• 15: Final •

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»—❁—«

El silencio de aquella fría noche fue cortado por el chasquido de un encendedor iluminando el rostro del alfa, mostrando como el color de sus ojos cambiaba, siendo como el humo del cigarrillo entre sus labios; los alfas junto a él, aquellos que le vieron crecer como un alegre muchacho, uno que solía hacer bromas rozando lo molesto, veían como se había vuelto alguien frío a la hora de cazar.

—Déjenme solo. –ordenó, y aunque no era el líder de la manada, y era el menor del grupo, fue obedecido, debido al aura que le rodeaba; JongDae se veía peligroso, pareciéndose mucho a JunMyeon, con la diferencia de sus ojos, y que el menor parecía un mafioso con su chaqueta negra abierta, mostrando la camiseta de una de sus bandas favoritas, en lo que fumaba.– Me tomó mucho trabajo encontrarte, pequeño pedazo de mierda. –admitió en un gruñido, asustando al humano aún más, haciéndole orinarse en los pantalones.

Hacía no más de treinta minutos atrás, el humano había estado jugando al billar, en un bar de Goheung, Jeonnam, muy lejos de Seúl donde ocurrió aquel accidente; él debió abandonar su camioneta, y viajar de aquí para allá, haciendo dedo para llegar hasta allí, a su pueblo natal, dónde su familia le ayudaría a ocultarse, y llevaba dos días desde su llegada, cuando un grupo de motoqueros entró al bar, liderados por un jovencito de, no mayor, dieciocho años, siendo apenas legal.

JongDae llegó, rodeado de alfas mayores que él, viéndose con mayor edad de la que poseía, y solo bastó una dura mirada, junto con un gruñido, para conseguir una cerveza malditamente rápido, viéndose relajado cuando habló por teléfono con MinSeok, sin apartar la mirada del humano, vigilando cada movimiento que hacía; habían pasado tres lunas, y en cada ocasión, deseó estar en casa, en la suave cama del mayor, o en la propia, rodeándose de su aroma a chocolate, aquel que hacía latir tan rápido su corazón, y calmarlo cuando debía hacerlo.

»—¿Tienes idea de lo que me hiciste; de lo que me robaste? –escupió con odio, sus ojos viéndose afectados por una aureola roja, asustándolo de muerte cuando sonrió, oliendo el terror que emanaba el mayor.

—Escucha, si la chica del bar era tuya, fue ella quien me coqueteó primero. –balbuceó, arrastrándose hacia atrás, en el césped; el bar había quedado olvidado, no muy lejos de donde estaban, dejándole apreciar al menos veinte motocicletas, diecinueve ocupadas, faltando el único lobo que quedó frente a él.

Claro, vio como el humano coqueteó con una linda chica castaña con cabello largo, y esa extraña similitud a un zorro fénec, muy parecida a DaHye, demasiado parecida a ella como para que él pudiera soportarlo más; arrastró al humano al inicio del bosque, una vez salió del bar, más que dispuesto a matarlo esa noche.

—Hace tres meses, en Seúl; el maldito accidente que provocaste, y del que huiste, ¿lo recuerdas ahora? –cuestionó, casi sin creer como, el mayor, palideció aún más, y balbuceó algo que no entendió, o no le prestó atención, mientras él caminaba lentamente hacia él, viéndole retroceder.– Me quitaste a mi mejor amiga, y a mi hija; creo que es hora de que corras. –añadió, finalmente terminando su cigarrillo, viéndole ponerse de pie, muy torpemente, y correr lejos, dentro del bosque; y él lo persiguió.

El humano no volvió a salir de ese lugar, y no había nadie que entrara en él, porque podrían perderse muy fácilmente, y de todas formas, él estaba actuando bajo las leyes de la manada, de su manada, donde si alguien, humano, o no, mataba a su cachorro, o compañero, tenía el completo derecho de matar al causante, y aunque DaHye no fue su compañera, seguía siendo la madre de su hija, su mejor amiga, y quién marcó algo que pudo ser maravilloso en su vida; él persiguió al humano, no tardando más de treinta minutos en matarlo, habiendo tomado su forma de lobo, en algún momento.

Mi Omega VI: Mi tonto omega «ChenMin»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora