3 | Regalos anónimos

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Quizá no me creerías si te digo que duré toda la noche pensando en mi suplente de literatura. Pensaba una y otra vez en sus ojos, y deseaba mucho que la fractura de Alex fuera lo suficientemente grave como para que Bryan se quedara por un tiempo en el instituto. Aunque eso al mismo tiempo me hacía sentir muy mal. A pesar de lo sangrón que fuera Alexander sería incapaz de desearle algo así a alguien.

Ese segundo día fue algo fuera de lo común porque me atreví a ser un poco más expresiva con Villanueva, aunque él no supiera que era yo. Seguramente se esperaba esas cosas de alguna chica de la clase, aunque nunca lo demostró. Lo que pasó fue que quise dejarle un durazno en su escritorio con una nota que decía: «Para el más sexy profesor de literatura.» 

Si soy sincera - muy sincera - no me creí capaz de esto en ningún momento. Todo sucedió anoche cuando llame a Jennie alrededor de las dos de la madrugada y me incitó a hacerlo. Bueno está bien, yo tampoco me opuse demasiado porque me pareció buena idea a pesar de que jamás ideamos un plan B, en caso de que Villanueva me descubriera poniendo el durazno o la nota; de igual modo no sucedió.

- Deberías hacerlo a diario. Quizá y así cuando te descubra sea muy tipo ¡Ay "_____" Hidalgo! ¿En serio me diste todas esas cosas? - a pesar de que no podía ver a Jennie, sabía perfectamente las muecas que hacía con su boca tratando de imitar a Villanueva. Y sí, Bryan pronuncia mi nombre como "_____". Yo sólo reía desde el otro lado de la línea - Siendo sincera _____, no sé si este hombre te de besitos algún día. Digo, empezando por el hecho de que ni siquiera sabemos si le gustas.

Ahí callé y pensé en que todo lo que decía era verdad.

- Además, ¡estás en la prepa! ¿Estaría bien si sales con un hombre que podría ser tu hermano mayor?

- Al menos mi hermano mayor y no mi padre.

- Bueno eso sí. - respondió. - Igual haz lo que te dije a ver si funciona.

- Lo haré Jenn, nos vemos mañana.

- Adiós cariño.

Y ambas colgamos aunque yo me quedara con el teléfono pegado a la oreja como si la llamada siguiera.

Lo que pasó después es que no sólo hubo un durazno, hubo golosinas e incluso algunas rosas que recogía del jardín de la señora Billings aunque ella jamás se diera cuenta - y menos mal eso no sucedió.- Siempre dejaba esos regalos encima del escritorio de Bryan antes de que cualquier otra persona se diera cuenta, junto con la misma nota de siempre. Por suerte la suplencia de Bryan se extendió por algunos meses hasta que Alexander se sintiera totalmente bien y eso tomaría un tiempo porque aún necesita medicamentos y le recomendaron hacer ejercicios. Sé todo eso por Bryan. Si algo no he contado es que Bryan admitió ser sobrino de Alex, algo que no me cayó tan de sorpresa debido a que ambos son muy apasionados por la literatura y eso era mucha coincidencia. Además de que Bryan siempre decía cosas como: «Ha sido un día muy tedioso», «creo que estoy exhausto» o «hay mucho bullicio a mí alrededor», cosas que sólo Alexander solía decir. Creo que se ha notado lo tanto que he pensado en el profesor de literatura ésta semana.

Bryan nos ha mandado a leer nuestro poema que Alex nos había encargado semanas atrás y la verdad es que morí de miedo cuando dijo que le encantaría escucharlos. No me tomé el tiempo para hacerlo, además pensé que con todo eso de un nuevo profesor las viejas tareas quedarían olvidadas.

- Hidalgo.- dijo Bryan. - Tu turno.

Yo en ese momento me paralicé aunque di por expresión una sonrisa sátira. Todas las miradas caían en mí debido a que me llamaban una y otra vez y no me levantaba de mi asiento. Jennie desde una esquina me daba una seña donde pasaba su dedo índice sobre su cuello y luego reía. Maldición, me decía a mí misma.

- ¿No lo harás? - preguntó.

- Sí, sí. - y ahí me acerqué a él. La verdad estar muy cerca de Bryan me ponía el doble de nerviosa. Vi por el estrecho del ojo como la flor y la nota seguían en su escritorio. Quizá guardaba las notas y ponía la flor en un tarro con agua. O las botaba al salir. Me pregunte si sospechaba de alguien o si los demás se preguntaban porque al entrar al salón siempre encontraban una nota con una flor o una fruta encima del escritorio de Bryan. Me pregunté también si Lisa de verdad no sabía que me gustaban los mayores y temía al mismo tiempo de que todo cambiara solo por eso; pasó de repente por mi mente cuando la vi escribiendo en su cuaderno y luego pasándole el arranque de su hoja a Katherin que estaba sentada detrás de ella. Me pregunto que dirá esa nota y me pregunto también si todos de verdad esperan el poema que jamás hice, y me pregunto a mí misma por qué esperé a estar aquí parada y no haber dicho desde mi asiento que no lo había escrito. Me pregunto qué estará pensando Bryan mientras me mira o lo que piensas cuando entras en un momento incómodo e imaginas como sería tu vida si nunca fueses llegado a ese instante.

En ese segundo respiré al oír la campana. Aunque Bryan no dejó que me fuera.

- Buen poema "_____". - Bufó Jennie al salir.

Bryan acomodaba las cosas en el escritorio y vi como guardó la flor y la nota que le dejé en su cartera. Sonreí sin que se diera cuenta.

- Lo siento, _____. - empezó a decir. - Estaré aquí algunos meses, y aunque tenga una admiradora secreta no conozco nada de éste instituto. ¿Te importaría?

Me sentí la mujer más afortunada al saber que Bryan me había elegido como su guía turística de la prepa aunque eso no fuera nada romántico ni nada divertido. Igual le dije que no me importaba.

- Me hubiese gustado mucho oír tu poema. He notado que te gusta la literatura.

- Ajá.

- ¿Te gusta?

- Ajá.

- La verdad creo que mi admiradora es Nicole.

- Ajá.

Me odio con toda mi maldita vida. Aunque el lado bueno de esa conversación fue que no sospecha de mí. Igual sigo odiándome por ser tan seca, pero no lo controlé. ¿Esto cuenta como pecado?

Bryan me contó que ha querido con ansias escribir su primer libro pero aún no sabe qué tratar en él. La verdad cuando vi  a Bryan por primera vez me imaginé a un señor muy maduro o alguien ególatra con un léxico perfecto - aunque lo del léxico es cierto - , pero la realidad es que Bryan es solo unos años mayor que yo aunque no lo parezca, y con algunos problemas de confianza hacia sí mismo y hacia su talento como escritor, porque realmente los tiene.

Estando en la cafetería me leyó algunas de sus cortas redacciones y la verdad me parecen excelentes. Usaba palabras como «excéntrico» o «indómito» y es genial, aunque suenen extrañas o difíciles de encontrar en algún texto, sonaban muy bien.

También le confesé a Bryan que no había escrito ningún poema y por eso estaba muy nerviosa cuando me llamó para que lo leyera, él dijo que lo notó porque ni siquiera llevaba algo para leerlo y ambos reímos.

- Podríamos escribir un libro juntos.- dijo mientras seguíamos riendo. - Tienes un lindo potencial.

- Estaría encantada de hacerlo. 



Dear Lover | Bryan Skabeche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora