Mi Omega VI: Mi tonto omega «ChenMin»

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MinSeok observó una vez más a JongDae, antes de apartar la mirada, avergonzado, mientras le cantaban el feliz cumpleaños; su décimo cuarto cumpleaños.

Estaban en casa, como de costumbre, rodeados de sus amigos, aquellos que hicieron con el pasar de los años, junto a sus padres, y hermanos; diez años habían pasado desde que la tragedia les tocó a ambos, y fueron adoptados por el líder Kim, y su compañero, donde recibieron dos hermanos más: JongIn, y SeHun, el primero de nueve años, y el segundo, con ya siete años, siendo dos alfas bastante torpes, a decir verdad, pero él los amaba.

Él también amaba a JongDae, pero no de esa manera; su despertar llegó un poco tarde, cuando estaba cercano a cumplir los catorce años, cuando la mayoría de los omegas lo hacían a los once, o doce años, y por un momento, creyó que había algo mal con él, a lo que su madre, YiXing, le llevó al médico, asegurando que todo estaba bien.

Cuando su celo finalmente llegó, entendió porqué lo hizo tan tarde; los alfas, por lo general, despertaban a sus trece, o catorce años, y él ahora entendía muchas cosas, como, por ejemplo, que JongDae era su pareja destinada, y que todos los sentimientos que tuvo por él, a lo largo del tiempo, eran un indicio de ello.

DaHye sonrió junto a él, y suspiró pesadamente; a pesar de que, de pequeños, ella y MinSeok peleaban mucho, debido al cumpleañero, ella era una gran amiga, de los tres hermanos en general, aunque era más cercana a la pareja, no-pareja. Ella sabía que MinSeok, y JongDae, tenían una conexión que iba más allá de ser solo hermanos adoptivos, sabía sobre las parejas destinadas, y tenía que ser tonta para no darse cuenta de que ellos lo eran, pero aún así, no podía negar sus sentimientos por JongDae; estaba mal, y tarde, o temprano, sabía que lo dejaría ir, emparejarse, y tener sus cachorros, pero mientras tanto, seguiría suspirando por él, deseando algo que, tal vez, jamás sucedería.

Ella podía soñar.

JongDae sonrió, inmensamente feliz, en lo que soplaba la vela, pidiendo su deseo, rodeado de personas que le querían, pero fijó su mirada en él, ese omega que le tenía en la palma de su mano desde que se conocieron a los cuatro años; esperaba con ansias su despertar, y descubrir aquello de lo que tanto le protegían.

Preguntarle a ChanYeol fue completamente inútil, ya que el menor sabía menos que él, pero sospechaba que tenía algo que ver con los omegas; cuando MinSeok despertó, su aroma se hizo más fuerte, y dulce, produciendo en él un cosquilleo extraño en su bajo vientre durante toda la semana, y a pesar de que sus padres quisieron ocultar todo de ellos, él sabía muy bien lo que era el sexo, no era idiota, y varias revistas para adultos, muy bien escondidas en su cuarto, eran prueba de ello.

MinSeok no formaba parte del club exclusivo de revistas, en parte porque el mayor iba a desmayarse si veía a alguien desnudo, aún así fueran imágenes, y las personas no estuvieran completamente desnudas; ellos sabían bien lo que era una erección, y que los bebés no salían de una col, sino que la ficha A, debía entrar en la ranura B, algo así como cuando iban al Arcade, pasando horas entre juegos.

—Feliz cumpleaños, ChenChen... –susurró MinSeok, profundamente sonrojado, después de que el menor fuera saludado por todos los presentes, y comenzara la fiesta; JongDae sonrió, y le tomó entre sus brazos, disfrutando de su dulce aroma a chocolate, y almendras, en lo que le escuchaba suspirar en su cuello.

—En mi habitación, esta noche. –susurró en respuesta, rozando sus labios en la oreja contraria, haciendo estremecer al mayor, en lo que asentía, sintiendo como su corazón iba a salir disparado de su pecho cuánto más respiraba su aroma a menta; para cuándo se separaron, MinSeok estaba tan rojo como un tomate, y JongDae sonreía como el pequeño bastardo que era.