15 | Londres (Te amo)

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El viaje a Londres fue muy agotador. Si alguna lección aprendí de ser turista, es que lo peor de viajar, es viajar en sentido literal. Me dolía tanto el trasero que parecí haber salido completamente plana del avión y es que realmente me sentía como una tabla debido a las horas de vuelo. En el avión no hubo nada fuera de lo común. Bryan recostado de mi hombro viendo una película rusa que no pude entender pero aún así dije que me había encantado cuando terminó solo por el hecho de que duramos todo el corto agarrados de la mano y nada me hacía más feliz que eso. A mi madre creo que nunca le importó; estaba tan asombrada con las nubes que en ningún momento despegó su vista de la ventana. O quizá no lo hizo para darnos nuestro espacio... en cierto punto empecé a dudar. 

El chofer nos esperaba afuera del aeropuerto. Aparentaba menos edad de lo que solía tener, y al parecer Bryan se llevaba muy bien con él, seguramente se conocían desde antes porque tampoco aceptó nuestro pago. En el trayecto al hotel disfruté de cada torre que pasaba por mi lado y es que puedo jurar que jamás vi el sol debido a que los mismo hacían que este fuera invisible.

No era de esperarme pero Bryan nos dejó en la puerta del hotel y se fue a unas calles más allá para visitar a su "familia", y va entre comillas porque lo han tratado severamente mal y a veces me da tanto dolor por el que prefiero siempre evitar el tema aunque en cierto punto me gustaría conocerlo. Igual ese no es el caso. Bajó mis maletas y las dejó en recepción.

- Te veo en la noche, ¿está bien? -dijo antes de marcharse.

- Ajá. - y me besó la frente.

La recepción era bastante amplia con piso alfombrado y sofás vino tintos, parecía lujoso aunque no lo fuese. La recepcionista nos trató de maravilla y mandó a uno de los empleados a que nos guiara a la habitación. Cada centímetro del hotel se volvía más grande cuando entrabas a él. Cada puerta te llevaba a un nuevo pasillo y hasta podías perderte en el mismo. El piso alfombrado no tenía fin, con paredes de madera donde podías casi oír lo que en la habitación de al lado están hablando o haciendo... y es un poco incómodo.

Mi madre estaba muy cansada por lo tanto dejó sus maletas a un lado y quedó rendida al tocar la cama. Yo estaba a punto de hacer lo mismo porque en serio que no fue en vano el largo viaje, igual no lo hice, me quedé despierta esperando a que Bryan hiciera una llamada. Mientras lo esperaba, un video llamado cayó.

Era Mackenzie.

Su cara no tenía nada de maquillaje, su rostro expresaba cansancio como si apenas se estuviese despertando. Claro está, llamaba desde su cama.

- ¡Llegaste! - exclamó apenas respondí.

- ¡Estoy aquí!- le respondí. - Es hermoso en serio. El hotel es muy lindo.

Mackenzie tomó silencio por varios minutos. Y me extrañé un poco porque la verdad Kenzie era de esas chicas que en ningún momento dejaba de hablar.

- Oye, ____. - empezó diciendo. - En serio lo que pasó en el aeropuerto... Jennie...

Di un fuerte suspiro.

- No quiero hablar de eso, Mackenzie. De verdad ya no me interesa lo que diga Jennie.

- ¿Estás segura de eso?

- No.

Y ambas callamos. Sé que estuvo mal, sé que hice mal, pero no podía sacarme la impotencia que tenía desde que pasó ese incidente. Lo que hizo Jennie me molestó mucho - aunque en el fondo siento que reaccioné como no tuve que hacerlo - y ya era caso perdido que habláramos al respecto. Puedo jurar que ya no querrá hablarme y por consiguiente yo dejaré de hablar de ella. Lo que tuvo que pasar pasó... y por algún motivo fue.

La llamada con Mackenzie no duró mucho. Anocheció y Bryan dio una llamada para decirme que estaba en recepción esperando por mí. Me puse un abrigo, le dejé una nota a mi madre y salí de la habitación. Agradezco haberme abrigado porque el clima estaba totalmente helado. Bryan me esperaba en un auto que no supe si era de él - igual no me interesó -. Estaba abrigado también. Me abrazó y me invitó a pasear.

Sé que dije que no hablaría más de Jennie pero fue inevitable no tocar el tema en el auto. Y lloré un poco porque las cosas no tuvieron que ser de esa manera. 

- Estamos aquí, ____. Estoy contigo, y puedo jurarte que seré tu mejor amigo.

No respondí. No reaccioné. No sonreí como siempre lo hacía. Pero lo amé, muchísimo.

Bryan me llevó ante la vista de un inmenso afluente que dividía la ciudad de Londres. En lo más lejos se podía notar el histórico puente. Luces iluminaban todo nuestro al rededor, era una ciudad realmente hermosa y mágica donde el helado clima se apodera de tus dedos y la perfecta vista te deja maravillada ante tan inmensa ciudad.

Bryan me abraza y sentía su respirar en mi cuello. Cerré mis ojos y me dejé llevar. Nunca me había sentido tan amada en la vida, nunca pensé que me sentiría amada por él y espero que esto nunca pare. No quiero que se detenga. 

- No creo que estés aquí conmigo. - dijo él.

Yo me di la vuelta y nuestras narices dieron un roce. Ambos sonreíamos y nuestras miradas complementaban una a la otra.

- Tienes que creerlo.

Él cerró sus ojos. Me besó, lo hizo con delicadeza, lo hizo con amor. Sentí que era un perfecto beso. Realmente perfecto. 

- Te amo, ____ Hidalgo.

- Te amo, Bryan Villanueva.

***

Realmente lo sentí especial porque nunca nos habíamos declarado amor. Desde que Bryan llegó a mi vida hace ya varios meses, jamás había dicho que me amaba y en mi interior lo necesitaba tanto. Se sentía como una llama que esperaba encenderse, él estaba allí, intacto, esperando a que soltaran esa chispa para que el poder intensificarse.

Luego de un rato de rosar nuestros labios y de frío ambiente, me llevó hasta la puerta del hotel donde amablemente el hombre en la entrada abrió la puerta del auto de Bryan; como si esperara nuestra llegada. 

- Mañana vendré por ti. - dijo. - Tengo un regalo para tu madre. Y diversión para nosotros.

Le asentí y esperé a que se marchara.

Mi madre ya yacía dormida en el sofá y la tv estaba encendida en un volumen casi ni oíble. Opté por quitar mi chaqueta y lanzarme a la cama. Sentía su fragancia, el perfume de Bryan estaba por todo mi cuerpo y lo olía a la perfección, es como si hubiera venido conmigo.

- Te estaba esperando. - dijo mi madre interrumpiendo mis fantasías de mujer enamorada. 

- Pensé que estabas dormida. Lo siento, no quería despertarte.

- Mackenzie llamó muchas veces. Era obvio que no podía llamar a tu celular, era muy urgente.

- Es tarde. - le comenté.

- Lo sé. Espera que le devuelvas la llamada en la mañana.

- Lo haré, madre.

- Descansa.

Y ahí no supe nada más.



Dear Lover | Bryan Skabeche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora