Emma escogió un vestido largo y ajustado para el baile de caridad. Era de seda azul con una cinta anudada al cuello y un poco de vuelo a partir de la rodilla. Llevaba un sombrero discreto a juego, zapatos de tacón y un bolso de noche con pedrería. En cuanto a las joyas, se reducían a una cadena de oro de la que colgaba un diamante, pendientes a juego y una pulsera. El maquillaje era mínimo: un poco de rosa en los labios y un moño en lo alto de la cabeza.
El prestigioso baile debía su éxito al activo comité que lo dirigía, a la lista de invitados de la alta sociedad que asistía y al delicioso menú, ademas de al espectáculo. Era el más esplendoroso de los eventos sociales de Melbourne, y sus fondos se destinaban a la Fundación para la Leucemia.
Regina estaba soberbia con su traje de etiqueta femenino. Acentuaba sus hombros y su estatura. Sus zapatos de tacón altos, pelo suelto y maquillaje mínimo a excepción del rojo de sus labios. Su imagen era una mezcla de formalidad y sensualidad latente, y el aura de poder que la rodeaba causaba un efecto letal.
—¿Lista?
—¿Para la batalla? —sonrió ella.
—¿Es así como ves el baile de esta noche?
—Bueno, será una ocasión para lucirse. Con los intérpretes de siempre.
Incluyendo a Rubí, reflexionó Emma mientras rogaba para que, al menos, no se sentara a la misma mesa. Sin embargo, los dioses no escucharon su plegaria. Nada más sentarse en los lugares que tenían reservados, Emma vio el nombre de Rubí en la tarjeta que había junto a la silla de Regina. ¿Debía quizá cambiarla a escondidas? Emma no le dio más vueltas. Rápidamente la cambió por la de en frente.
La agradable compañía de Zelena e Ingrid fue recibida con una sincera bienvenida. Regina y Zelena eran de la misma estatura, y sus hombros y su manera de moverse eran muy semejantes. Hasta sus rasgos faciales eran parecidos, salvo que una era morena y la otra pelirroja. Sus padres eran hermanos, y los dos habían salido al extranjero a hacer fortuna. Zelena vivía en Sidney con su mujer y sus dos hijos, y tenía negocios con Regina. Emma estrechó cálidamente a Ingrid.
—Me alegro mucho de verte. ¿Cuándo habéis llegado?
—A mediodía. Zelena sólo ha utilizado el móvil una vez, y todavía no ha abierto el ordenador portátil. Yo, en cambio, he llamado ya dos veces a la niñera.
—¿Es la primera vez que dejas a tus hijos solos en casa? —rió Emma.
—La segunda, pero no me resulta más fácil por ello.
—Ingrid siente una necesidad compulsiva de llamar a casa constantemente para preguntar por los niños —explicó Zelena mientras besaba a Emma en la mejilla.
—Pues claro —contestó Ingrid.
—Nos sentaremos juntos en la mesa —indicó Emma viendo a Ingrid tomar asiento y dando palmaditas en la silla de al lado para que se cambiara de sitio.
—Siéntate conmigo, tenemos mucho de qué hablar.
Sonaba una música de fondo, y la mayor parte de los invitados se habían sentado ya. Solo quedaban dos sitios libres en su mesa. Rubí hizo una entrada espectacular con un vestido rojo pegado al cuerpo. Emma se quedó de piedra al ver quien iba a su lado. Era Killian Jones. Hacía tres años que no lo veía.
Desde entonces, él no había hecho otra cosa que insinuarse a las mujeres. Jóvenes, o no tan jóvenes, eso no parecía importarle. Era un playboy, un fotógrafo profesional que aprovechaba su trabajo para introducirse en sociedad.
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¿Conveniencia o Amor?
FanfictionCasarse con Regina Mills le había dado a Emma un enorme privilegio, llevar una vida de lujo y glamour. De día, dirigía su propio negocio, y de noche compartía cama con su sexy y apasionada esposa. Regina era todo lo que una mujer podía desear... y m...