Tercer capítulo

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—¿Cómo que le has invitado a cenar? —preguntó Lucas, pues Jara se había quedado sin palabras.

Valle frunció el ceño mirando a sus amigos, ¿Por qué parecía que les había dado la peor noticia de sus vidas?

—Pues claro que le he invitado a cenar—su mirada fue de Jara a Lucas que todavía tenían los ojos muy abiertos—Por favor, chicos, Oliver ha vuelto, por fin, tenemos que ponernos al día y he pensado que sería una buena idea invitarlo.

—¿Y el que ha dicho? —preguntó Jara, que le hubiese invitado no significaba que él hubiese aceptado.

Es más, durante la conversación de aquella mañana se había visto muy claro quien le importaba realmente, y ellos no se encontraban entre los seleccionados.

—Ha dicho que él se encarga de traer el postre.

Y entonces el infierno se desató.

—¡Ese no va a entrar en mi casa! —gritó el abuelo, levantando el bastón hasta casi tocar la lámpara.

Valle mantuvo una expresión seria y colocó las manos en los hombros de Miguel.

—Cariño, ve a lavarte las manos. En un rato comemos.

El niño la miró con un puchero.

—Pero yo quiero escuchar.

—Luego te lo contamos, tu vete a lavar las manos—insistió su madre.

El niño agachó la cabeza y se dirigió hacia las escaleras en dirección hacia el baño.

Valle no tardo en girarse hacia Lucas, Tomás y Jara.

—¿Alguien me puede decir que está pasando aquí? ¿Y por qué no puede entrar Oliver en esta casa?

Jara y Lucas le contaron a grandes rasgos lo que había sucedido en la cafetería, Valle mantuvo una expresión seria todo el rato, sin mostrar ningún tipo de emoción hasta que sus amigos hubieron terminado el relato.

Se apoyó en la mesa de la cocina y cruzó los brazos.

—Pues con eso que ha pasado mayor razón para invitarle a cenar, tiene muchas cosas que contarnos ¿no creéis?

Jara no entendía nada.

—¿Mayor razón? ¿Acaso has escuchado lo que te hemos contado? —se acercó a ella, sin entender que era lo que pretendía.

—Perfectamente. Y por eso creo que debe explicarnos muchas cosas ¿o no queréis saber lo que le ha pasado?

—Ya no me importa—replicó Jara, en realidad si quería saberlo, pero sus ganas de no tener que encontrarse con el eran aún mayores.

—¿Ah no? —Valle se acercó aún más a ella—Te has pasado ocho años llorando por él ¿Y ahora no te importa?

Jara se encogió en su sitio cruzando los brazos sobre el pecho, tenía razón, pero simplemente no podía soportarlo.

—Las cosas han cambiado. —replicó simplemente.

—Lo único que ha cambiado es que te has dado cuenta de que no le gustabas tanto como creías—Jara la miró dolida. Valle se dio cuenta—Y perdón si esto te duele Jara, pero soy tu amiga y mi deber es decirte la verdad. No es justo que porque esa relación que empezó no pueda retomarse tengamos que romper nuestra amistad con él. —el tono de su voz fue subiendo. —Ya no eres una niña, tienes que crecer, fue un amor adolescente y se quedó en la adolescencia. Y si no avanzas te quedarás viviendo en el pasado toda la vida.

Jara se había quedado totalmente sin habla, cada frase había sido una flecha hacia su herido corazón, y es que Valle tenía razón en todo lo que había dicho, por eso dolía tanto.

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