Miércoles 6.

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— ¿Quién era el niño? — preguntó quitándose la camiseta.

— Se llama Narancia, vive en el piso de abajo.

— ¿Tiene padres o algo así?

— Su madre trabaja todo el día en un hospital de Florencia, no tiene padre.

— Ya veo, por eso le llevas comida ¿no? No tiene a nadie. — dijo mirando a la ventana, desapercibido de la oscuridad de la habitación.

— Lo conozco desde que tenía cinco años, hemos vivido en este piso juntos por seis años, en el restaurante siempre sobra comida así que... ya sabes.

— No conocía ese lado tan generoso de ti.

— Ahora lo sabes, a veces siento que soy como su mamá.

— ¿Otro hijo Buccellati? ¿Tú no te cansas de adoptar niños verdad?

— Bueno, pues cuando consiga un padre para ellos dejaré de adoptarlos a lo bruto. — rió. — Dime, ¿quieres ser su padre?

— Pensé que ya lo era.

La punta de sus narices estaban tan juntas que Bruno creía que iba a besarlo, pero no fue así, Leone lo tomó de la cintura y comenzó a dar pasos perdidos, como algún tipo de baile inventado en ese mismo instante.

— ¿Ya te dije que te ves muy apuesto con el cabello recogido? — sonrió dándole un beso fugaz.

— No, no lo habías hecho. - devolvió el beso con delicadeza.

— ¿Por qué viniste hasta acá Abbacchio? ¿Por qué te empeñas en seguirme?

— ¿Sonará muy cliché si te digo que estás acusado de hurto por robar mi corazón? — rió.

— Tal vez. —  pegó sus caderas con las del albino. — ¿Por qué no me esposas y me das un castigo?

— Según la Ley de Italia tienes fianza, Bruno Buccellati.

— ¿Y cómo puedo pagar por mi crimen señor policía? — le acarició la mejilla, mientras depositaba besos sobre su pecho mojado por la lluvia.

— ¿Quieres hacerlo hoy, amor?  — preguntó aún serio.

— ¿Te digo la verdad? Me siento cansado.

— Está bien.  — suspiró y se recostó al borde de la cama, cerrando los ojos.

...

[Ring]

[Ring]

[Ring]

— Abbacchio. — sonó una voz al fondo.

[Ring]

[Ring]

— Leone despierta.

— ¿Qué...? — masculló de dolor por dormir en una cama tan minúscula.

— Se hizo tarde, son las 7. — acarició su brazo, tratando de despertarle.

Abbacchio apenas pudo voltearse para verle el rostro, ligeramente hinchado de los ojos, sonrió cuando Buccellati tomó un mechón de cabello y se lo llevó detrás de la oreja.

Leone se recostó a la par de su amante, mirandose fijamente con una leve sonrisa matutina, sentía que se moría de alegría, habían pasado años sin despertarse así.

— ¿Si sabes que tienes que ir a trabajar, verdad?— Anunció.

— Puedo faltar por hoy, he trabajado lo suficiente todos estos años y faltar no me haría...

— No. — interrumpió. — Sabes que no tienes que hacer esto.

— Pero quiero, y es lo que me importa, quedarme contigo un buen rato así. Aunque sea jodidamente incómodo dormir contigo en esta cama tan pequeña. — rió.

— Podemos vernos otro día.

— Sabes que no puedes.

— No se lo diré a nadie, prometo correr ese riesgo por ti.

— Es precisamente eso, no quiero que corras ningún riesgo por mi. Prefiero arriesgarme yo viniendo hasta aquí.

— Hay que vernos, otro día que no sea miércoles.

— ¿Qué idea se te ocurre?

— Escaparnos un buen rato. — Sonrió.

Un pequeño regalo, espero les guste

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Un pequeño regalo, espero les guste.

Nicole.

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⏰ Última actualización: Jun 02, 2021 ⏰

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