Mordiéndose la lengua para no soltar un insulto despectivo hacia la asiática, Claire resopló, regresando después toda su atención a Leon. La inexpresividad que revelaban los tiesos músculos del rostro causaban un poco de miedo y terror en la pelirroja, quien temía en un lugar muy profundo de ella que dicho hombre dormido pereciera para dejar paso a un monstruo al que se vería obligada a terminar.
Un cúmulo de bilis subió por el esófago de la fémina, teniendo que taparse la boca y agachar la cabeza con el fin de reprimir el acto reflejo de soltar el característico sonido de alguien a punto de vomitar. Se maldecía por tener esos retorcidos pensamientos, sin embargo, cuanto más los deseaba fuera de su psique, con más fuerzas se proyectaban.
Imágenes mentales se superponían por encima del agente de la DSO dormido. Un rostro cadavérico, sangre coagulada por todos lados, extremidades ausentes que dejaban ver bruscas amputaciones producto de mordidas rapaces. Todo ello era lo que su traidora imaginación creaba para el Kennedy, dándole como recompensa también una sensación de asco propio.
Y ello no era solo por lo que pensaba. Sino que por lo que había hecho y lentamente iba percatándose.
-Me lo permites? – una pregunta, formulada por aquella mujer que peleó contra el B.O.W llamado Nemesis en Raccoon City, despabiló a la pelirroja.
-Toma, ya está en la hoja correspondiente. Por el fugaz vistazo que le di, creo que te dará algo de nostalgia- Helena dijo, tendiéndole el cuaderno abierto a Jill.
Palabras que generaron intriga en la rubia de pelo largo y nívea tez.
§
2004
Ahora entiendo la tortura que sufrió mi pobre hija al ser infectada por el Virus G. Lo que sea que esa ameba cambia formas me transmitió, más la vacuna que conseguí asimilar, está haciendo estragos en mi cuerpo. No a nivel físico, pero sí psicológico. Tengo pesadillas recurrentes donde veo morir a gente que quiero, y no necesariamente mientras duermo.
Lo peor de todo, fue que me enviaron a otra misión. Específicamente a un castillo abandonado donde supuestamente el propietario era un tal Ozwell Spencer.
No fue la tarea más linda de todas, pues no podía dar dos pasos seguidos sin empezar a tener fiebre y alucinar con sombras que trataban de clavarme garfios, bebés transformados que me seguían por todo el lugar, o los trofeos de caza colgados de las paredes moviéndose de lado a lado, siguiendo con la mirada mientras reían. Encima, el lugar no parecía querer ayudarme, tanto los puzzles como el ambiente tétrico estaba hecho para perturbar a los visitantes.
Además, qué clase de contraseña es tocar Moonlight Sonata de Beethoven?
Bueno, eso ya no importa. Solo debo asegurarme de que nadie se entere de lo que me pasa, al menos eso es lo mínimo que los médicos pueden hacer en retribución luego de ver los castigos que me impone Krauser.
§
En cuanto Jill Valentine dejó de leer, ella entregó la bitácora a su pareja, procediendo así a acercarse al hombre en estado de coma y abrazarlo con cuidado, algo a que lo varios no supieron cómo reaccionar, siendo Chris el principal afectado.
-Jill? – atónito, el musculoso hombre dijo.
-Ven Rebecca, sé que tú también tuviste que sufrir con esa canción- ignorando al Redfield, la rubia adulta llamó por su antigua colega S.T.A.R.S. para que se le uniera al abrazo.
-Concuerdo contigo y Leon respecto a ese "rompecabezas"- declaró la médica científica, la cual logró colarse entre Claire y Sherry para darle un rápido abrazo al dormido rubio.
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Fixed in Heaven
FanfictionEl valor de un sentimiento se mide por la cantidad de sacrificio que uno está preparado a hacer por este. Eso es lo que todo el mundo sabe, pero si ella no se da cuenta de lo que tiene puede que lo pierda para siempre, pues él siempre ha mostrado al...