Pasaba algo raro, estaba seguro. Ryuji jamás se había considerado a sí mismo como alguien supersticioso o que se dejara llevar por simples corazonadas, pero esa horrible sensación no desaparecía, desde que Serena había aparecido en sus vidas. Literalmente había salido de la nada, pero el que ni Hiromu ni Yoko parecieran preocuparse por ese hecho, le hacía sentir que esa niña había conseguido volverlo un paranoico. No era mala, no había intentado hacer nada malo contra ninguno de ellos; es más, los había protegido de ese extraño hombre. Aun así, no podía quitar el dedo del renglón con esa situación. Y sabía que era mejor hacerse cargo por su cuenta.
Pero la pregunta de Jin, más extraña de lo común, lo convenció de que no podía seguir así. Todavía la escuchaba en su cabeza:
"Oye Ryuji, ¿qué le pasa a una persona si bebé Enetron?"
Él había estado ahí cuando Jin nació. Lo conocía casi tan bien como sus propios padres, e incluso había sido el científico a cargo de explorar la presencia del programa Anti-Vaglass en su sistema. Así que estaba completamente seguro que, detrás de esa pregunta, tenía que estar una situación que involucrara a Serena.
Con eso en mente, llegó al único sitio donde parecía haber respuestas: el Orfanato de Tokio, el único lugar al que le había llevado su primera investigación sobre la chica. Era un edificio bien cuidado, más parecido a una escuela que a una organización gubernamental, del cual provenían gritos y risas infantiles. No pudo resistir sonreír con ternura al ver a varios de los infantes jugar en el jardín del frente, quienes lo miraban curiosos pero no le dedicaban demasiada atención. Otra cosa seria si, en lugar de un hombre solitario, fuese una pareja la que se dirigiera a la entrada.
Apenas dio su nombre a la recepcionista, lo llevaron a la oficina de la directora. Ahí ya le esperaba una mujer de unos 50 y tantos, con su cabello plateado recogido cómodamente en una coleta. Al verlo le dedico una sonrisa, indicándole con un ademán que tomará asiento, mientras dejaba a un lado los papeles que revisa y se acomodaba los lentes.-Usted debe ser Ryuji Iwasaki- dijo con un tono amable. –Debo admitir que me sorprendió una llamada del EMC, pero aún más que se hablará de una emergencia. Dígame, ¿qué puedo hacer por usted?
-Perdone si llegue a alarmarla, pero me era importante hablarle en persona- Ryuji hizo una ligera inclinación de disculpa. -Le agradeceré que lo que voy a comentarle lo maneje con discreción.
-Tiene mi palabra- asintió la mujer.
-Me imagino que el Departamento de Misiones Especiales le puso al tanto del paradero de una niña, que solía estar a su cargo hace unos años.
-¡Ah! Sí, así es. Se refiere usted a Serena Jikken, ¿tengo razón?
Ryuji movió la cabeza afirmativamente.
-Debo admitir que me sorprendió saber nuevamente de ella- continuó la directora. –Desde que fue adoptada le perdimos el paradero, y le confieso que esa siempre fue una situación que me puso nerviosa- se inclinó hacia delante, colocando ambas manos encima del escritorio. –Ella siempre fue un caso particular... Su- pensó por un segundo -, situación la ponía en un enorme riesgo cuando se pensaba en su posible adopción.
-¿Se refiere a su habilidad especial?
-Sí, precisamente.
Ryuji no pudo evitar torcer el gesto. Esa mujer no lo sabía, pero la gran mente de la pequeña era solo la superficie. Pensar en que habría ocurrido con ella si alguien se hubiese enterado del todo sobre lo que le sucedía; la habría convertido por completo en un fenómeno.