Capítulo 1: El encuentro

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Álvaro es un joven de dieciocho años de edad, mide 1.73 metros y viste una camisa abotonada blanca, pantalón marrón y zapatos grises. Él está llegando a una casa blanca que estaba algo descuidada.

«¿esta es?» –se preguntó Álvaro, abriendo la verja que rodeaba la casa–. «Supongo que mi abuelo no ha tenido tiempo de cortar es césped» –pensó, mientras caminaba hacia la puerta de la casa.

Álvaro saca de su bolsillo una llave con la que abre la puerta, él luego de encender la luz nota que la casa por dentro estaba algo desordenada y cubierta de polvo.

–supongo que tengo que trabajo que hacer –dijo, antes de que su teléfono empiece a sonar, luego contesta–. Hola mamá.

–hola cariño, ¿cómo está tu nueva casa? –preguntó la madre de Álvaro, a través del teléfono.

–está bien, aunque tengo que limpiar un poco.

–mi padre no tuvo tiempo de limpiarla para ti –dijo algo triste.

–no hay problema, ya es mucho que me haya dejado la casa.

–¿sabes cual es la condición de esa herencia?

–sí, debo cuidar su "tesoro".

–aún tengo cosas que hacer, te llamaré después cariño.

–adiós mamá, te quiero mucho –dijo, antes de que ella cuelgue–. ¿cuál será el "tesoro" que debo cuidar?, los buscaré después, primero tengo que limpiar.

Álvaro busca en en la cocina una escoba, luego empieza a limpiar el lugar. Son las cinco y diez de la tarde, Álvaro ha terminado de limpiar su habitación.

«terminaré de limpiar la casa mañana» –pesó, antes de oír que tocan la puerta.

Él baja las escalera y atiende, al abrir la puerta ve a un chico y a una chica.

–¿cómo te va? –le preguntó el chico a Álvaro.

–Sergio, julia, ¿qué hacen aquí? –les preguntó Álvaro a ambos.

–estábamos de paso.

–en serio lamentamos mucho lo de tu abuelo –le dijo julia a Álvaro.

–gracias por venir, pasen –dijo Álvaro.

Los dos entran en la casa, luego Álvaro lo lleva a la sala y se sientan en el sofá.

–lamento mucho el desorden, es que no he terminado de limpiar –dijo Álvaro.

–no hay problema, además, es una muy buena casa –dijo Sergio feliz.

–ahora mismo no tengo nada, pero voy a la tienda a comprar algo de comida.

–¿y si ordenamos una pizza? –comentó julia.

–buena idea –dijo Sergio, sacando su teléfono de su bolsillo.

Luego de unos minutos alguien toca la puerta, Álvaro va a atender.

–aquí traigo su pedido –le dijo el repartidor de pizza a Álvaro.

–muchas gracias –dijo Álvaro, agarrando la caja, antes de entregarle quince dólares al repartidor.

Él regresa a la sala con sus amigos y se sienta en el sofá, después abre la caja de pizza y cada quien agarra un trozo.

–¿oíste que hubo un nuevo tamer? –le preguntó Sergio a Álvaro.

–¿otro?

–sí, con este ya son quinientos en el mundo.

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