Han pasado noventa y siete años desde que una terrible guerra nuclear acabó con la existencia humana en el planeta Tierra.
Sólo sobrevivieron aquellos que no estaban ahí o, para ser más exactos, aquellos que se encontraban en las doce estaciones es...
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Ir a la Tierra siempre fue un sueño, una meta inalcanzable para muchos en el Arca.
Pero el tiempo se agotaba; la estancia en la gran instalación que daba vueltas en el espacio mateniendonos con vida llegaba a su fin.
El Canciller Jaha tomó una decisión: mandar a 100 delincuentes sin futuro a la Tierra, por su propia supervivencia...
Una decisión que cambió muchas vidas, incluyendo la mía.
Me llamo Blaire, y soy una de esos delincuentes que enviaron practicamente a morir.
Llevamos 5 días aquí abajo desde que nos estrellamos, para nuestra sorpresa el aire era respirable.
Se ha puesto al mando un tío que parece saber lo que hace ~aunque yo no estaría tan segura~, todos le hacen caso y al llegar y enterarse de que las pulseras que llevababamos ~menos los que no se las quitaron~ servían para transmitir nuestras constantes al Arca hizo lo posible para que se desprendieron de ellas.
Parecía que no quería por ningún medios que ellos bajaran.
Pero como siempre, surgieron un par de problemillas..., el principal, y el más alarmante, era y es que no estabamos solos.
Perdimos a dos de los nuestros en el aterrizaje y uno esta herido con un agujero en el pecho, una lanza le atravesó a manos de nuestros nuevos vecinos, a los cuales aún no nos hemosenfrentado directamente.
Lleva tres días sufriendo, muchos se plantean matarlo, yo creo que voy a perder la cabeza por sus insoportables gritos de desesperación.
-Eh, ¿qué escribes? - la última persona a la que quería ver apareció para joderla de nuevo, le quitó el cuaderno casi destrozado que encontró con mucho trabajo en esa mierda de mundo postapocaliptico.
-Murphy, no seas capullo ¿quieres? - se levantó para quitarselo.
-Ya vamos progresando... 5 días esquivandome y por fin te dignas a hablarme. - mencionó con ese tono tranquilo y con ganas de fastidiarla que tenía de forma natural.
-No me jodas más y dame el puto cuaderno. - el lo ojeó por encima ignorandola, lo cual hizo que fuera a intentar quitarselo pero él le bloqueó con el brazo.
-¿Qué es esto? ¿escribes tú testamento? - se burló viendo sus esfuerzos inútiles por cogerlo.
-Ja, ja, me parto - ironizó cabreada -. ¡Devuelvemelo imbécil! - exigió. Pero el se seguía divirtiendo, alejandolo más y más de ella.
