Capítulo 17

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Severus tenía entre sus dedos un ejemplar de "El Profeta", su rostro cetrino tenía marcado una expresión amarga, pues el titular del periódico no le había gustado para nada. Sentía como la bilis subía lentamente por su garganta queriendo salir por su boca. Tiró el periódico arrugado al suelo y evitó decir una grosería, por respeto a Hermione y a su pequeño hijo que miraban en silencio desde el marco de la puerta del pasillo.

— ¿Cómo es posible que hayan relacionado todo de este modo? —habló nerviosamente Hermione.

— Una fuente anónima dice. —Severus miró al vació pensativo.

— Pero ahí dice que me violaste y que por eso desaparecí del mundo mágico. —dijo entre lágrimas.

Él se levantó del sofá y se acercó a Hermione, alzó su rostro dulcemente y la vio directamente a aquellos ojos color miel que tanto lo volvían loco. Trató de sonreír, pero solo le salió una mueca extraña, por lo que optó por rodear con sus brazos su cuerpo delgado y abrazarla para reconfortarla.

— Tranquila, yo lo solucionaré. —susurró.

— Pero sale el rostro de nuestro hijo. No quería exponerlo de esta manera, tan solo es un niño. —lloró más fuerte sobre el pecho del hombre que amaba.

— El responsable lo pagará muy caro. —siseó aquel hombre con la mirada oscura. Nadie se metía con su familia y salía airoso.

El gran Harry Potter había entrado en un momento muy privado, pero por su cara demostraba que no traía muy buenas noticias. Pues en su mano derecha tenía un sobre amarillo sellado que solo traía más malas noticias. Su amiga, Hermione aún lloraba sobre el pecho de Snape y el pequeño Sebastián miraba con culpa a sus padres, pues por alguna extraña razón se sentía responsable del derramamiento de lágrimas de su madre.

La llegada de Harry, solo tensionó más el ambiente, especialmente por la mirada que le estaba dedicando Snape al hombre de anteojos.

— Te dije Potter —escupió su apellido con amargura. —Que tuvieras cuidado.

— Señor, yo...

— ¡Mi hijo está en la PUTA portada del Profeta! —le interrumpió gritando colérico. Sobresaltando a Hermione que aún se hallaba en su pecho.

La vena del cuello de Snape sobresalía palpitante y su rostro cetrino había cambiado de color a uno medio rojizo. Harry se encogió en su lugar, le recordó al Profesor de Pociones que lo odiaba y siempre le paraba gritando o castigando.

— He movido a mis hombres para que investiguen sobre el tema, señor. —trató de sonar tranquilo.

— ¡Esos ineptos que van a saber investigar! —volvió a gritar. —Ni siquiera entiendo para qué has venido —escupió con veneno.

— El Ministerio le ha enviado una carta, señor. —se acercó temeroso hacia aquel hombre imponente.

Snape le arrebató el sobre amarillo a Harry y la abrió para leer el contenido. Su rostro volvió a aquel tono cetrino y frunció más el ceño, lo que faltaba. Que el ministerio metiera las narices dónde no le incumbían.

— Esto es una mierda. —tiró el pergamino contra la pared y se fue de la habitación muy molesto.

Harry miró preocupado por la situación a su amiga, que se había hecho un ovillo y lloraba sobre sus rodillas, siendo consolada por su hijo, que la miraba con tristeza y trataba de consolarla con algunas palabras suaves.

Se había aparecido en el ministerio, aquellos ojos negros tenían un brillo siniestro, provocando que aquel que se le cruzara en el camino lo mirasen con miedo y lo evitasen. Los murmullos se hicieron presente y miraban al hombre desde lejos, aquello aumentó más la ira del pocionista.

Recordando el pasadoWhere stories live. Discover now