La Doncella Admirada en Sueños
Apenas se descubrió la hija de la mañana, la aurora de rojizos dedos, cuando se levantó la musa de su cama y procedió a la atención de su cuerpo, se lavó la cara con agua fresca y procuro ungirse en los finos aceites. Se vistió con digna túnica blanca sin apartar la fina piel de lobo de sus hombros, y nuevamente evadió posar sandalias sobre sus pies, asistiendo al desayuno completamente descalza, más cuando llego al comedor se encontró a solas, por lo que tomo asiento contemplando la magnitud de sus deseos, viéndolos sin remedio alguno como un objeto de vergüenza, hasta que, en torno suyo se juntaron poco a poco sus hermanas, las hijas de Baco y procedieron al festín de las mañanas que transcurrió solo con ligeras risas y vagos comentarios sobre el éxito de la noche anterior.
Cuando hubo terminado el festejo, Samantha la de castaños cabellos y caderas anchas, le tomó del brazo y le dirigió los pasos al salón de techos altos que profesaba miles de libros, en los miles de lenguas que hablaban los hombres. Le suplico que se sentará junto a ella pues su lección estaba por comenzar, como había prometido el día anterior, sería su maestra y mentora hasta que ya no encontrará más gusto que el de adquirir conocimiento por sí misma.
-Escuchad con atención musa de níveos brazos pues has de saber que desde tu tierra hasta las planicies más allá del mar de arena, los hombres no hablan la misma lengua, más la gracia de Baco te ha permitido entender a cada ser con el que te has encontrado.
-Samantha, hermana que no porta mi sangre, comprendo a plenitud tus palabras más el entendimiento me alude. Pudiendo hablar cualquier lengua por la gracia de Baco, ¿se me presentará la misma virtud al leer y escribir?
-Por supuesto hermana querida, la virtud ya se encuentra en ti, solo debes dar presta atención al pergamino y la pluma, lo demás vendrá por sí solo.
Así habló la hija de Baco, Samantha la de castaños cabellos, y entregó a su hermana el pergamino y la pluma, le instruyó por dos días junto a sus noches, los símbolos y las palabras, luego cuando la fatiga invadió su cabeza dejó en soledad a la musa que ansiosa por seguir aprendiendo se mantuvo serena en su asiento, no sin antes agradecer el tiempo que la otra mujer había invertido en su enseñanza y darle una última mirada a su mentora, que radiante como cualquier diosas entre hombres, agitó su cabello rizado al viento antes de retirarse a sus divinas atenciones.
Bebió vino cual néctar y echó mano a cuanto pergamino pudo obtener, jactándose de no ser inferior ni en cuerpo ni en naturaleza a los dioses, pues no necesito comer o descansar durante cuatro días y cuatro noches, hasta que se vio satisfecha de conocimiento, y los dedos se le mancharon de tinta a tal modo que parecía que estos habían sido quemados. Más al quinto día, cuando la aurora retorno al cielo, la musa finalmente abandonó la habitación, satisfecha, ilusionada y algo menos ingenua, llevando consigo el pergamino que más le había fascinado, el que contaba la historia de Baco, su Dios.
Nacido de una infidelidad de Júpiter el antiguo olímpico, y de una reina, Sémele, había sido dado por muerto cuando su madre, engañada por Juno, pidió la asistencia de su padre que le dio muerte por descuido de uno de sus rayos, más su padre el Dios entre los dioses, lo extrajo del vientre de su madre y lo depositó en su pierna, para que pudiese gestarse en su totalidad. "Admirable origen para un bastardo", la musa replicó en su camino, más al avanzar por el palacio dedujo que, el motivo por el que había sido humillado y desatendido era exactamente lo que lo hacía divino entre los hombres, no como un Dios celoso como los otros, sino un Dios, casi mortal, se vio entonces de pie frente a la estatua y admiro con presta calma la figura labrada, con diligencia, además, acarició el mármol con sus manos y sonrió plácida, sin notar que el mismo Dios se acercaba a su encuentro, sigiloso como siempre lo había sido, mostrando con orgullo los pequeños cuernos por encima de su cabeza.
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La Catedral Del Dios Baco.
FanfictionHabla Dios, de multiforme ingenio, que llena las copas de dulce vino, de aquella mujer que a ti acudió en búsqueda de las más fortuitas aventuras, más allá del gusto propio de los hombres, pues la leyenda cuenta que belleza como la suya pocas veces...