𝚐 𝚊 𝚗 𝚍 𝚒 𝚊.

6.7K 177 148
                                    

César Gandía.

César Gandía

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Terror era lo único que se sentía en el Banco de España en esos momentos. Con un loco suelto y dispuesto a cualquier cosa, estábamos toda la banda con miedo en el cuerpo.

Yo iba junto con Denver por todas las salas habidas y por haber del Banco, un tanto separados. Yo no lo quería reconocer, pero el miedo recorría cada poro de mi piel al pensar que le podía pasar algo a Denver o a Río.

-Seúl, Seúl.

-¿Profesor, sos vos? Se te escucha entrecortado.

-Seúl, no hay tiempo que perder. Gandía tiene una habitación del pánico, y os tiene vigilados a todos. Tienes que reunir a la banda, no os separéis.

Vi una sombra de una persona que estaba detrás mía. Pensaba que era Denver, pero cuando me vine a dar cuenta, Gandía me golpeó con su rifle en la cara, tirándome al suelo.

-¿Seúl, estás ahí?

No pude responder, y noté como el escolta me cogía en brazos. Lo veía todo absolutamente borroso, y no tenía ni fuerzas para soltarme de su ligero agarre.

Cerré los ojos y notaba cómo me llevaba a algún lado, pero cuando volví a abrir los ojos, estaba atada de pies y manos con cadenas y sentada en una silla. Un encierro en un encierro, curioso.

Moví las manos, obviamente para nada, porque era prácticamente imposible soltarme. Gandía se aseguraba de atarme bien, pero yo tiraba y tiraba.

-Estate quieta, niña.

Gandía se sentó en una silla, y se acercó a mi. Nos quedamos mirándonos por unos segundos, y me acerqué a él.

-¿Qué carajos estás haciendo?

-¿No lo ves? Te he secuestrado, y ahora estás atada.- Respondió, acompañado de una risa.

-No me rompas las pelotas, ¿por qué no me has matado? ¡Asesino!

-No te equivoques, no soy un asesino. Te he traído aquí para poner nerviosos a tus compañeros, y ya de paso nos conocemos un poco.

Dicho esto, Gandía me acarició la cara lentamente, aunque intentaba apartarme.

-Pon el aire por lo menos. Si no me matás vos, me voy a morir de calor.

-Si lo pongo, descubren donde estamos.

-Vaya. Y eso sería un horror, ¿cierto?

Me reí durante un rato, pero en cuanto Gandía se acercó a mi, paré.

-¿Te abro el mono? Así estás más fresquita, no nos podemos permitir la falta de higiene.

-Tocame y sos hombre muerto.

La Casa de Papel || One Shots.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora