Color rosa

120 11 0
                                    

Día 12: Soft

El rosa era su color favorito. No había mucho que decir para ser honestos. Era un color suave, que irradiaba luz y que había verlo tierno. Era un color que, en su piel blanca, tersa y suave resaltaba y le hacía ver más joven.

El morado era su color favorito. Un color que era obscuro pero no tanto, que tomaba y daba la luz suficiente y que le resaltaba los ojos. Era un color que había estado presente desde su nacimiento y, la verdad, le encantaba.

Siempre se había sentido curioso por ese chico extraño de ojos morados y piel bronceada, con el cabello negro y recortado. Esa curiosidad prontamente se volvió decisión para después volverse un extraño romance adolescente.

Rubén. Podría deletrear su nombre del reverso y al final de vuelta. Ese chico de ojos castaños verdosos lo traía loco desde la primera vez que lo vio pero siempre había sido bueno para ocultar sus sentimientos, así pues, ese día donde las parejas fueron anunciados y supo que le tocaría con el de piel blanca solo sonrió levemente, agradeciendo algún dios por su existencia.

Se puso una falda blanca, una sudadera rosada y unos tenis blancos con medias rosadas pastel. Siempre le gustaba sentirse bonito y sentía que ese día más que nunca lo debía de lograr. Se vio al espejo y se acomodó el cabello que de a poco dejaba ver las raíces castañas. Se despidió se su madre, tomó su mochila llena de esos colgantes en tonos suaves y lindos y salió de su casa con una única dirección. La casa del mayor.

Estaba solo en su casa como se había hecho costumbre sin que se diera cuenta. Esperaba de manera paciente y algo nerviosa la llegada del mayor de altura. Se vio por decima vez al espejo en esa casa enorme y se volvió a acomodar la sudadera morada y los pantalones de mezclilla negra. También se acomodo el negro cabello y suspiro de nueva cuenta al pensar en el amante de los tonos suaves como el rosado.

La casa era enorme. Ese era el único pensamiento que estaba en la cabeza del oxigenado. Trago con fuerza intentando que su confianza eterna volviera de donde fuera que se hubiera escondido y toco el timbre. Una pantalla al lado se encendió y se poso de manera que se viera hasta su cintura. Por la pequeña pantalla pudo ver el rostro del pelinegro y agito la mano en señal de saludo, inmediatamente después el de cabellos cortos le permitió entrar y las grandes verjas de hierro negro se abrieron, dejando así el paso libre. Tomo aire y avanzo. La falda revoloteo un poco y se sintió mas seguro.

Hubo una vez que el de pelo castaño llego a la escuela con una camisa negra con unas lineas rojas y esa vez pensó que había sido el atuendo mas bonito que jamas se pondría. Pero ahí estaba, a unos metro de la entrada de la mansión, admirando todo con esos ojos verdosos-castaños que siempre brillaban, con esa falda blanca, las medias de color pastal al igual que la sudadera y esa mochila que siempre llevaba adornada con colgantes muy acordes a su personalidad. Mantuvo la expresión seria mas por que si  dejaba que su rostro lo traicionara estaría sonriendo sin motivo aparente.

Ambos chicos se miraron en cuanto estuvieron a unos metros de distancia y solo eso basto para que el plan original de ambos se fuera a la basura. El de cabellos blancos agacho su cabeza algo apenado y el otro simplemente sonrió, de manera involuntaria, pero sonreía. Algo avergonzados ambos entraron a la casa y comenzaron con ese trabajo de historia que les habian pedido.

Hablaban de cosas varias, nada relevante y siempre enfocados en las actividades. Resultaba ser que el de ascendencia noruega era conocedor del tema, con lo cual, la tarea se volvió mas amena. Para cuando acabaron, el sol ya se había empezado a meter y el de tez mas blanca se acomodaba en el suéter de tal forma que le cubriera las rodillas.

Algo preocupado, el otro le ofreció una manta, una que fue aceptada sin mucho rogar. Las noches de otoño podían ser realmente frías. Se quedaron en silencio, admirándose discretamente y sin saber realmente que decir, como actuar o que pensar. Sus corazones adolescentes se sentían dichosas de estar junto a las razones de sus suspiros incluso si el contrario no lo notaba. Fue entonces que con una extraña suavidad y un coraje que no sabia que tenia el de cabellos tintados se declaro. No fue nada extraordinario, solo sucedió. Tan de pronto que descolo al ajeno que volteo a verlo con esos amatistas que parecían querer verle hasta el alma.

 Su corazón iba a mil por segundo. Sentía que les estaba dando algún tipo de taquicardia pues no podía escuchar nada que no fuera los latidos de su corazón. Vio la cabeza gacha y las orejas rojas que le hicieron derretir el corazón. No pidió ni espero permiso, solo se acerco al otro y le abrazo, dejando su oído de tal manera que pudiera escuchar a su loco y desbocado corazón.

Se sentía, se escuchaba y todo parecía demasiado perfecto. Por un segundo temió que se tratara de un sueño y solo se dejo llevar hasta que sintió como era fácilmente cargado y depositado con la misma suavidad en la cómoda cama allí. Sintió a su lado como la cama se hundía y como los brazos fuertes y tonificados se abrazaban a su cintura y el rostro moreno se escondía en su pecho, oliendo la sudadera rosa.

Y es que ninguno de los dos sabia que estaba haciendo. Por sus corazones eran jóvenes y el amor joven es el mas fuerte que uno puede tener. Abrazados se dejaron vencer por el sueño no sin antes taparse cuidadosamente la manta que antes le había permanecido momentáneamente al de raíces castañas. Durmieron al lado y solo se despertaron por el sonido de la risa femenina proveniente de la madre del de cabellos negros. Les estaba tomando fotos y, esa realidad, les hizo sentirse un poco avergonzados.

Los padres del ojimorado no tardaron en agarrarle cariño al de piel blanca y le permitieron quedarse. Unos pantalones de pijama azules le fueron prestados y se cambio en su totalidad robando esta vez una sudadera de color morado que el ajeno se había quitado hace unos momentos. Le quedaba grande y eso le hizo sentir bonito. Sintió un beso ser depositado en su nuca y volteo, viendo a los ojos ajenos y sonriendo.

Ambos volvieron a meterse en la cama y volvieron a abrazarse para dormir. 

Eran diferentes en todo, contextura, ascendencia, calificaciones. Pero siempre había algo en lo que estaban de acuerdo. El color rosa, le quedaba de maravilla a ambos.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 02, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

💜 Rubegetta month 💚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora