pensarlo sin llorar horas tras horas, y cuando él me lo pidió, sucedió lo normal. Lloré por horas, incluso en mis sueños lloraba, pero al despertar, algo en mí era distinto.
Es como si una de las miles de mochilas que tengo en mi espalda, se hubiera marchado.
Fue liberador. Los días siguientes me desperté pensando en ella, en su nombre, en las cosas que solían gustarle y no lloré ni una sola vez. Nunca vinieron a mi mente las imágenes de la tragedia, no la ví como una víctima en mis pensamientos, sino como lo que solía ser. Mi madre.
La mujer radiante y hermosa que me despertaba siempre con una sonrisa, quien preparaba panqueques especiales por mi cumpleaños, quien cada navidad solía colocar en mi bota mi chocolate especial.
La vi a ella, no a lo que la denigraron.
Lanzo un suspiro pues su recuerdo me pone algo melancólica. Capto la atención de Kiran e inmediatamente, su mano presiona levemente la mía.
Él siempre está aquí... siempre.
Terminamos el desayuno y como los días anteriores, Kiran no va al trabajo y tampoco yo, pues él tiene una licencia como permiso y yo tengo mi parte médico, al menos por ahora. No dice una palabra cuando comienza a encaminarse hacia su casa.
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Entre Venus y Marte (AQS #3)
Romance¡Tercer libro de la serie Amores que Sanan! #1 en Fe. 23/10/2020 Venus se está ahogando. Con palabras que no puede decir, un pasado que se niega a afrontar y un futuro que no quiere admitir. Ahogando sus penas en alcohol y drogas, Venus ha callado...