«Olvídalo, yo soy el que tiene la culpa por enamorarme de una idiota como tú.»
Im Eunchae ahora se ve en la tarea de ser la cabeza de la compañía de su padre: un hotel llamado "Birdcage Manor" que está al borde de la bancarrota. Con ayuda de Byun Ba...
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« why do i keep running from the truth? all i ever think about is you »
Ya eran las once. Me froté los ojos tras ver mi celular al lado de mi computadora en la oficina.
He estado trabajando en un "regalo" sorpresa para Baekhyun desde que terminé de cenar y sin darme cuenta, ya habían pasado cuatro horas. Me levanté del largo escritorio y me estiré, masajeando mi cuello que ya se encontraba rígido de haber estado tantas horas haciendo lo mismo.
—La última sorpresa debe ser algo que le cause satisfacción... —susurré para mí misma, mirando mi carpeta de reportes—. Tengo que hacerme una taza de té fuerte ahora mismo.
En el tiempo en el que me encaminé hacia la pequeña cocina de la oficina, mi celular empezó a timbrar tan fuerte que me desconcerté y corrí hacia él, curiosa por saber a qué persona se le ocurría llamarme a esta hora.
Era Baekhyun.
Espiré antes de tomar la llamada, preparándome mentalmente para lo que sea que me iba a decir. Al responder la llamada, él, del otro lado de la línea, resopló.
—¿Un delantal de perrito? ¿En qué estabas pensando? ¿Qué hay con esos regalos diarios bizarros?
Sabía por su tono de voz que no estaba feliz, pero tampoco enojado.
—¿No es el delantal práctico para ti? Me refiero a que lo puedes utilizar la próxima vez que decidas hacerme un flan.
Escuché un suspiro. Baekhyun no quería hablar de ello conmigo ahora mismo, al menos eso presentí. Hasta podía imaginarme la mirada sin palabras que sostenía en ese momento.
Fue gracias a él que pude ir a la entrevista de AL Magazine y también que me encontrara con su editor y fundador, el cual pareció interesarse en mí lo suficiente para invitarme a una cena en uno de sus clubes y presentarme a algunos de sus socios de negocios, entre ellos el presidente de una aerolínea local, y desde entonces he estado dejándole regalos todos los días en la recepción de SFG para agradecerle.
Respecto a eso último, básicamente él emitía breves comentarios y me agradecía solo si eran regalos que le gustaban genuinamente.
—Si pasaras más tiempo trabajando en vez de darme regalos, no tendrías que estar más horas en la oficina. Siempre va a ver más trabajo que hacer, así que mejor ve a descansar.
—¿Cómo sabes...?
Con el teléfono aún en manos, atisbé la ventana: Nada. Y luego se me ocurrió mirar hacia la puerta de cristal que llevaba a uno de los corredores del hotel y bingo, ahí estaba él apoyado en una de las paredes sosteniendo su celular.
