Trajes negros

320 32 0
                                    

Día 4: Lobo nocturno / Rubius hermandad oscura.

Rubén sabía que De Luque no era idiota. Sabía que si no se lo decía él, lo terminaría haciendo Willy, y eso no le convenía, pues podría meter su sopa de veneno y eso no era bueno. No a tal punto de la extraña relación que llevaba con el de orbes moradas.

Él había tenido la confianza para decirle su secreto, y por su parte solo  se había dedicado a negar su estancia en la hermandad oscura. Vaya rata que era. Pero hoy iba a decírselo, contarle para que viera que confiaba plenamente en él y que él podría confiarle lo que fuera.

Tomo su traje con cuidado. Poniéndose ese traje totalmente obscuro, que ante todo era bastante fresco. Tomo la máscara, aquella que le había delatado y aquella por la que juro que no pertenecía a la hermandad.

Sabía exactamente donde estaría esa noche su lobo, así que solo comenzó a correr, sorteando los enemigos y mobs que se le cruzaban, evitando trampas baratas por la visión nocturna que le proporcionaba la máscara.

Llegó justo al lado del banco. Y espero en la entrada, listo para saltarle encima al mayor. En cuanto vio la silueta oscura salir del lugar frente a sus ojos, sosteniendo una esmeralda entre sus garras, saltó sobre él, tirándolo, poniéndose encima de este. La gema rodó, perdiéndose en la obscuridad de la noche.

Vio esos ojos que lo traían como loco. Un hermoso amatista contrastante con sus verdes, tal como la gema que estaba perdida. Vio los ojos sorprendidos del mayor, analizando con atención cada parte del traje. Analizando los detalles rojos, el negro que parecía infinito. No fue hasta que te fijaste en la máscara que pareciste reaccionar.

Su boca se abrió y se cerró múltiples veces. Yel seguía ahí, simplemente sobre el.

— Hola, De Luque- Dijo el de orbes verdes con picardía, la sonrisa en el contrario no se hizo de esperar. Una risita risueña salió de los labios de ambos.

— ¿Hoy no me lo vas a negar? - A la pregunta el de orbes verdes solo pudo negar, sacándose la máscara, dejando ver su rostro pálido, sus mechones albinos, la cicatriz que tenía en la mejilla. Sonrió y se dejó llevar.

Ambos se pararon y caminaron por ahí, hacia donde maldades por aquí y por allá, Ronaldo o explotando una que otro cosa. Ambos tenían sus máscaras, pero confiaban lo suficiente como para darle la espalda al otro.

Fueron a un lugar más privado, y allí se contaron todo. El cómo fue el llamado de Rubén, la decisión de volverse el lobo nocturno. Rubén decidió llevarlo a la nueva base y Vegetta quedó muy sorprendido. Este mismo lo llevo a la guarida del lobo, donde conoció a todos y cada uno de sus perros y a lomo plateado obviamente.

Volvieron a salir, viendo el amanecer salir ante sus ojos. El menor fue el primero en volver a ver al mayor, admirando lo bien que le quedaba ese traje. Tomo su mano  entre la suya y por fin esos ojos lo volvieron a ver. Sus miradas hablaron, sus miradas gritaron, sus miradas terminaron de confesar lo que ellos no podían.

La otra mano del contrario se posó sobre su careta, retirando solo lo suficiente para que se viera su boca. Se acercó opción cuidado a su rostro,soplando con delicadeza sobre los labios ajenos para pedir permiso. La boca curiosa se acercó y espero, espero y esperaría lo que tuviera que esperar para tener ese ansiado contacto.

Los labios se encontraron, haciendo una danza lenta y sin prisa, suave pero apasionada. Dejando en ese beso todo lo que no se podían decir en voz alta, pero que sus corazones guardaban y predicaban siempre que podían. Al secarse el de orbes verdes no pudo ocultar su sonrisa y sonrojó.

— Vamos Chiqui, hay que ir a casa - Le bajo la careta y se hecharpn a correr, a dirección de la isla a flotante. A dirección de su casa. A la dirección que ambos corazones dictaban.

💜 Rubegetta month 💚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora