Capítulo 6

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Germán

Cuando he besado a Luis sinceramente me he sentido de puta madre, ha sido el único beso el cuál he dado porque quiero y no por querer aparentar. Aparte también quería saber lo que se siente y he descubierto que me gustan muchísimo más los labios de un chico, y eso que ha sido muy corto nuestro beso. Luis tiene unos labios muy suaves y finos, no me importaría repetirlo.

Cuando me siento de nuevo junto a mis amigos ellos no  paran de reírse y de hacerme burlas, y yo lo único que hago es poner escusas. 

-Joder, lo he besado porque me daba pena el pobre chaval, ¿vale? ¿No habéis visto lo que le estaban diciendo esos imbéciles?-grité muy serio. Sé que sólo están bromeando pero me han arruinado ya la noche. Es por estas cosas que no quiero contarles mi secreto a mis amigos.

Me levanto y voy a por una cerveza para calmar mis nervios. Como ya no tengo ganas de seguir la fiesta me voy fuera y me pongo con el móvil. No me puedo ir porque le prometí a Gabriel que le ayudaría a recoger junto a Lucas y Jose cuando todos se fueran. Me meto en instagram y en cada una de las historias de los de mi curso aparece de mi beso con Luis, el cual está a tres metros hablando con sus amigos. Farfullo por lo bajo cagándome en todo, solo me falta que lo vea todo el instituto. Aunque es un buen recuerdo para el futuro así que me guardo las fotos en oculto.

Luis se acerca a mí y hablamos un rato, la verdad es que lo había echado de menos, no ha cambiado nada. Hablamos sobre lo incómodo que ha sido el hecho de habernos besado después de estar cuatro años sin hablar apenas. Cuando se va no se me quita el pensamiento de la cabeza de que quiero que volvamos a ser amigos. Si nos distanciamos fue por causas externas, no teníamos ningún problema entre nosotros. Además hemos madurado.

Veo el coche de su padre desaparecer por la carretera y me meto de nuevo en casa de Gabriel, quedan pocas personas, prácticamente la fiesta ha acabado. Veo a los chicos en el sofá y me uno a ellos aunque yo sigo a lo mío con el teléfono, sigo enfadado. Por un momento noto como se callan y me miran fijamente.

-¿Qué?-pregunto confundido.

-Joder, ¿todavía sigues enfadado?-el que parece realmente confundido es Jesús.

-Nop.-le respondo y sigo con el teléfono. Jose me lo quita y se lo guarda en el bolsillo.

-¡Ey! ¿Qué coño...?

-Mira sigue siendo mi cumpleaños y no quiero malos rollos. Sólo era una broma, ¿vale?

No me queda más remedio que suspirar y murmurar un vale como respuesta. A los cinco minutos están haciendo bromas para hacerme reír  y me olvido de porqué estaba enfadado. 

Cuando ya no queda ni una sola persona aparte de nosotros empezamos a recoger, aunque a los cinco minutos decidimos que íbamos a ser más productivos por la mañana ya que  estábamos muertos de sueño. Así que nos fuimos a dormir. Básicamente nos quedamos sobados jugando a la play en el sofá. 

Al día siguiente me desperté el primero y tenía muy cerca a Gabriel así que aproveché para admirarlo dormido, la verdad es que está muy mono pero sus babas son asquerosas. Me levanté del sofá cuando vi a Jose moviéndose y me puse a hacer el desayuno para todos. Sí, definitivamente soy la mamá del grupo. Uno a uno se van levantando y caminan como zombies hasta la cocina, cuando ven el desayuno se les ilumina la cara. Incluso Gabriel, que es el último en levantarse, me da un abrazo porque sabe que soy el único que sabe cocinar decentemente y no puedo estar más feliz por eso.

Terminado el desayuno, nos ponemos manos a la obra. Los padres de Gabriel se han ido a un hotel para celebrar su aniversario. Ayer pasaron la tarde con su hijo y a la hora de la fiesta se fueron para dejarnos intimidad ya que pensaban que solo íbamos a ser unos pocos. Vuelven sobre las dos de la tarde, para la comida. Nos pasamos dos horas de reloj recogiendo y vaciando botellas, tirando vasos de plástico y limpiando el suelo. Por último, cada uno con una botella de Nenuco, fuimos por toda la casa echando colonia para disimular el olor a alcohol y tabaco. Creo y espero que sea solo tabaco. Acabamos asqueados por el fuerte olor por lo que salimos al patio  para tomarnos algo, aunque ahora sólo unas Coca-Colas, nada de cervezas. Ya a la hora de comer los padres de Gabriel  vienen por lo que cada uno se va a su casa. 

Cuando llego a la mía escucho muchos gritos. Me acerco a la cocina y mi madre está gritándole fuertemente a mi padre, el cual tiene una botella en la mano y está llorando desconsoladamente. 

-Mamá, déjalo.-le suplico a mi madre poniéndome delante suya. Mi madre me mira enfadada y se va dando un portazo.

Hace tres años mi madre decidió engañar a mi padre con su hermano, mi tío César. Mi padre los pilló en una comida familiar, estaban liándose en el baño. Ese día mi padre cambió completamente. Ahora tiene una depresión de caballo, y se tira todo el día bebiendo, lo cual le hace estar más triste todavía. Yo intenté ayudarlo pero cuando me di cuenta de que no podía hacer nada me cansé. Lo peor de todo es que no se divorciaron, y ahora mi madre nunca duerme en casa, y tampoco quiero saber donde.

Le quito a mi padre la botella y vierto la bebida por el fregadero. Paso su brazo por mis hombros y subimos las escaleras. Cuando llegamos a su cuarto le quito la camiseta manchada de vodka y le tumbo en la cama.

-Germancito, te prometo que voy a cambiar. Te quiero.-solloza contra mi pecho. Las primeras veces me lo creí, aunque ya no. Estas mismas palabras las repite una y otra vez desde aquel fatídico día. Dejó su trabajo y ahora solo vivimos con el sueldo de mi madre, menos mal que le pagan bien. 

-Yo también te quiero papá, duerme un poco.-le doy un beso en la frente, lo arropo a las tres de la tarde y me voy a la cocina a prepararme algo de comer. Cuando me di cuanta de que mi padre no iba a volver a ser el mismo y que mi madre como mucho iba a estar en casa diez minutos cada dos días tuve la obligación de aprender a cocinar.

Termino de prepararme mi comida, arroz, y como me ha sobrado bastante echo en un tupper comida para un plato y se lo llevo a Rosa, una anciana que vive enfrente. Ella de pequeño me cuidó muchas veces y siempre está pendiente de mi. Es como una abuela para mi. Entro en su casa con la llave que ella me dio cuando pasó lo de mis padres y paso la tarde con ella, escuchando sus historias y ayudándola a hacer las tareas de la casa.

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Foto que Germán se guarda en el teléfono:

Foto que Germán se guarda en el teléfono:

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Solo un besoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora