XXVI | Pánico

3.9K 422 97
                                    

Maratón final 🐺 [5/5]

[Kongpob 14; Arthit 18]

Con el paso de los años, Arthit en su época de puberto hormonal había tenido que aguantarse todos sus deseos carnales

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Con el paso de los años, Arthit en su época de puberto hormonal había tenido que aguantarse todos sus deseos carnales. Propios de él y de su lobo en período de celo. Había reprimido su apetito sexual y ganas de descendencia a base de pensamientos puros y supresores, inevitablemente. A estas alturas ya sabía controlarse aunque sus emociones estuviesen a flor de piel.

Pero Kongpob... Recapitulemos.

Arthit quizás le había mentido a su madre con que quería quedarse a dormir el fin de semana con su abuela. Y quizás, se había escabullido hasta la casa de su pequeño novio para ver películas juntos. Y es que vamos, las ganas de volver a separarse no existen.

— ¿Onn qué haces aquí? — preguntó Ae desconcertado cuando vió a su mejor amigo.

— Te vengo a asaltar, Aenie. ¿Tú que crees? — preguntó frunciendo su nariz haciendo que Ae lo vea con ternura aún si se está burlando de él. Tiró de sus mejillas como si de un bebé se tratase— Aenie suéltame.

Kongpob sintió un nudo en lo bajo de su estómago. Pero lo ignoró así como lo hace últimamente que se encuentra algo sensible. Piensa que es porque está nervioso debido a que Arthit entrará a la universidad el próximo año y no pasan tanto tiempo juntos como antes debido a sus largas jornadas de estudio.

— Phi, pasa que hace frío — dijo asomándose por la puerta. Si, estaba soleado pero el viento no dejaba de molestar.

Arthit pasó tomando la mano de Kongpob pero fueron interrumpidos por la madre de éste, haciendo que soltara un sonoro suspiro. Si existe un Dios, seguramente lo odia.

— Alto ahí, tortolitos. Kongpob Suthiluck, la puerta abierta en todo momento, ¿me escuchas? — preguntó May con sus manos puestas como jarras. Pues la última vez que entró a su habitación, los había visto besarse de una manera... demasiado hormonal para sus ojos de adulta.

Antes de que Kongpob se quejara, Arthit interrumpió — Hola Señora May.

— Ya te he dicho que me llames suegra, Kongpob llama suegra tu mamá — se quejó May. Como si su sueño fuese avergonzar aún más al lindo angelito de Arthit — ¿Llevarán dulces?

—  Si, Mae — respondió Kongpob algo cortante tirando de la mano de su novio para buscar chocolates, palomitas y más cosas. Aunque al final dejó los chocolates, el horrible acné adolescente ya había aparecido, saliéndole un cuerno de unicornio en la frente que su pelo cubre.

Cuando subieron Kongpob arregló la comida en recipientes y los dejó en el mueble para que los empaques no los molesten mientras Arthit estaba de pie frente al televisor eligiendo la película en la aplicación para ello. A Kongpob estando sentado en la cama tras de él le fue inevitable no repasar la mirada en el cuerpo de su Phi, tan delgado y atractivo, con su pelo rubio desordenado producto del viento, su piel cremosa en su cuello, la camiseta grande que trae no es impedimento para saber que su cuerpo es delgado y curvilíneo, lo sabe de tanto acariciar su cintura, su trasero respingón y redondo digno de un omega y piernas largas.

My little Alpha [KongpobxArthit]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora