Última Carta - Epílogo.

992 83 74
                                    

—Pero en serio, aún no comprendo porqué insisten en mandar reclutas tan feas.—Hux pone su cara de culo, esa que parace que estuviese chupando un limón. El color habitualmente rojo de su cara se enfoca en sus mejillas, claramente molesto por la escabechina que se ha formando en el centro de novatos de la Primera Orden.

A mí, sin embargo, me tiene sin cuidado.

—Son soldados, no tus putas.—Respondo, ambos estamos parados sobre la plataforma metalizada de casi dos metros de altura. Aquella que está ahí para hacer las inspecciones a los recién llegados.

—Ya sé.—Rueda los ojos, resopla como un estúpido, haciendo que su flequillo rojizo se remueva por la expresión. Ultimamente Hux se ha desplayado como una bestia sexual necesitada, importándole poco que sus necesidades básicas no sean de mi incumbencia.—Pero no les pido mucho, tan sólo un buen par de culos rubios.

Ni siquiera me molesto en contestar ¿Por qué tiene una afición por las mujeres rubias y exuberantes? Su ridícula posición derrotada e infantil me hacen volver a rodar los ojos, hastiado hasta la médula de sus estupideces. Mi vista se enfoca de nuevo en los novatos que poco a poco se han formado en largas hileras. Yo ni debería estar aquí, de hecho es un poco extraño que esté presente en este tipo de ceremonias iniciales. Eso se le daba bien a Armitage Hux, es un perfecto lameculos cuando se trata de presentaciones donde incluya mostrarle a los novatos quien tiene los huevos más grandes. Desgraciadamente no tengo mucho que hacer el día de hoy y mi falta de empatía por formar un contacto con algún otro individuo me ha orillado a compartir mi dichoso tiempo con el pelirrojo.

Algunos de los novatos nos miran con interés, la capitana Phasma nos está presentando delante de todos. Mi compañero saluda a los jóvenes con un movimiento poco formal y que hasta se ve relajado, mientras yo me quedo inmóvil desde mi sitio. En ese momento aprovecho para estirar mi mente a través de las suyas, tratando de localizar intenciones desleales. No es común que los soldados de asalto tengan pensamientos rebeldes, pero desde la última vez que uno de ellos se reveló, Snoke nos ha hecho poner especial cuidado en los nuevos.
No obstante, no hay nada. Sólo unos cuantos murmullos pensando en cómo me vería detrás de la máscara y de lo atractivo que es el imbécil de Hux. Claro, estos últimos pensamientos provenientes de las estupidas cabezas femeninas. Pero igual y no me mantengo mucho tiempo en esa tarea, con el paso de los años he perfeccionado mi habilidad para leer mentes, casi barriendo en unos minutos una estancia de hasta cientos de individuos.

—¿Ya viste a esa?—El hombro del pelirrojo me empuja con cuidado y me permito rodar los ojos ante la insistencia. No, Hux, no he visto a esa porque estoy trabajando, no ligando, pienso.—La morena del fondo, tiene un buen culo y una cara angelical.

Y entonces me permito mirar a la morena de la que tanto habla. Sí, está al fondo de las filas y por lo que puedo apreciar tiene un buen cuerpo. Cara bonita, pechos agradables y buen culo, pero... no le llega ni a los talones a Rey. Es decir, la mujer no tiene nada de fea, comparada con los demás, pero soy consciente de que mi asistente personal es la mujer más atractiva del destructor estelar.

—Está normal.—Me encojo de hombros, restándole importancia a las exageraciones del general. En cambio él bufa ante mi falta de atención y se coloca delante de mí con una sonrisa torcida.

—Claro, al gran Kylo Ren no le hace falta ver a ninguna mujer cuando tiene a una caliente chica a su servicio.

Sus cejas se elevan sujestivas y entonces me cuestiono si tiene tantas ganas de morirse estrangulado. Antes no me hubiese importado sus ácidos cometarios, pero ahora es muy diferente. Me he vuelto un pesado en cuanto a todo lo que se refiere a Rey, porque ahora ella es mía, mía y no la pienso compartir. Por eso la sangre se me sube rápido a la cabeza, cuando incluye su nombre en una connotación sexual, listo para no salirse de la tangente en ese preciso instante.

𝐂𝐀𝐑𝐓𝐀𝐒 𝐀 𝐊𝐘𝐋𝐎 | 𝐑𝐄𝐘𝐋𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora