Capítulo 11. Reencuentro.

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Admirar la majestuosidad del palacio desde fuera es una experiencia impresionante, pero adentrarse en su interior es como sumergirse en otro mundo. Al caminar junto a las imponentes columnas y estatuas, no puedo evitar que mis cejas se eleven ligeramente en señal de asombro.

¿Cuántas manos habrán contribuido a la construcción de esta maravilla?

Me pregunto si, en el contexto de esta narrativa, la idea de la existencia de esclavos sería algo completamente ajeno. Las voces animadas del pueblo egipcio se desvanecen en el instante en que las enormes puertas se cierran tras nosotros. Al ser la última en la fila, me detengo un momento para observar hacia atrás, fascinada por los intrincados jeroglíficos tallados en las puertas. Cada trazo y símbolo evoca la lejanía de mi hogar.

Sin embargo, mi atención es rápidamente atrapada por el interior del palacio. Un sirviente se adelanta, guiando a nuestro reducido grupo hacia nuestros aposentos. Mientras escucho fragmentos de su conversación con las otras chicas, mis ojos se pierden en el resplandor de una vista magnífica que se despliega ante nosotros.

— ¡Por el amor de Dios! — exclama Vanessa, impresionada.

—Esto no puede ser real — murmura Paola con asombro, sus palabras apenas audibles.

Asiento en completo acuerdo, compartiendo su asombro. Lara y Rosa, siempre en sintonía con nuestras reacciones, también están cautivadas por la magnificencia de este lugar. El sirviente, aparentemente consciente de nuestra maravilla, toma un momento para explicar lo que vemos.

—Este es uno de los numerosos espacios naturales del palacio. Solo las flores más hermosas adornan estos lugares. Supongo que, con su llegada, pasarán a un segundo plano, siendo ahora las mujeres más hermosas de todo el imperio.

Las sonrisas tímidas, rubores y risas nerviosas llenan el aire. Es Lara quien destaca, su sonrisa cargada de confianza. Su actitud persiste inquebrantable, recordándome la amiga de siempre que ha sido. Miro a mis amigas y siento un alivio inmenso al reconocer sus reacciones únicas que las hacen tan especiales.

Luego, dirijo mi mirada hacia los chicos, y la tensión en sus posturas se disuelve, reemplazada por sonrisas y asentimientos. Una comunicación silenciosa entre nosotros que va más allá de las palabras. Mis ojos se humedecen involuntariamente, pero respiro profundamente y reafirmo mi compostura. Es más sabio ocultar estos sentimientos encontrados en un lugar donde somos el centro de todas las miradas.

El sirviente guía nuestro grupo a través de un recorrido breve pero esclarecedor, revelando espacios esenciales como un espacioso comedor y una sala majestuosa con dos tronos de mayor envergadura que los que habíamos visto previamente, seguramente reservados para el emperador y el príncipe.

Las dimensiones de la sala son colosales, con techos altos sostenidos por majestuosas columnas talladas con jeroglíficos intrincados. Las columnas están pintadas con colores vivos y decoradas con detalles dorados. Las paredes de la sala están cubiertas con frescos impresionantes que representan escenas de la vida egipcia, desde la agricultura hasta las batallas y los rituales religiosos. Los colores utilizados en los frescos son ricos y vibrantes.

— Esta sala es una de las más importantes en el palacio. Aquí se toman decisiones y se ejecutan castigos. Sin embargo, hoy será adecuada para los invitados del emperador, y por supuesto, se colocarán asientos privilegiados junto a su majestad, el príncipe. Así que deben prepararse para una larga velada. Los conduciré a sus habitaciones para que puedan descansar; el viaje debe haber sido extenuante.

— Lo has dicho, estos zapatos me están matando. — Paola lanza una mirada penetrante al hombre, insinuando que si no nos lleva pronto a nuestras habitaciones, podría verse sometido a una caminata forzada en tacones.

La Maldición Del Príncipe De Egipto © [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora