Capítulo 01

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Ella solo podía tragar con dificultad el cúmulo de saliva que se formó en su boca reseca. El temor que la invadía solo incrementaba tras el transcurso de los minutos, descreyendo que lo que tenía frente a ella era real.

El aroma a sanitizante la mareaba, asimismo el pitido constante del monitor parecía volverla loca. Los pálidos tonos de la recámara se convertían en oscuros contrastes si los comparaba con el hombre recostado sobre la camilla, cuya piel blanquecina era un absoluto recuerdo del accidente que padeció a escondidas de todos aquellos que decían estar a su lado.

De ella, quien supuestamente era en quien más debía confiar.

...O eso quería creer.

-Estás satisfecha? – una venenosa voz, que resonó desde el umbral de la puerta que separaba el interior del exterior, tomó por sorpresa a todos los silenciosos presentes.

Una faceta increíblemente extraña se enseñaba por parte de la fémina con claros rasgos asiáticos, donde su fruncido entrecejo demostraba la ira que cargaba, pero sin quitarle así ni un ápice de belleza mortal. Pegado a la estilizada figura llevaba el vestido rojo que había elegido para la ocasión, siendo un reminiscente de aquellos con los que siempre visitaba a su querido colega en los momentos de más dificultad, atrayendo así por instinto las miradas masculinas que rápidamente recapacitaron y conseguir emular la molestia que sus colegas femeninas tenían.

Pasos comedidamente premeditados se llevaron a cabo por la bella y mortífera pelinegra, enviando escalofríos a varios de los visitantes que tenía el hombre en reposo profundo. Una mirada llena de desdén le bastó a la dama de rojo para que un fornido hombre avejentado se hiciera a un lado, permitiéndole a esta el estar a la altura de la cabeza del paciente.

Las delgadas falanges estuvieron a punto de rozar el amarillento cabello opaco del sujeto que respiraba con dificultad, incluso con el auxilio de un respirador, dormido. Sin embargo, tal acción se vio interrumpida cuando una conocida voz exclamó en reclamo.

-No lo toques! Aléjate de él! – aquella, quien aún no podía creer el estado que le hombre dormido tenía, declaró con énfasis mientras cerraba las manos para formar puños.

Corta fue la pausa que tuvo la asiática mujer, resoplando segundos luego, para finalmente dejar que sus dedos se hundan en la enredada mata de pelo que se desperdigaba de manera desordenada sobre la blanca almohada que trataba de brindad comodidad. La melancolía usurpó los finos rasgos, sin detener en ningún momento la caricia, esperando que por un milagro él abriera los ojos e intentara bromear.

-Acaso no me oíst...! – iracunda por lo que atestiguaba, esa mujer quien anteriormente gritó, quiso hacerlo de nuevo.

Mas aun así, esto nunca pudo concretarse.

El metódico movimiento de los dedos se pausaron indefinidamente, obligando a la dama de rojo alzar la mirada oscura que poseía, cruzándola directamente a la azul que su agresora verbal adquiría de nacimiento.

-Cierra la boca, Redfield- espetó en un sedoso susurro la pelinegra, como una víbora que siseaba en señal de advertencia antes de atacar con certeza.

-Cuidado, Wong. Es a mi hermana a quien le estás hablando- la grave voz de un corpulento hombre resonó en la habitación, declarando así la principal pauta si no querían que los problemas surgieran.

-En serio? No me había dado cuenta, Boy Scout- replicó mordazmente la susodicha.

Rechinaron los dientes de la Redfield que se caracterizaba por su rojizo cabello oscuro. Un sentimiento de posesividad se apoderó de ella al ver cómo la pelinegra aún mantenía su mano en la cabeza del dormido hombre rubio.

Fixed in HeavenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora