Quinto

1.4K 183 69
                                    

Era desesperante no poder comunicarse con nadie fuera de la academia, salvo, claro está, con su padre que llamaba cuando tenía que avisarle de alguna cita o quejarse por su comportamiento frente a los Alfa que escogían para ella.

Podría pedirle prestado el celular a alguno de sus compañeros, pero al parecer la habían inscrito en la escuela bajo el apellido Takahashi y todos la conocían, es decir, conocían a su familia y nadie se atrevía a acercarse a ella, como si tuviera alguna rara enfermedad contagiosa. Tampoco podía pedir ayuda a sus compañeros de club porque, bueno, la odiaban por haberles ganado en torneos anteriores cuando era parte de su ex escuela. Le tenían prohibido utilizar el teléfono de la recepción y las redes sociales estaban bloqueadas en los computadores que estaban disponibles en la sala de informática, asimismo, la wifi del lugar estaba disponible solo en paginas que la academia permitía. Ahora bien, podría utilizar el correo, pero cuando revisó su celular buscando en los contactos de sus amigos, no tenía el correo de ninguno de ellos.

"Maldición..."

Nunca creyó necesitarlos, siempre dependiendo de las redes sociales o de su servicio telefónico con mensajes y llamadas, lo primero que haría la próxima vez que viera a Senku sería pedirle su correo electrónico.

"Disculpe"

Escuchó como la llamaban desde el otro lado de la puerta de su habitación.

"Tiene una llamada de su padre"

Gruñó por lo bajo, rodando de un lado al otro sobre la cama un par de veces antes de tirarse al piso y luego, ponerse pie, saliendo de su cuarto directo a la recepción, tomó el teléfono con su mano derecha y con la izquierda se apretó la nariz.

"Su llamada no puede ser atendida en estos momentos, por favor, deje su mensaje después del tono... Biiiiiip"

Y colgó. La recepcionista la quedó mirando raro, como solía hacer cada vez que hablaba con su padre.

"Si vuelve a llamar, por favor dile que no estoy"

Junto las palmas de ambas manos y las levantó a la altura de la cabeza, en señal de súplica.

"Yo... Lo lamento... No puedo-"

"¡Por favor! ¡Solo por hoy!"

La mujer se mantuvo en silencio.

"Dile... ¡Dile que estoy ocupada con mi entrenamiento de arquería!"

Se tomó unos segundos para pensarlo, pero terminó por asentir levemente.

"¡Muchas gracias! ¡Eres la mejor!"

Ahora se sentía un poco más relajada, porque no tendría que lidiar con su padre por lo que le restaba del día, le hubiera gustado salir a recorrer la ciudad, pero estaba prohibido. Chasqueó la lengua, no tenía ganas de quedarse encerrada en su habitación, es lo que hacía todos los días desde que había llegado a ese lugar, y ya había pasado casi un mes, una semana y se cumpliría.

Se decidió por recorrer la escuela, deteniéndose un rato en el laboratorio de ciencias, veía a través de la ventana como los miembros del club trabajaban en sus experimentos y no pudo evitar pensar en el rubio, imaginándolo a él mezclando los reactivos.

Negó levemente con la cabeza, él no estaría solo mezclando reactivos para ver que ocurre, ya se conocía las reacciones de memoria, probablemente estaría tratando de crear alguna nueva sustancia o estaría fabricando una nueva máquina que nadie aparte de él sabría para que sirve. Rió por lo bajo hasta que sintió que alguien le tocaba el hombro y se giró inmediatamente para poder ver de quien se trataba.

ᴅᴇsᴇᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora