Capítulo 6

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Despertar jamás había sido tan glorioso como hacerlo a lado de la persona que le llenaba de un sentimiento nuevo y maravilloso. Así se sentía Severus Snape, quien tratando de no despertar a su castaña se estiró silenciosamente. Ella se encontraba a su lado, durmiendo plácidamente y no era para tanto, luego de haberlo hecho por primera vez, en la madruga lo volvieron a hacer unas tres veces más, claro que tomando las precauciones necesarias para no ser padres a tan temprana edad. Traía una sonrisa tonta al recordar todo lo que hicieron el día anterior, ella era maravillosa y se había entregado a él.

— Buenos días —se escuchó una voz somnolienta en la habitación.

— Buenos días. —se acercó a ella para mimarla.

Hermione se veía cansada, pero muy feliz. Se sentía como en un sueño al despertar al lado de una persona maravillosa que la comprendía en todos los ámbitos. Él se acercó cauteloso y le besó la mejilla, luego la otra mejilla para luego continuar con su frente, su barbilla, sus labios, su cuello y así fue repartiendo besos por todo su cuerpo hasta llegar al vientre de la castaña.

— Severus. —susurró.

— Mmm...

— Debemos ir al gran comedor. —dijo tratando de ahogar un gemido cuando el llegó a su feminidad.

— Eso puede esperar, por ahora deseo desayunarte. —dijo levantando un poco la cabeza para verla.

Severus con movimientos lentos empezó a mover la lengua en forma de círculos en el clítoris de Hermione, que al sentir el contacto de él, empezó a vibrar por lo bien que se podía llegar a sentir. El pelinegro empezó a succionar el clítoris suavemente y Hermione empezó a sentir que en cualquier momento se volvería loca, Severus al ver aquello, aumentó su velocidad hasta que sintió que ella se había venido.

La castaña, se encontraba feliz y sudorosa, pero Severus sonrió porque aún no había terminado. Severus sacó su miembro ya erecto de su bóxer y poniendo a Hermione boca abajo, ayudándola a que se sostuviera con sus brazos y encorvara más la espalda, le susurró.

— Eres mucho más hermosa por la mañana. —y la penetró de una sola estocada.

Hermione gimió por la intromisión, pero se sentía bien tener a Severus en su interior, golpeando sus paredes vaginales, pidiendo a gritos que solo fuese suya. El pelinegro le levanto un poco su trasero y moviendo sus brazos sobre su cabeza aumentó la velocidad, sentía como ardía su interior y como el miembro de su amado tocaba hasta el límite de su útero. Severus le besaba la espalda y dejaba pequeñas marcas para demostrar que aquella chica solo era de él y que nadie más la podía tocar. Fue golpeando más fuerte en su interior de ella, que en la habitación, solo se podían escuchar los gemidos de ella y de Severus, hasta que por fin ambos pudieron llegar al tan ansiado orgasmo.

Ambos terminaron exhaustos acostados en la cama y sudorosos.

— ¿Ahora sí terminamos? —dijo agitada Hermione.

— No me pruebes —dijo con una sonrisa.

— No, dime que ahora sí paramos. —dijo pálida. Sentía que ya no podía más.

— Tranquila, yo ya no puedo más. —la miró con una pequeña sonrisa.

Severus posó su mano en el vientre de Hermione y haciendo un hechizo anticonceptivo no verbal se sintió más aliviado.

— Hay que bañarnos. —se paró de la cama, esperando a que Hermione lo acompañase.

— ¿Juntos?

— Sí, juntos. —la jaló hacia él para cargarla y llevarla hasta la ducha.

No se podía sentir más dichoso al estar a su lado. Se sentía completo.

Luego que ambos se bañaran y se alistaran, Hermione se fue primero porque no quería meterse en problemas por no dormir en su habitación, así que si se encontraba con alguien, diría que se había metido en el baño de prefectos.

Al llegar al comedor vio que aún seguían los invitados del baile, por lo que Hermione se dirigió dónde se encontraba Harry y Ginny, había extrañado mucho a su amigo y el día anterior no había hablado mucho con él.

— ¡Harry! —lo abrazó.

El eludido observó a su amiga y sonrió, se alegraba mucho de verla feliz luego que no pudiera recuperar la memoria de sus padres. Ansiaba preguntarle mucho sobre el muchacho con el que se encontraba acompañada el día anterior y que la había llevado a su habotación, pero no lo veía prudente. Solo sabía que era pariente de Snape y que era una copia de él, había indagado un poco buscando información, pero solo había encontrado que todos los parientes de Snape estaban muertos y que por el lado muggle, era mejor no investigar porque sería en vano.

— Te he extrañado. —sonrió. — ¿Cómo has estado?

— Bien, a punto de terminar el último año. —habló emocionada.

— ¿Y el muchacho de ayer? —trató de sonar neutral.

— ¿No ha venido aún?

— Pues no lo he visto. —dijo Harry como si nada.

En la Dirección se encontraba la profesora McGonagall observando fijamente al muchacho de mirada seria frente a ella. Se encontraba muy molesta y a la vez muy decepcionada por su comportamiento tan inmaduro. No sabía cómo empezar con el tema, especialmente porque no quería que el muchacho pensara que tenía algún problema con él y la verdad era que no lo tenía, lo había conocido muy bien hasta su edad adulta y aunque al principio lo juzgo mal, luego supo que era un hombre muy valiente y que solo fue una víctima más de la guerra.

— ¿Sabes por qué te he llamado, Severus? —empezó.

— Porque me odia y seguro ha encontrado algo para castigarme.

— No, solo que hoy vi salir a Granger de tus aposentos.

Severus se removió incomodo al escuchar aquello, hasta se había sonrojado un poco, porque ya sabía por dónde iba el tema.

— Solo quiero decirte que tú en este tiempo eres profesor y le llevas como diecinueve años y el comportamiento que has tomado no es el de un adulto.

— Pero es que no soy un adulto. Solo quiero ser un adolescente normal, terminar la escuela y tener una vida con ella. —dijo molesto por compararlo con aquel hombre que era supuestamente.

— Lo que trato de decir es que tienes que volver a tu versión adulta.

— Pero no quiero. —se paró iracundo. — ¡Aquí tengo una segunda oportunidad!

— Lo que...

— ¡Expecto Patronum!

De la punta de la varita de Severus salió una gran luz blanca con forma de un Tordo muy brillante que voló por toda la oficina, dejando estupefacta a la Directora por la belleza del ave.

— Yo la amo de verdad.

Y dicho eso, salió de la habitación, dejando a Minerva sin palabras en la boca, pues jamás había visto un Expecto Patronum que tuviera tal intensidad.


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Sé que no es lunes, pero ya les traje el nuevo capítulo. Espero que les guste jeje

Estos días dee cuarentena se me han hecho dificiles, más porque le da a mi cerebro más tiempo para pensar y no me gusta pensar, en fin, no estoy para contarle mis problemas. Los quiero mucho queridos lectores, espero que disfruten el capitulo como yo disfruté escribirlo. Nos leemos el proximo lunes.

Recordando el pasadoWhere stories live. Discover now