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|| Marinette ||

Luego de unos divertidos minutos de camino al local que quizás sería mi nueva sucursal bajamos del auto y nos adentramos con calma al establecimiento donde inmediatamente nos encontramos a la persona quien nos daría el recorrido. Era espacioso, bastante grande pero con un toque acogedor, en las paredes habían algunos grandes espejos como parte de la decoración. El chico que se encargó de darnos el recorrido nos dejó a solas a Adrien y a mi por unos momentos a atender una llamada, inspeccioné minuciosamente el lugar y me detuve al sentí la curiosa y hermosa mirada esmeralda de mi acompañante pero no lo miré, le di la espalda fingiendo observar el lugar mientras que lo miraba de reojo.

Me recorrió de pies a cabeza y sentí un escalofríos en mis extremidades esbozando una mínima sonrisa y lo encaré poco a poco.

- Y bien...¿qué te parece? -pregunté curiosa posicionándome a su lado. Note su hermosa sonrisa para luego mirarme.

- Está bastante bien...tienes buen gusto -me guiñó el ojo y yo reí un poco enroscando un poco de mi cabello en mi dedo- Hey, siempre lo has tenido.

- Bueno, gracias, la verdad es que cuando lo vi por internet quise inspeccionarlo.

- Disculpen, ya volví...¿y bien señorita Dupain? ¿Qué le parece? -el chico encargado me miro y sonreí de forma suficiente, la verdad es que el lugar me gustaba mucho y con un poco de decoración estaría más que bien.

- Lo compro, me parece genial para mi tienda, es bastante espacioso y cómodo, sin dudas me lo quedo... -el chico cerró el trato con un apretón de manos y asintió.

- Bien, ya luego haremos los trámites. Fue un gusto conocerla, igualmente Señor Agreste -le dio un apretón a Adrien y el hizo un gesto con la cabeza.

- ¿Nos vamos? -me miro con sus hermosas esmeraldas que...¡Joder! Me encantaban, tenían un brillo especial, me hacían sentir en calma, asentí bobamente y nos retiramos del local hacia el auto. Luego de unos segundos en silencio mientras salíamos del local habló.

- Me prometiste un café -Adrien me miró divertido y asentí en risas.

- Lo sé...pero sólo si me permites invitar -dije en un pobre intento para convencerlo, ¿qué? Fue un intento...uno muy pobre

- No podría Mari, ¿qué clase de caballero sería si dejaría que una hermosa dama pagara? -nos adentramos al auto y suspiré.

- Adrien...

- No te atrevas a negarte...

Bien, No iba a discutir por algo tan banal como lo era ello.

- Solo si en la próxima me dejas pagar a mi, además ¿qué clase de persona se negaría a la comida gratis? -exclamé divertida, a lo que él soltó una risa y encendió el motor del auto. Me sentía muy bien con su compañía...es decir, me sentía yo misma.

- Acepto la propuesta, solo si me das de los croissants de tus padres, rellenos de chocolate... -me ojeó travieso mientras conducía por las nubladas calles de París. Curioso ya que aún así estuviera nublado y con muy poco sol el clima era de lo más acogedor y podías ver a las personas entrando a uno que otro establecimiento para tal vez comer o tomar algo para combatir el frío.

Rodé los ojos y asentí.

- Bien...No importa si los hago yo ¿no? -sonreí.

- Hola De Nuevo, Marinette...- ᵃᵈʳⁱⁿᵉᵗᵗᵉ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora