Re-ajuste

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Después del lamentable espectáculo de la noche anterior, me desperté en el que era el primer día de mi segunda semana en Inglaterra. Nada más poner un pie en el suelo, me invadió una sensación de esperanza que me invitaba a pensar que esa semana iba a ser mucho más emocionante que la anterior. Y no estaba equivocado...

Estaba a punto de cerrar mi primera mañana cuando Marian, la jefa de estudios, entró en mi clase y me llevó a otra con el pretexto de que yo era demasiado joven para ese grupo. La tutoría en cuestión era un conjunto de chavales de 16-17 años, y por qué me pusieron ahí, os estaréis preguntando. Pues la verdad, y no es por ser egocéntrico, pero es que tengo un nivel relativamente alto para mi edad. Así que después de tener que abandonar ese lugar, la vieja gorda me llevó a una clase un tanto más grande que la anterior, eran el doble de alumnos y con una edad media de 10-12 años, para que os hagáis una idea.

A pesar de todo, mis expectativas de mejora se derrumbaron aquella mañana: mi clase de mañana seguía siendo entre pesada y aburrida. Mi profesor, que como ya advertí era un poco extraño, nos contó una anécdota digna de mención.

Todo empezó cuando alguien le preguntó por su recurrente uso de la palabra alemana "kaput". Él dijo que se trataba de una larga historia, pero nosotros queríamos oírla. En su juventud, había vivido en Finlandia, país en el que acudía habitualmente a un "Streap Club". Una noche, tras una actuación de las prostitutas, se le acercaron unos turistas alemanes a preguntarle si el espectáculo había acabado. Él, que no hablaba alemán, respondió "Show not kaput." y ellos lo comprendieron. Fue ahí cuando empecé a preguntarme si me encontraba en un campamento o en un manicomio, al tiempo que le suplicaba a todas las divinidades habidas y por haber que me sacaran de esa clase.

No os voy a engañar, mi ego cayó en picado. Tras esa clase me fui a desahogarme al saco de boxeo que había en una habitación sucia a la que llamaban "gimnasio".

Pero bueno, la clase estaba compuesta por cada elemento, que no veas... Por la zona del medio tenemos a las "Gossip girls", "el trío de mosquetras" ,"la squad", compuesta por Jessy Berasategui, la sobrina del director y  Monica Ricci, la amiga por excelencia de Jessy. Eran como el yin y el yang, eran el equilibrio perfecto. El perfecto descontrol reencarnado en dos chavalitas. Y ya cerrando el equipo, tenemos a Eva, estaba como un cencerro.

Si miramos hacia las alas de la clase tenemos al segundo grupo de personas. Alejandro Palop, un torbellino de niño. Su hermana, que era todo lo contrario, un encanto. Carlos Zorzo, un bonachón de primera clase. Y por último Carla, no tiene nada de especial.

Esa tarde, Marian, la directora de estudios, también me cambió de profesor de tarde. Y, sorprendentemente, me colocaron en el mismo grupo que mi compañero de habitación, Rafa. Parecía que el destino y la magia de aquel lugar tenía predestinado que nos conociéramos. El profesor que se ocuparía de nosotros durante las tardes de las dos siguientes semanas se llamaba Philip, y era un cura muy devoto que siempre vestía de negro a pesar del calor.

No ha sido hasta hoy cuando verdaderamente me he dado cuenta de la presencia de este chico y del carisma que arrastra con su personalidad, además de contar con cierto intelecto y madurez que en el fondo de mi me provocó una sensación de admiración. -A ver si me va a hacer la competencia, pensé irónicamente.

Antes tuvimos una pequeña reunión con una monitora y Marian, en la que nos asignó a cada uno de nosotros en nuestras respectivas clases de tarde. Cuando llegué al aula me encontré a dos niñas sentadas delante, y para mi sorpresa también estaba el chico de la habitación al cual reconocí de inmediato.

