Parte 3 ~ La cornucopia y la primera sorpresa.

61 5 0
                                    

Tenía la respiración agitada mientras me elevaban hacia la Cornucopia, mi pulso estaba muy acelerado mientras observaba a mis oponentes, de pronto sonó el GONG y mis pies automáticamente empezaron a correr hacia la Cornucopia, era mucho más rápido que los demás a pesar de que tropezaba con cada rama. Tomé una mochila de color amarillo y me apresuré a tomar dos lanzas, una en cada mano. Cuando me giré otros dos tributos estaban llegando, cómo ellos no tenían armas amagué con mis lanzas por lo que estos se lanzaron al suelo, corrí evitando a todos los tributos hacia el bosque hasta llegar al cansancio.

Varios días después de la cornucopia, me encontré en una zona de bosque extremadamente húmeda y asquerosa... Un aroma pantanoso me provocaba vomitar, esto siguió hasta que sentí algo que me absorbía a mis pies cuando intenté avanzar. Ahogué un grito para no llamar a los tributos, procediendo a calmarme para salir de esta. Suspiré varias veces hasta estar calmado y poder jalarme hacia la tierra firme. Perdía mis esperanzas ya que al principio no tenía mucho efecto... Mi vida parecía ser una vela. Con un poco de aire se apaga. Aún así intentaba lo que fuese por sobrevivir.


Solté un quejido cuando al fin logré librarme del pantano, olvidándome de su horrible aroma y lo difícil que era caminar con eso. Quería escapar no me podría encontrar en esa zona con pantanos tan pegajosos, así que corrí en línea recta.. Lo que sea para sobrevivir... Encontré una cabaña, tenía varios agujeros en el techo y una madera en decadencia, muy usual en las zonas pobres del distrito 7. Ingresé en la cabaña con las esperanzas de encontrar algo de comer, pero sujetando mis lanzas correctamente en mi mano derecha en caso de ataques.

Al entrar noté una mesa, que a diferencia del resto de la cabaña, estaba en perfecto estado con algunos objetos que lucían bonitos. La que más me llamó la atención fue un tipo de bola roja, nunca la había visto antes, pero parecía apetitosa. Me acerqué y la tomé con mi mano derecha, dándole un mordisco para ver a qué sabía. Al instante me di cuenta que era esponjosa, pero que no tenía ningún sabor... No era comestible.

Segundos después de ese momento, escuché una risa de ultratumba. Una risa que erizó todos los vellos de mi cuerpo, aterrorizan dome totalmente. Una figura se paró en la puerta, tenía largos dientes filosos al igual que un rostro horrible y rugoso. Tenía un tipo de afro rojo y unos exagerados zapatos rojos los cuáles eran gigantes. El gritó, al hacerlo, instantáneamente grité también, de una forma aún más estruendosa. Escuché lluvia fuera de la cabaña y un rayo chocando contra algún árbol cercano. Ese ruido me llevó de vuelta a la realidad. Corrí hacia el payaso y le enterré una de mis lanzas en su pecho. El se pegó de la pared pero aún se reía. Alargó su mano izquierda y me rajó con lo que parecieran ser unos guantes rojos con puas. Grité de dolor al sentir lo tibia que era mi sangre. El se lamió los labios al ver mi sangre, eso me exaltó y enojó, procediendo a llevar mi lanza hacia su garganta. Al atravesar la, el puso una mueca de horror y dejó de reír, sólo que aún estaba vivo. Me agarró por los hombros y me estampó contra la pared contraria con un fuerte empujón. Se quitó mi lanza y la lanzó al suelo con enojo. Esbozo una sonrisa exagerada y terrorífica mientras corría hacia su presa..
— ¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO! — Me levanté cuando vi que se acercaba, embistiendo con toda la fuerza y masa de mi diminuto cuerpo. El cayó al suelo, clavándome sus púas en la espalda.

— Agh, maldito. — El enojo me llevó a pegarle un puñetazo en la mejilla derecha, el puso una mueca de sorpresa y volvió a sonreír de esa manera escalofriante. 

Grité en su oído de la desesperación, procediendo a ahorcarlo. El arañaba una y otra vez mis hombros para que le soltará... Cuando escuché su último quejido, enterró totalmente sus púas en mi espalda.
Gemí por el dolor, llorando a la vez por la muerte reciente que ocasioné.
—  Nunca quise que nadie muriera.... — Sollozaba mientras quitaba sus guantes con púas de mi espalda. Me levanté del suelo, sintiendo como la cálida sangre tintaba mi ropa de un tono carmesí.

Sentí el olor a hierro de la sangre en mi nariz mientras dejaba la cabaña algo adolorido. Esperando sobrevivir los demás días al igual que este. 

— De todos modos... ¿Qué rayos era eso?

The 55th Hunger Games.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora