33|| No Lo Olvides.

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Kiran va a marcharse

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Kiran va a marcharse. Es lo único que sé.

Su abogado se puso en contacto conmigo, tal como dijo, para asegurarse de que las transferencias fueran hechas en tiempo y forma. Ahora soy la dueña de todo, aunque no le he contado nada a mi abuela, Kiran me dejó un patrimonio de alrededor un millón de dólares con cada caballo y hectárea del terreno.

Nada de eso compensa el hecho de que voy a perderlo.

Mucha gente ha entrado y salido de mi vida como si nada, y jamás me importó. Con él es diferente, porque me siento tan mal todo el tiempo, como si ya se hubiera ido cuando la realidad es que está encerrado con su casa desde el día en que me trajo.

Cada hora, cada minuto que pasa, es otro minuto en el que estoy más cerca del día en que se marcha. Y no quiero que llegue, pero tampoco hago nada por evitarlo.

Lo rompí, sé que con cada decisión que tomé hasta el momento de la sobredosis, siempre recurrí a él como mi seguro. Fue mi chaleco antibalas todo el tiempo, y no fue justo. Puse demasiada responsabilidad sobre sus hombros, demasiadas tensiones que no le correspondían y terminó culpándose a sí mismo por mis decisiones.

No fue justo. Él merece más de lo que tuvo conmigo, mucho más de lo que podría tener alguna vez a mi lado, porque sé de lo que soy capaz, y lo que puedo dar no llega ni siquiera a cubrir la cuarta parte de la felicidad que merece.

No soy buena para él. Lo demostré varias veces. Su madre tenía razón, a mi lado no tiene ningún futuro más que hospitales y doctores hasta que haga las cosas bien y termine con mi vida. No lo merezco, porque es demasiado para mí.

Los días pasan y no le veo la cara. Trato de hablar con mi abuela pero evita el tema siempre. El abuelo ni siquiera quiere hablar conmigo, solo me sonríe como esperando la próxima locura de mi parte. Steven ronda la casa como si fuera a robarla, y duele admitir que me agrada el que se haya quedado. Al menos ahora.

Desde que regresé, solo me he quedado en mi habitación. Como aquí, estoy todo el día encerrada, pensando, observando hacia la casa de Kiran, esperando verlo siquiera unos segundos, pero nadie entró o salió de esa casad desde que regresamos.

Soy una cobarde, tiene razón. Otra chica en mi lugar ya hubiera luchado por él, por hacer que se quede o por obligarlo a llevarme, pero yo no. Yo solo le pedí que se fuera y no regresara por mí.

Me duele que me haya escuchado.

Me observo al espejo, trato de no mirar demasiado las secuelas de mis ojos, todavía un poco enrojecidos, o mis brazos amoratados por tantas inyecciones e intravenosas. El cuello me duele por el tubo que pasó por mi garganta, y mis pulmones arden un poco al respirar.

Quiero saber qué pasó, quiero saber todo lo que pasó ese día pero tengo miedo de preguntar, porque sé que las cosas se fueron al carajo desde el momento en que salí de esta casa.

Entre Venus y Marte (AQS #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora