Capítulo 3

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Silencio.

Es lo único que se escucha por todo el castillo.

Me encanta el silencio, es tan relajante y asombroso.

Recuerdo que hoy van a llegar unos brujos a firmar un tratado de paz, su líder es un hombre muy ermitaño pero con unos cuantos trucos se ve muy joven, casi de la edad que aparento.

Se rompe el silencio en el que estaba con el ruido que hacen los carruajes que ya casi arribando en la gran puerta del castillo.

- Ya están por llegar los brujos, mi reina.

- Gracias James, puedes retirarte- y con una reverencia se marcha del que ahora es mi despacho.

Me levanto del escritorio, dejando la copa de plata con los restos de la sangre que estaba tomando y voy a recibir a mis invitados.

- Mi reina, tanto tiempo si saber noticias suyas- la voz de Omar es neutra - espero que los lazos que ahora formaremos no se acaben pronto.

- Te doy mi palabra de que eso no pasará.- la tranquilidad era notable en mi voz aunque por dentro estoy ansiosa por lo que planeo hacer.- Necesito que entre líderes conversemos en privado a cerca de algunos detalles del tratado de paz entre brujos y vampiros. Acompañeme a mi despacho si no es mucha molestia, por favor.

- Como usted deseé, reina.

Estábamos caminando a paso un poco lento pero nos desviamos del camino hasta llegar a unas habitaciones disponibles que estaban cerca.

- Creo que está es una mejor forma de cerrar un trato, ¿no lo  creés, Omar?- no espere a que me respondiera por que ataque sus labios con fiereza y pasión.

Lo tiré a la enorme cama que estaba en medio y él intentó tocarme pero lo alejé.

- Solo observa Omar.

Me quité la corona real, dejándola en algún lugar de la lúgubre habitación, proseguí quitándome el incómodo corsé al igual que el enorme vestido quedando así completamente desnuda.

- Exquisita- susurro

- Ahora es tu turno de deleitarme con las vistas- órdene.

Lo hizo tan rápido como pudo, incluso yo diría que algo desesperado.

Cuando quedamos en iguales condiciones lo volví a arrojar a la cama y me posicione arriba de su miembro pero sin que me llegara a penetrar.

Ambos gemimos por mi acción, me exito el sonido que salió de los labios de mi amante al repetir el movimiento, seguí balanceandome sobre la polla de Omar, torturandolo hasta que cuando ya casi eyaculaba me detuve y él soltó una maldición.

- Te arrepentirás de haberlo hecho Agatha.- su voz se escuchaba frustrada

- Así- casi que lo gemi- entonces hazme desear arrepentirme.

Y así lo hizo.

Me tomo de la cintura y me levanto para ponerme sobre mis manos y rodillas.

- Baja la espalda, y enséñame eso que llevas entre las piernas.- lo hice.

Me penetro tan fuerte que sentí que me partiría en dos, tal y como me gustaba. Sus embestidas fueron aumentando la velocidad y la fuerza hasta que yo terminé cayendo por tan maravilloso clímax. Pero Omar no se detuvo, salió de mi vagina para luego con mis propios jugos lubricarme el culo, me volvió a penetrar con dureza, al principio me dolió un poco pero me fui acostumbrando.

-¡ Ah, Omar!, quiero que me des más fuerte.- casi que lo grite.

- A sus órdenes mi reina.- Me estaba poseyendo como si su vida dependiera de ello, hasta que ambos caímos rendidos y con la respiración agitada, pero yo me recuperé antes que él y nos gire , yo quedando arriba.

Me dejé caer a lo largo de su pene he hice círculos con mi cadera, cada vez más rápido, hasta que no me di cuenta que estaba dando saltitos sobre su miembro, él se sentó aún conmigo moviendome y nos acostó de lado, subió mi pierna y empezó de nuevo la acción.

- ¡Oh!, Omar, más, más, más rápido. Mmm.

Llege a mi tercer orgasmo, gritando de placer.

- Así es como se cierra un trato. - mascullo con la respiración agitada.

- En la mesa del fondo está una toalla y un recipiente con agua para que te limpies, cuando salgas vas a mi despacho.- me vestí rápido con mi súper velocidad y salí camino a mi despacho, aún tenía asuntos pendientes.

- ¡James!- medio grite a mi subordinado.

- Dígame, mi reina.- contesto a los segundos.

- Diles a mis hermanos en cuanto vuelvan de cazar que necesito que hablemos, al igual que los acompañantes de Omar, y dile a Jane que prepare mi baño, solo eso, puedes retirarte.

- En seguida, mi reina.- así como vino se fue.

Estaba leyendo unos papeles cuando siento los pasos de Omar muy cerca, ya sé había tardado mucho aseandose.

- Puedes pasar Omar- dije antes de que tocara la puerta. Cuando entro le pedí que se acercara y que cerrara la puerta.- esto de aquí es nuestro tratado de paz, necesitamos dos testigos de cada especie y por supuesto la firma de los líderes.

- En cuanto firmemos esto,¿ sabes que muchos seres se pondrán furiosos?.- pregunto con duda.

- Ya no podemos vivir más entre humanos, la mayoría de vampiros que no son transformados por mí o que no nacen siendo vampiros, no resisten salir a la luz del día por que eso les quema la piel y como su reina es mi deber hacer que el problema desaparezca.- mi voz sonó muy firme el decir el pequeño discurso.

- Si, pero crear un nuevo mundo donde todos se puedan adaptar es una solución muy drástica.- dijo con preocupación.

- A demás- agregue- cuando mi plan de unir a todas las razas o al menos la mayoría  se cumpla, necesitaremos un lugar donde vivir con tranquilidad sin estar alertas por si un humano nos descubre.

- Tienes razón Agatha, un nuevo mundo sin humanos, sería como respirar de nuevo sin sentir miedo de que te maten o experimenten con tu cuerpo.- hasta aquí podía sentir la nostalgia de emanaba de él.

Estaba por hablar cuando entra Abdel corriendo y rodando por la alfombra.

- Identifiquese o lo mató- dijo Abdel apuntando a Omar con lo que parecía un cuchillo de plata.

-Abdel, ya deja en paz a Omar.- entro Volker seguido de los acompañantes de Omar.

- Solo quería defender a la reina de los malos- hizo un gesto gracioso con los labios, quería reír con Volker pero mantuve mi rostro tranquilo.- Pero creo que no puedo hacer nada en contra de los feos.

- Pero si Omar es muy apuesto- replicó Volker.

- Si tú lo diceees,- pero volteó a ver a Omar con una sonrisa inocente.- Es mentira Omar, todos aquí sabemos que eres muy guapo.

Todo este tiempo el susodicho mantuvo una pequeña sonrisa en el rostro.

- No te preocupes Abdel, yo sé que mi belleza a veces puede ser motivo de envidia para algunos.

No pude aguantarme la risa al ver la expresión indignada de Abdel.

- Pero como te atreves, ¡cortenle  la cabeza!- grito mi hermanito.

Ignorandolo prosegui a hablar:

- El tratado ya está hecho, solo necesitamos la firma de dos testigos de cada clan para que el documento quede autentificado.

En cuanto se terminó todo ese papeleo nos dirigimos al salón a celebrar nuestra alianza. Cuando los cien brujos creen el nuevo mundo tengo planeado que Volker quede acargo del reino y yo me quede en este mundo para supervisar los seres que decidan quedarse aquí o los que crucen los portales, a Abdel lo voy a dejar a cargo del ejército sé que el sabrá entrenar muy bien a todos los soldados. En los más de seiscientos años de inmortalidad de los chicos han pasado muchas cosas, algunas más desagradables que otras pero no fueron en vano todo eso nos dejó experiencias y de ellas aprendimos y seguiremos aprendiendo.

La lujuria de la reinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora