Siempre fuiste tú (Johnlock)

Capítulo Tres: Malos entendidos

Una sonrisa radiante adornaba el rostro de Sherlock, que se había apoyado en la puerta mientras los latidos de su corazón se normalizaban.

—¿Un día movido, Sherlock? — escuchó la voz educada y prepotente de su hermano, Sherlock dirigió su vista al principio de las escaleras, dónde Mycroft le miraba desde arriba.

Decir que la presencia de su hermano no lo había sorprendido seria una mentira, Mycroft solía visitarlo muy pocas veces y había tenido la brillante idea de hacerlo justo ese día. Sherlock frunció el ceño, las palabras de su hermano tenían un tinte de burla y no le agradaba en lo más mínimo, pero él también podía jugar el mismo juego.

—Lo fue —le respondió con una sonrisa mientras se alejaba de la puerta y caminaba hacia las escaleras—. ¿Qué haces aquí? —Mycroft frunció el ceño y levantó la barbilla.

—No sabía que necesitase una invitación para volver a casa. ¿Algo que contarme, Sherlock?

Sherlock pensó automáticamente en responderle con ironía, pero al mirar a su hermano vio en sus ojos algo que no había visto desde que era un niño, entonces algo se removió en su interior, Mycroft estaba preocupado por él. Su hermano siempre le había dicho que los sentimientos casi nunca podían traer nada bueno, pero Sherlock no pudo evitar enamorarse de John, y no cambiaría lo que sentía por nada en el mundo. Aun así no podía evitar sentirse reconfortado al pensar en su hermano, aunque ante los ojos de todos ellos tenían una mala relación Sherlock sabía que si lo necesitaba Mycroft estaría ahí para ayudarlo.

—No, todo está perfecto. —Le sonrió.

Mycroft sonrió falsamente. La respuesta de Sherlock, lejos de tranquilizarlo, hizo que le diera un pequeño tic. Su dedo daba golpecitos en el pasamano como si fuese código Morse.

—Bien... —Sherlock suspiró.

—Estoy bien, Mycroft —le dijo mientras subía las escaleras hacia su habitación—. ¿No tienes algún asunto mundial que resolver? —bromeó. Mientras llegaba al segundo piso y desaparecía de la vista de su hermano.

—Sí, creo que sí —dijo sin dejar de seguirlo con la mirada. No le tranquilizó ver qué cojeaba ligeramente. Durante un segundo contuvo el aliento y lo soltó en un suspiro al deducir que era una lesión del ballet.

ooOOoo

Sherlock se encerró en su habitación y lo primer que hizo fue tomar una ducha, sus pies dolían demasiado, haber corrido junto con John no había sido buena idea, pero no podía decirle lo que le sucedía pues no hubiera querido que se sintiera culpable. Vistiendo su pijama preparó un recipiente con agua tibia y sales, cuando estuvo listo sumergió sus pies en ella y suspiró, eso se sentía muy bien. Con sus pies en el agua dejó que el resto de su cuerpo descansara sobre su cama. Sonrió, aun no podía creer todo lo que había sucedió ¡John estaba enamorado de él! era simplemente difícil de créelo. Pero luego de rememorar todo lo sucedido recordó que en ningún momento John le había pedido que fuera su novio. Quizás él sólo quería que salieran, o peor aun que John sólo quisiera tener relaciones con él, no que Sherlock fuera su novio. Removió su cabello con desesperación, nuevamente las inseguridades se colaban en su mente, pero le resultaba tan complicado cree que John deseara salir con él. Debía hablar con él, sobre sus dudas, esperaba que no le molestara tener que lidiar con sus vacilaciones. Revisó su celular y no tenía ningún mensaje de John, pensó en hablarle, pero no quería que pensara que estaba comenzado a ser fastidioso, así que apagó el aparato y lo tiró a un costado de la cama.