ＷＡＲ ＣＨＩＬＤ | 𝚓𝚊𝚜𝚘𝚗 𝚐𝚛𝚊𝚌𝚎

ix.

"wind and ice"

Jason estaba en contra de dejar a Leo, pero Aiden estaba empezando a pensar que quedarse con Cal, el jugador de hockey, podía ser la opción menos peligrosa en aquel sitio.

Mientras subían la escalera cubierta de hielo, Zetes permaneció detrás de ellos con la espada desenvainada. Aquel tipo podía parecer vómito de la época disco mezclado con estiercol de pegaso, pero su espada no era nada graciosa. Aiden se imaginaba que si alguno de ellos recibía un espadazo, probablemente se convertiría en un palito helado. Y, por supuesto, por otra parte, estaba la princesa de hielo.

 De vez en cuando se volvía y sonreía a Jason, lo que en sí no molesta a Aiden --debía admitirlo, Jason era atractivo, por lo que le pareció normal-- pero no había la más mínima calidez en su expresión. Contemplaba a Jason como si fuera un espécimen científico especialmente interesante: un espécimen que estuviera deseando diseccionar. Aiden estuvo segura de mantener su mano en su espada en todo momento. Si aquellos eran los hijos de Bóreas, Aiden contempló, no estoy segura de querer conocer al padre. Ella temía que todo sea una trampa. Si las cosas salían mal, no estaba segura de que pudiera sacarlos con vida. Sintió como alguien la tomó de su muñeca, y ella rápidamente notó la mano que se cerraba en torno a ella: la mano de Jason. Frunciendo el ceño, Aiden captó la cara de preocupación que cargaba.

"Todo saldrá bien" le prometió ella en silencio, posando la otra mano encima de la suya. "Solo vamos a hablar, conseguir información y en un momento estaremos afuera." Aiden intentó tranquilizarlo, pero en las misiones las cosas casi nunca salen como uno planea.

 En lo alto de la escalera, la princesa de hielo miró hacia atrás nuevamente y se fijó en que estaban agarrados. Su sonrisa desapareció. De repente, Aiden notó en su muñeca y en su mano, justo donde Jason estaba agarrando, un frío gélido: un frío ardiente. Cuando  se soltaron, sus dedos desprendían vapor de la escarcha, al igual que en ella.

"El calor aquí no es buena idea" advirtió la princesa, "sobre todo si yo soy vuestra mejor opción para seguir vivos. Por aquí, por favor. "

Piper les miró con el entrecejo fruncido, como diciendo: «¿A qué ha venido eso?». Aiden no tenía ni idea. Zetes le hincó la espada de hielo en la espalda, y siguieron a la princesa por un enorme pasillo decorado con tapices helados. Soplaban vientos gélidos por todos lados, y los pensamientos de ella se agolpaban casi tan deprisa como ellos.

Le había dado un par de vueltas al asunto de la profecía en el viaje en dragón, pero entre más lo pensaba, más desesperada se sentía. ¿Y si se trataba de un malentendido? ¿Y si ella no era en realidad la hija de la guerra que hablaba la profecía? ¿Y si por estar ahí ella arruinaba todo? ¿Y si no era capaz de cumplir su parte? Aiden no estaba segura de poder sobrevivir --más emocionalmente hablando-- otra guerra como la del verano pasado. Y estaba aún más segura de que no podría vivir consigo misma si algún error suyo costaba la vida de alguno de sus amigos. Todo lo que le había confiado a Jason hace unos momentos estaba volviendo a ella, y una parte de sí se preguntaba si había hecho lo correcto.