Tercero

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Ese día lo había decidido, mientras recorría las calles, pasando entre personas paseando, yendo a comprar, camino a casa, algunas tranquilas, otras apuradas, algunas en silencio, otras conversando alegremente, mientras pasaba al lado de los grandes ventanales de algunas tiendas y veía su reflejo, el reflejo de una completa desconocida, mientras la suave brisa helada jugaba con sus pocos mechones de cabello sueltos y se colaba por debajo de su abrigo, mientras escuchaba como sus tacones golpeaban levemente el suelo a cada paso que daba, mientras en su mente pensaba en la vida que había tenido desde que había conocido a ese loco y muy inteligente chico, lo decidió mientras que, con usa sonrisa, fijaba firmemente la vista delante de ella.

No importaba que pasara ese día, haría lo que fuera necesario para aferrarse a esa vida, así tuviera que dar por perdido su apellido, así sus padres la marcaran como su fracaso más grande, no importaba, de todos modos siempre supo que no era querida por ellos, que jamás fue el ideal de hija que ellos esperaban que fuera, por eso iba a quedarse en donde sabía que sería siempre bienvenida. Si debía buscar una forma de subsistir por su cuenta, lo haría, estaba segura de que si hablaba con Senku ambos podrían llegar a la mejor solución juntos.

Con una seguridad que no creyó llegar a tener se detuvo frente a la gran y ostentosa puerta de entrada a lo que parecía ser una especie de mansión, en cuanto a mantener las apariencias sus padres jamás escatimaron en gastos. Alzó su mano derecha y apretó el botón del timbre, se escuchó una corta melodía venir desde dentro y, poco después, una persona en traje le abrió la puerta, invitándola a pasar.

"Bienvenida, señorita"

El hombre, que estaba alrededor de sus sesenta años, hizo una leve reverencia mientras ella entraba, cerrando la puerta después. Se acercó a ella e hizo una seña con las manos, como pidiendo permiso para tomar su abrigo, ella comenzó a sacárselo con su ayuda y la prenda terminó en manos del mayordomo.

"El señor y la señora la están esperando en el salón de música"

(T/N) asintió y le dio las gracias amablemente, pensando en lo poco que el hombre había cambiado, lo recordaba perfectamente de los años que paso en esa casa, estuvo trabajando para la familia desde que tiene memoria y siempre fue bueno con ella, es más, fue una figura paternal para ella mucho más que incluso su propio padre.

No necesitó indicaciones, aún no olvidaba la disposición de las habitaciones, por lo que, fácilmente, sus pies la llevaron a través de los elegantes pasillos decorados con finas luces y costosos cuadros, alguno que otro jarrón con flores cuidadosamente arregladas para dar vida al espacio, no tardó mucho en llegar al salón de música, dentro se podía escuchar como alguien tocaba una hermosa melodía en el piano, inspiró hondo, reteniendo el aire el sus pulmones unos segundos antes de soltarlo por completo, tratando de hacer que lo nervios que comenzó a sentir a medida que se acercaba al salón se esfumaran.

Irguió su espalda, repitió en su mente las cosas que iba a decir y, teniendo claro lo que quería, golpeó la puerta lo suficientemente fuerte como para que lograran escucharla por sobre la música, haciendo que esta se detuviera casi de inmediato.

"Adelante"

Tragó saliva y abrió la puerta, encontrándose a su padre sentado frente al piano y a su madre de pie detrás de él, los dos tan elegantes, tan finamente vestidos, tan pulcros en la forma en que mantenían sus posturas, cuidando hasta la manera en que sus manos se ubicaban a los lados de su cuerpo, o sobre sus muslos, era realmente una escena digna de una cuadro.

¿Y qué?

Ella preferiría mil veces andar todo el día en pijamas, despeinada, con el sueño encima, comer en el sofá mientras ve alguna película, pasar la tarde ayudando al nerd en sus experimentos, aliarse con Byakuya para molestarlo, quizá ir de compras con Yuzuriha y obligar a Taiju a llevar las bolsas de las compras mientras ambas arrastraban a Senku a que les comprara helados, para terminar el día acurrucando a su chico en sus brazos, disfrutando de su aroma y su calor. Sí, eso era 10 billones de veces mejor.

ᴅᴇsᴇᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora