4- Convivencia

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Estaba tieso, como una estatua, solo miraba hacia todas partes con la guardia en alto. Estaban en la zona de curación por lo que podía ver, el tal Izuku se quedó al margen, simplemente esperando a que terminaran de desinfectar y vendar sus heridas. La anciana hacia su trabajo en silencio pero muy concentrada.

– Gracias, Chiyo. - le dijo a la mujer de baja estatura cuando colocó la última venda en el rostro del rubio.

– Si quieres agradecerme, ven más seguido a visitarme y no trayendo a las víctimas de Toga. - no le habían contado realmente lo que pasó pero la anciana reconoce a la perfección ese tipo de cortes.

– Lo siento. E estado ocupado. - la mujer agudizó los ojos detrás de sus lentes hacia el peli verde notando las marcadas ojeras bajo sus ojos.

Katsuki no decía palabra, no creyó que debiera hacerlo. Le habían dado ropa para cambiar las que tenía en mal estado.

– No estas durmiendo bien, ¿Cierto? ¿Quieres que de algo para eso?

– No, estoy bien. Tuve mucho trabajo últimamente, es todo. No te preocupes. - la mujer siempre había sido como una segunda madre para él. Siempre tan cálida y dispuesta a escucharlo. - Te prometo que vendré más seguido.

– ¡Idiota! Esta es la enfermería. No te quiero ver por aquí. - dio un golpe con su bastón, pero estaba lejos de poder lastimarlo.

– Haha lo se, lo se. - hizo una señal a Katsuki para que lo siguiera en silencio. - Gracias por todo. - sonrió alegre a la anciana y esta le contestó de igual manera despidiéndose.

El peli verde caminaba erguido con las manos en sus bolsillos mientras que el menor iba siguiéndolo con la cabeza gacha sin saber a donde irían ahora. En el camino, Katsuki vió algunos sirvientes de la gran casa, inclinándose con respeto hacia el más alto, este les respondía el saludo levemente pero no con soberbia y egocentrismo, sino con amabilidad y calidez. ¿Qué clase de jefe de la Mafia era este? Eso se preguntaba el rubio sin cesar.

Paro de caminar al ver que el más alto se detuvo frente a unas grandes puertas para después abrirlas. Al entrar se dio cuenta de que era una cocina bastante amplia y elegante. Ahí pudo ver a algunos de los otros que había visto en la habitación de la bomba, los vio con detenimiento, estaba el dos caras, el calvo, el pelos de mierda y cara redonda. Estaban hablando amenamente cuando llegaron y al verlos se lo quedaron viendo como la otra vez. Ya se estaba cansando, ¿Tenía pintada la cara o algo? Los vio a todos con molestia y desvió la mirada a otro lado.

– ¿Qué hay para hoy? - quiso saber cerrando la puerta a sus espaldas.

– Soba fría. - respondió a secas.

– Tu obsesión con la Soba fría me está preocupando, no puedes comer eso todos los días. - decía mirando a su mano derecha que seguía con una cara inexpresiva.

– Puede y lo haría si no lo detuviéramos. - dijo la castaña buscando algo en los estantes.

– ¡Yo te preparé tu Soba, Shōto! - dijo con entusiasmo a su pareja.

– ¡No! - dijeron Izuku, Ochaku y Eijirō al mismo tiempo con pánico. - La última vez casi incendias la mansión... Por completo. - termino diciendo la castaña.

– Estuvimos 3 meses en la casa de Mirio durante la reconstrucción. Mi madre casi se infarta. - dijo Midoriya pasando una mano por su rostro recordando ese echo.

– Sigo sin saber cómo es que pasó. - cemento con completa confusión.

Katsuki se quedó pasmado, ¿Quien incendia casi toda una mansión cocinando un simple platillo... FRÍO?

...𝙆𝘼𝘾𝘾𝙃𝘼𝙉... {Dekukatsu}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora