Capítulo 11

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Mikahil

- Señor, aquí le traigo los documentos que me pidió.

Ignoró lo que dice Ruth y la atrapó entre mis brazos.

- ¿Qué te parece volver a repetir lo de anoche, Ruth?- susurró en su oído, me encanta la voluminosa figura de mi secretaria, tiene la curvas muy pronunciadas y en los lugares correctos.- ¿Te gustaría?

Siento como se estremece y su respiración se agita.

Apenas en un jadeo logró identificar una respuesta afirmativa y es todo lo que necesito para continuar.

La tomo de la mano y nos dirijo hacia mi escritorio, en donde una vez sentado subo la falda de mi secretaria y subiendo ambas piernas a mis costados logró que se siente sobre mi masculinidad.

Un jadeo sale de mis labios al sentir la presión y la humedad que ejerce Ruth contra mí. Ella se sujeta de mis hombros mientras que sosteniendo sus caderas empiezo a moverla pausadamente, beso la comisura de sus carnosos labios y voy bajando hasta el primer botón de su blusa, y sin dejar de moverla con una mano logró soltarlos todos y seguir mi camino de besos hasta el inicio de sus pechos, no me decido a cuál atender primero, así que lo haré por instinto, acarició todo su busto y termino atrapando su pezón, donde le muerdo fuertemente ocasionando que un grito de satisfacción salga de los labios de mi amante.

Me dirijo al otro seno y repito todo el proceso, cuando ya no aguanto más el dolor de la erección, tumbó con rudeza a Ruth en mi escritorio y lentamente le voy quitando sus bragas, le doy pequeños besos en sus piernas y logró hacerla temblar, ella intenta tocarme pero inmediatamente tomo sus manos con una mía y las pongo encima de su cabeza.

- No me toques, Ruth, - los gemidos de mi secretaria se detienen un poco- sabes que no me gusta que lo hagan.

Con la mano sobrante le abro las piernas y me deshago de mi pantalón, una vez puesto ya el condón tomo de nuevo a Ruth y le tomo de las caderas donde empujo con fuerza para que nuestros cuerpos se unan, las embestidas con cada vez más fuertes, acarició un poco más fuerte el clitoris de mi secretaria, la mujer en mi escritorio no deja de lanzar gemidos que inundan toda la oficina y por un momento cierro los ojos pensando en cierta albina de hipnotizantes ojos.

Aumento el ritmo de las embestidas, ignorando todo lo que hay en mi alrededor, siento como mi secretaria deja la tensión y supongo que ya alcanzó su propia liberación, la velocidad conque arremetó el cuerpo debajo mío es inhumana y en menos de unos minutos obtengo un orgasmo.

- Eso estuvo increíble, Señor Dostoyevski- me sorprendo al escuchar una voz distinta a la de Ruth, y dirijo mis ojos a la mujer debajo de mi,...es Agatha Brückner. ¿¡Pero qué diablos!?

¿Qué está pasando aquí?

Veo como todo a mi alrededor se derrite y un dolor empieza a emerger en mi cabeza. Parpadeo varias veces hasta que al fin logro enfocar la vista en un punto de la habitación.

- Espero que no le moleste que le pidiera a su secretaria una taza de café.- Agatha está sentada en el sofá que hay en mi despacho, creo que estaba demasiado cansado y me quedé dormido. Aclaró mi garganta antes de hablar:

- Señorita Brückner, cuanto tiempo sin verla.- ella solo se dedica a verme sin decir nada, decido continuar - Lamento mucho las circunstancias en las que nos vimos la última vez y espero que no queden rencores.- digo, recordando la vez que mi padre ofreció una recompensa por secuestrarla, los cazadores pueden ser mejores que los humanos promedios pero siguen siendo humanos, y su sed de dinero no cambia.

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⏰ Última actualización: Jul 27, 2020 ⏰

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