La clase de la tarde, incluso sin hablar del profesor, era una verdadera joyita. Solo éramos cuatro: Rafa, dos chicas de Bilbao que estaban como una regadera (lo que parecía confirmar mi teoría del manicomio) y yo. Me senté al fondo del aula con Rafa y nos pusimos a charlar. ¡Realmente era majísimo! Recuerdo haber pensado que ese lugar podría estar a punto de ponerse mucho más interesante.

Después de hablar un rato nos dirigimos a nuestros sitios, que por cierto estaban al final de la clase. ¡Éramos unos malotes! [en nuestra cuenta oficial de instagram "acampa_dos" podréis encontrar una foto de ese mismo instanteBueno la clase estaba por comenzar, y no os miento cuando os digo que el profesor llevaba todas las prendas de ropa negras habidas y por haber. Y cuando al hombre lo ves sudando,  en vez de quitarse uno de sus 5 abrigos, cogía y se ponía el ventilador al lado. Eso no sería un problema si no oliese como un dulce vaso de leche podrida o  estuviésemos en plena ola de calor, con una media de 35º.

A la hora del pequeño descanso que teníamos todas las mañanas, compré una tableta de chocolate y me senté frente a la sala que se habilitaba como discoteca todas las noches. Al lado mío se sentó Rafa, ese chaval tan simpático que había conocido el domingo y que estaba en mi clase de tarde. Por cortesía, le ofrecí un poco, y él aceptó sin pensárselo. Eso me produjo confianza, ya que parecía una persona decidida y poco tímida.

Acababa de salir de clase y me fui hacia la puerta de la disco, que es donde había quedado con mi nuevo amigo.-Mira, ahí está. Le saludé con la mano. Entramos al "Holy Bar", una forma del director de sacarnos todo el dinero posible, pero no nos vamos a engañar, era muy cómodo ir ahí y comprarte tu "Orange Tango". ¡El mejor refresco del mundo! Tras nuestra adquisición nos fuimos hacia abajo para charlar un poquito, todavía no tenía mucha confianza con Pablo. Pero justo en ese momento me ofreció chocolate kinder. Seguro que lo hizo por cortesía, pensé. Pero yo que tenía más cara que espalda se lo acepté sin dudarlo un segundo. La cara que se le quedó era para echarle una foto, el pobre estaba desubicado y con media barrita de kinder menos.

Tras ese peculiar descanso, me fui a mi clase habitual, esa que me desagradaba porque la mayoría de los alumnos eran mayores que yo. Entré en el aula y ahí me estaba esperando la directora de estudios. Me dijo que había una nueva clase formada por alumnos con el mismo nivel que yo pero, además, con una edad parecida a la mía. Esperanzado, la seguí para encontrarme delante de la clase 32, en cuyo interior distinguí inmediatamente la cara de mi amigo, el cual se parecía alegrar de mi presencia

Fue justo unos instantes después de volver del patio cuando sin previo aviso entró Pablo junto a Marian en mi clase. La profesora introdujo al nuevo alumno, pegué un pequeño brinco de emoción y cuando la profesora notó que era amigo mío me pidió que le explicase lo que estábamos haciendo.

La clase de mañana en la que me encontraba a partir de ese momento era cuanto menos peculiar: estaba compuesta por gente menor o de edad igual a la mía y con carácteres diversos. De entre ellos destacaban principalmente Jessy Berasategui, la sobrina del director, y sus dos inseparables amigas Monica Ricci y Eva.

Mi profesora, Alexandra, era mucho más simpática e interesante que el anterior maestro que yo había tenido: sus métodos de enseñanza eran muy originales y su peculiar estilo de vida (era vegana y muy animalista) la volvían una persona agradable con quien pasar las primeras horas del día.

En definitiva el rumbo había cambiado, mi verano ha dado un giro inesperado de 180º, que remato el "re-ajuste" que uno necesite en estas situaciones.

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