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Días después, podía sostener conversaciones con Anne, poco a poco conociendo sus gustos, conocer sobre su familia, y así nos volvimos amigos. Suena casi perfecto, pero no se alegren tanto por mi. Porque a pesar que pasar tiempo con ella, ir al cine o simplemente salir, era estupendo, tener que escucharla hablar de aquel chico del otro grupo (Roy o Rey o no se no me importa) , y sonreír y darle ideas, aguantando las ganas de gritar todo lo que sentía por ella era doloroso. Me dirán, porque no le dices, bueno eso fue lo que me dijeron Jerry y Cole. Pero mi temor a perderla, a asustarla era peor. Soy un cobarde lo se. 
-¿Que tanto miras? - su voz me sacó de mis pensamientos

-Tienes algún problema con que te mire - dije sarcásticamente intentando de forma muy extraña de coquetear, sonriéndole. El que no pudiera declararme no significaba que pudiera dejar pistas. 

Anne respondió golpeandome al costado y tratando de hacerme cosquillas. 
-No sabes lo que te detesto - dijo entre risas. 

-No me puedes detestar, está en el libro de amigos - dije abrazándola. - Además sin mi no tendrías ningún tipo de aventuras.

-De cierto modo tienes razón. Gracias Gil, porque has hecho que la universidad sea mucho más interesante. Quien pensaría que serías mi mejor amigo.- dijo ella mientras jugaba con su bolígrafo.

-En eso Roy paso delante de nosotros sonriéndole a Anne, haciendo que ella me soltará nerviosamente y lo saludara , dedicandole una sonrisa como nunca me la había dedicado a mi. 
Esto hizo que quitara mi mirada sin borrar mi sonrisa. Ella era mi romance trágico. 
Pero si quería estar con ella realmente, tenía que empezar a arriesgarme. Algún día Anne me vería con esa misma cara, y yo pudiera recorrer con mis dedos su rojo cabello. Marquen mis palabras. 

Cuando te conocí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora