Confianza

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Debido a que los daños físicos que sufrieron fue por los programas en su sistemas, tuvieron que ser llevados a la central del EMC, donde el jefe Kuroki los esperaba.

Sus heridas estuvieron sanas pronto, pero la chica desconocida tuvo que quedarse más tiempo en tratamiento, ya que nadie podía saber el porque no tenía voz. Trataron de comunicarse con ella, pero se rehusaba a escribir o a utilizar algún método de comunicación. Difícilmente reaccionaba, quedándose sentada en la cama y mirando fijamente un punto en la pared. La dejaron en una habitación con una ventana, donde podrían observarla día y noche.

El equipo acostumbraba observarla desde así, extrañados por su actitud.

-No hay ningún registro de ella en los archivos del EMC- dijo Ryuji, ese día mientras la miraban. -Ni tampoco la han reportado como extraviada.

-Es muy curioso como es que también resultó herida- dijo Kuroki. -Por lo estudios sabemos que es una chica completamente normal, pero esa explosión solo los afecto a ustedes por su ADN.

-Debe de sentirse muy asustada- dijo Yoko.

-Y por eso no nos permite saber nada de ella- dijo Ryuji. -¿Qué debemos hacer entonces?

Todos miraron a Hiromu, quien permanecía observando a la chica en silencio. Le parecía muy curioso su estado y no pudo evitar recordar el día en el que Messiah apareció por primera vez.


-Hasta que estemos seguros, lo mejor es que todos se queden aquí- dijo Kuroki. -Tenemos que estar seguros que sus habilidades no se hayan salido de control.

Yoko y Ryuji asintieron.

Al sentir como jalaban de la chamarra de su uniforme, Hiromu volvió a la realidad. Bajo la vista y vio a su hijo, quien sostenía un paquete de en su mano libre.

-¿Puedo entrar con ella?- preguntó. -La comida de hospital sabe feo y se que le gustara algo más dulce.

Hiromu miró a Kuroki, quien asintió.

-Esta bien. sonrió y tomó a su hijo en brazos. Lo llevó hasta la puerta y en cuanto la abrió, lo dejo entrar solo en la habitación.

-Hola- dijo el pequeño Jin, mientras subía al pie de la cama y se acomodaba frente a ella.

La chica pareció despertar de su trance y lo miro, permaneciendo seria.

-Todos estamos preocupados por ti- dijo él, mientras abría el paquete de galletas. -Los doctores dicen que esta bien, así que no te preocupes.

Sacó una galleta y la puso en la mano de la chica. Ella la miró extrañada, como tratando de reconocer que era aquel objeto.

-Son galletas- dijo él, poniéndose una en la boca. -Te gustaran, prueba.

Jin tomó su mano e hizo que se llevara la galleta a los labios. Ella dio una mordida y pareció disfrutarlo, porque sonrió.

-¿Ves? Es rico.

Ella asintió. Rápidamente se comió la galleta y él le entrego otra.

-Se porque estas asustada. Yo también lo estaría sino conociera a nadie- señaló hacía la ventana, donde todos los observaban. -El del traje militar es Takeshi Kuroki, jefe de la Unidad de Misiones Especiales del EMC- ella asintió, indicando que sabía a quien se refería. -El de azul es Ryuji-san, también conocido como Blue Buster. Los otros 2 son mis padres, Red y Yellow Buster, Hiromu y Yoko Sakurada- el pequeño hizo un gesto, mostrando que le era extraño llamar a sus padres por sus nombres.


Para sorpresa de todos, la chica se comenzó a reír.

Jin sonrió, sintiendo que había logrado algo grande.

-Y yo me llamó Jin, Jin Sakurada- se presentó, extendiendo su mano. -Me llamaron así en honor de Masato Jin, quien solía ser Beet Buster.

Ella estrechó su mano, sonriendo.

-Se... Se...- trató de hablar.

El pequeño abrió los ojos con sorpresa, pero permaneció en silencio.

-Se... Se-re-na- dijo finalmente.

-¿Serena? ¿Ese es tu nombre?

La chica asintió.

-Mucho gusto- dijo Jin sonriendo.

Desde la ventana, todos miraban asombrados. Kuroki sonrió satisfecho.

-Eso es un avance- dijo. -Tal parece que es una buena opción que conviva con el pequeño Jin.

-Tenemos que averiguar quien es y que hacía en el hangar- dijo Ryuji.

-¿Creen que pueda ser una espía?- preguntó Yoko, quien parecía ofendida con la idea de que sospecharan de una niña de solo 14 años.

-Mientras no estemos seguros de nada, no podemos confiar del todo- dijo Hiromu.

Ella asintió algo resignada, mirando de nuevo a donde Jin y Serena comían galletas alegremente.

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