Capítulo Once: La primera vez

745 42 25
                                    




Hacía mucho frío y había niebla. John temblaba con los huesos calados y se acurrucó en su propio abrigo. La cicatriz de su hombro le estaba matando, pero ahí estaba él, en mitad de la calle, sin saber qué hacer ni a dónde ir. No eran horas para ir deambulando, quizás debía buscar un hotel, pero no tenía sueño, así que decidió encontrar un lugar tranquilo en el que sentarse y esperar a que la cafetería más madrugadora que encontrara abriera sus puertas para tomar un café. No era un plan muy ingenioso, pero John no se sentía especialmente creativo. Su mente estaba centrada en una única cosa: su futuro y si Sherlock formaría parte de él.

La respuesta automática que se le venía a la cabeza era que sí, que amaba a Sherlock sin importar qué ocurriese, pero precisamente porque lo amaba no podía ignorar que posiblemente su actitud lo había arrojado a las drogas. No podía permitir que eso ocurriera una segunda vez.

Estaba tan perdido en sus pensamientos que no reparó en el automóvil de color negro que había estacionado a unos metros de él. Su celular comenzó a sonar y vio que se trataba de un número desconocido, pero pensando en que podría tratarse de Sherlock respondió, no tuvo tiempo de decir ni una sola palabra cuando una voz conocida se dejó escuchar.

—Entre al auto, doctor Watson. —La voz inconfundible de Mycroft Holmes hizo que sintiera un escalofrío, se giró a su derecha y vio a un hombre abrir la puerta del auto. Dudó por unos segundos, pero finalmente caminó hacia el vehículo y entró. Allí se encontraba una joven muy bonita, pero ella no le prestó atención, pronto el auto se puso en marcha y él no podía ni pensar en lo que Mycroft tenía preparado para él.

—Supongo que no tiene caso preguntar a donde vamos —le dijo a la joven y ella sonrió.

—No —su respuesta fue cortante mientras seguía tecleando en su celular. John guardó silencio.

—¿Puedo saber tu nombre? —le preguntó. Ella pareció pensarlo por un momento, pero luego respondió con cierta duda en su voz.

—Anthea... —murmuró. John frunció el ceño, estaba claro que ella le estaba mintiendo.

—Ese no es tu nombre, ¿verdad? —entonces ella volteó a verlo y le sonrió.

—No.

John ya no dijo nada, aun no sabía a qué se dedicaba Mycroft y por las personas que lo rodeaban estaba seguro de que si él quisiera podría desaparecerlo esa misma noche y hacerle creer que Sherlock que nuevamente lo había engañado.

ooOOoo

El coche lo llevó hasta una bodega industrial oscura y tétrica donde le esperaba Mycroft de pie al lado de dos sillas enfrentadas, apoyado en su paraguas, con una sonrisa de autosuficiencia. John miró alrededor sin ningún tipo de expresión. Si Mycroft Holmes pretendía intimidarlo, tendría que esforzarse más.

—Doctor Watson, es un placer volver a verlo —dijo con ironía—. Por favor, tome asiento. —Sonrió.

—Tengo un móvil, ¿sabe? Podría haberme llamado en lugar de organizar toda esta escena. —Mycroft no borró la sonrisa de su rostro, definitivamente John Watson había cambiado mucho desde la última vez que lo vio.

—Lo que tengo para decirle no podía ser a través de una llamada —le aclaró—. Pero puedo asegurarle que usted no me interesa en lo más mínimo. —Lo señaló con la punta de su paraguas—. Pero Sherlock tiene toda mi atención. —Su sonrisa se borró de inmediato—. Mi deber es procurar su bienestar y eliminar de su vida todo aquello que pueda dañarlo —le advirtió—. Siéntese, doctor Watson, hablar de Sherlock nos llevará un largo tiempo. —Mycroft caminó hacia una de las sillas y tomó asiento, guardó silencio esperando a que John hiciera lo mismo. Apretando los puños él lo hizo.

Siempre fuiste tú (Johnlock)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora