"Trastorno obsesivo-compulsivo"
Por suerte, reaccioné rápido, lo acomodé de manera que expulsara la sangre y no se ahogara con ella.
Después de ello lo ayude a ponerse de pie y lo acomodé en el sillon, golpeando sus mejillas, para que no quedara inconsciente.
—No te duermas Scott.
Dije tratando de parecer firme, aunque en realidad estaba muy nerviosa.
Él hizo un mueca de asco, la cual ignoré solo por que se estaba muriendo.
Corrí al baño por el botiquín de primeros auxilios, y aproveché para lavarme muy bien las manos.
Levanté su camisa dejando sus heridas y moretones a la vista.
La herida del estomago era la mas grande así que ignoré las demás y empecé por esa.
Me coloqué los guantes por higiene y Scott me lo agradeció.
Ese chico estaba obsesionado con las bacterias, no creía que fuera muy normal, aunque bueno, en esa casa nadie lo era.
—¿Qué te paso? —pregunté para no permitir que se durmiera.
—Me caí —mintió.
Rode los ojos.
—Scott, tienes que confiar en mi.
Resoplo.
Vi un arañazo en su hombro.
—¿Un hombre lobo? —pregunté.
El abrió la boca y la cerró en varias ocasiones, quizás preguntándose como yo sabía de eso.
—Vampiros —confesó.
Lo miré esperando que fuera una broma, pero no fue así.
—En verdad ya nada me sorprende —exclame negando con la cabeza.
El emitió un gemido de dolor cuando hice presión en un morete por accidente.
—Lo siento —me disculpe buscando la anestesia.
Llené la jeringa y la golpeé con mis dedos para hacer desaparecer las burbujas, limpié la herida con el algodón, y inyecte la anestesia.
El se quejó un poco, pero cuando la anestesia hizo efecto... se tranquilizó.
Limpié la herida de nuevo y empecé a suturar, al final le vine dando catorce puntos a la herida.
Sonreí con satisfacción al ver mi trabajo, había sido algo muy limpio.
—Ya no morirás —le hice sabe.
—Ojalá lo hiciera —lo escuché susurrar, pero lo ignoré, porque estaba segura de que él no habría querido que yo lo escuchara.
Continúe limpiando cada una de sus heridas, algunos eran raspones, moretes, arañones, y hasta chichones en la cabeza.
—¿Ustedes son vampiros? —pregunté mirándolo con desconfianza.
—Si lo fuera no me viera como la mierda en estos momentos —contestó acomodandose mejor en el sofa.
—Bueno ¿Por qué tienes problemas con que te toquen? ¿Y por qué te cuidas tanto de las bacterias?
El suspiró.
—Sufro del transtorno
obsesivo-compulsivo —confesó —Y bueno, digamos que esos son síntomas comunes —fue sincero.Sonreí y me levanté para traerle algo para que comiera.
—Lía —me llamó Scott.
—¿Sí?
—Gracias —y eso me sorprendió mas que el hecho de que el haya sido atacado por vampiros.
—De nada.
—Lía —volvió a llamarme.
Lo miré esperando a que hablará.
—¿Podrías no decirle a mis hermanos lo que pasó? —pidió bajando la mirada.
—Claro pero... ¿Por qué? —pregunté sin comprender.
—Es complicado, ellos ya tienen mucho con buscar a Jordan y mantenerte a salvo a ti —tragó saliva —ya es suficiente con que yo no pueda ayudarlos por mi transtorno, así que prefiero mantenerlos al margen de mis problemas —sonrió con tristeza.
—No diré nada, pero si necesitas algo, cualquier cosa, aquí estoy para ti.
—Gracias —contestó con sus ojitos brillosos.
Sonreí y fuí a la cocina, preparé fruta picada para Scott y una manzana picada para mi con chile en polvo.
Llegué a lado de Scott y me senté con él, él ya se había colocado la camisa y su rostro no estaba golpeado por lo que no había problema en ocultar lo que pasó.
Le entregué su fruta y comencé a comerme mi manzana.
Scott me veía fijamente, así que me quedé con un pedazo de manzana a medio camino.
—Perdón ¿Quieres? —ofrecí con vergüenza —En mi defensa hasta hace poco estaba acostumbrada a vivir prácticamente sola, así que—
—No, gracias, estoy bien con mi fruta.
Después de comer, lo ayude a llegar hasta su habitación, donde lo recosté sobre su cama, y mientras lo ayudaba a ponerse cómodo...
—Lía —me llamó, mirándome fijamente, sus ojos estaban muy dilatados.
—¿Qué pasa?
—Tengo sed —dijo antes de abrir su boca y que unos colmillos aparecieran ahí.
Me quedé pasmada, y lo que pasó después lo recordaré siempre:
Scott me tomó de la mano y me jaló hacía el, llevó mi mano a sus labios y enterró sus colmillos en mi muñeca.
Yo estaba en shock, miré una mordida en su cuello que no había observado antes.
Y empezó a succionar mi sangre, pero en vez de causarme dolor, me causó un placer inevitable, así que gemí, fue inevitable no hacerlo, gemí muy fuerte.
Estaba disfrutando eso, y en realidad no quería decirle que parara hasta que empece a sentirme débil.
—Scott —pero su nombre salió siendo más bien un gemido.
—Scott, me lastimas —mi voz salía entrecortada de mis labios.
Me sentía débil, y todo mi cuerpo pesaba.
—Para por favor.
Entonces la puerta se abrió y nunca me había sentido más aliviada de ver a Klaus, pero este tenía los ojos tapados.
—¡Puedes parar de gemir! —gritó, se escuchaba furioso.
—¡Follen en otro lado! —gritó esta vez más fuerte.
Junté todas mis fuerzas para emitir una palabra:
—Klaus —su nombre salió debil de mis labios.
Ahí se destapó los ojos, miró la escena, se acercó a mi, me apartó de Scott, y me pegó a su pecho.
Su mirada iba de mi a Scott.
Y por primera vez miré miedo en los ojos de Klaus.
—¿Qué mierda? —la pregunta salió temblorosa de sus labios.
Scott se aventó hacia mi, pero Klaus lo detuvo con el brazo con el que no me estaba sosteniendo.
—¿Qué ha pasado? —la desesperación clara en su voz.
—No lo s— pero no terminé la frase, por que me desmayé en sus brazos.
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Los chicos Newell
FantasyMisterio, suspenso, fantasía, mentiras, engaños, cosas inexplicables, amistades ¿Y por qué no? Romance también, pero...¿Están preparados mentalmente para esta historia? Por que estoy segura de que nuestra protagonista, no lo está.