Esto no es un adiós, es un hasta luego

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Y de esta forma, tras tres intensas semanas, llegamos a la cúspide del verano, al momento culminante de nuestra historia. El viernes 21 de julio de 2018 me levanté sin saber aún que ese día jamás iba a ser olvidado. Nada más abrir los ojos, recordé el mensaje que había recibido el día anterior: ¡Mónica quería hablar conmigo en el gimnasio prohibido a las 9:15!

La conversación de la noche anterior había acabado con un corazón por su parte, lo que no hacía más que elevar mis expectativas y la tensión que se respiraba cuando le conté la historia a Rafa, que parecía tan sorprendido que ni siquiera se burló de mí.

Hoy me había levantado un poquito tarde, eran cosa de las 8.30 como de costumbre me vestí y fui al comedor. Ya estaba sentado en la mesa con mis "chococrispis", pasaban los minutos y Pablo no venía... Qué raro, ese era nuestro momento sagrado.... Justo ahí fue donde recordé lo que me había contado Pablo la noche anterior sobre Mónica y un corazón, ¿tendría algo que ver?

Desayuné pronto, dejando tirado a Rafa en nuestra última mañana juntos.

Tras pasar por la habitación para coger unas cosas, me dirigí al gimnasio a la hora prevista. Ahí no había nadie. Nervioso, me puse a dar vueltas por la habitación esperando la llegada de Mónica en cualquier momento. Por fin, 10 minutos tarde, apareció, trayendo consigo a sus dos inseparables amigas. Me quedé muy sorprendido, ya que esperaba que fuese un momento más íntimo, razón por la cual no había traído a Rafa. En ese momento, Mónica me preguntó si quería salir con ella. Yo, apabullado por un millón de sensaciones que soy incapaz de describir, acepté sin pensármelo. ¡No me lo podía creer! Tras un incómodo silencio, salí de ahí, y me dirigí a mi clase.

Ya eran las 9.10 y me los tuve que comer a toda prisa porque llegaba tarde a clase; y ahí me lo encontré sentado justo al lado de Mónica y Jessy, todo empezaba a cobrar sentido... Es verdad que nos llevábamos más que bien con ellas, e incluso diría que ya pasamos la barrera de la amistad, ¿pero sentarse al lado suya? Eso ni hablar...

Yo me senté en mi sitio, me pasé toda la primera clase buscándole con la mirada, pero, claro, estaba demasiado ocupado mirándola y...

Cuando acabó la primera clase le arrastré conmigo hasta un pequeño cementerio de monjas que había justo al lado, le pregunté qué estaba pasando y él me lo contó, me quedé estupefacto, ¡estaba saliendo con Mónica!

Yo me alegré por él, en la segunda clase ya se sentó conmigo y pudimos llevar a cabo el debate cumbre de las 12,45 pm, ¿qué llevaríamos después?

Las clases de la mañana transcurrieron con normalidad: era el último día y estábamos de celebración. Yo, en cambio, no podía despegar mis ojos de Mónica, ya que aún seguía bajo estado de shock. Al terminar esas horas de aprendizaje que se me hicieron tan cortas como largas, comimos y bajamos al pueblo.

En un ambiente tanto melancólico, Pablo y yo nos estábamos comiendo lo que sería nuestro último Subway juntos... Irónicamente y a pesar de todo el tema de conversación no estaba relacionado con Mónica o Jessy, hablábamos sobre astros o la existencia de otras civilizaciones y todavía después de muchísimos años es una de las conversaciones de las que recuerdo con más cariño.

Ese día no había clases por la tarde, ya que asistiríamos a la ceremonia de graduación. Nada más bajar, nos pidieron que volviésemos al punto de encuentro a las 16:20. No sé si lo oímos mal o si algún joven monitor quiso hacernos una broma, pero el caso es que Rafa, Jorge, que era un amigo nuestro, y yo oímos cinco menos veinte en vez de cuatro y veinte.

Volviendo al hilo; Pablo y yo éramos bastantes responsables y como de costumbre estábamos 5 minutos antes del toque de queda. Cuando llegamos pudimos distinguir a lo lejos a cuatro monitores que reían junto a Luis, este último no tenía una expresión amigable que digamos. Cuando llegamos nos empezó a gritar, yo me lo tomé a broma, pero cuando vi que su tono de voz no disminuía entendí que no era ningún tipo de cachondeo: el toque de queda se supone que era a las 16.20, y no habría ningún problema si no hubiésemos llegado a las 16.40 porque el imbécil del CIT (counselor in training) confundió "y" viente con "menos" veinte.

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