-Prólogo-

71 5 28
                                    

Uno nunca sabe cómo será la persona que te comprará. Claro que los humanos tienen acciones tan banales como llorar desconsolados en nuestro regazo cuando no quieren hablar con nadie. Pero era obvio que yo no quería que me tocara con un@ chiquill@ lloron@.

Solo quería un hogar donde no tenga que soportar tanto tiempo a los humanos y pasarme durmiendo hasta escuchar cosas interesantes. Guardarmelas para seguir estudiando a las personas después. Algún día podré contar todo lo aprendido y seré sobresaliente, estando encima de los demás.

Por supuesto, solía escaparme cuando nada llamaba mi atención. Y no era ningún problema, todo era normal y con mi suavidad podría tener a cualquiera. Mucha gente me palpaba y me ponía en sus brazos para saber si quería llevarme. Algunos más atrevidos, hasta me besaban pues y con eso de que ahora también existe la masturbación...... todo se volvía un caos.

Por otro lado, eso era lo normal para nosotros las almohadas: dejar que sufran en ti, te manoseen, te aprieten y se acuesten. Sin embargo, ese día por más que esperaba nadie me compraba. De alguna forma, eso me entristeció. Tal vez me estaba ablandando.

Por suerte una mujer se acercó. Pero mi alegría se acabó cuando se decidió por mí sin ni siquiera sentirme. ¡Por Dios!, ¿¡quién compra cualquier almohada!?

Incluso al llegar a la casa me botó en la cama y se olvidó de mí hasta dormirse. Se nota que era una señora ocupada y sin interés. Me alegré que solo me tuviera para dormir. Pero igual, si veía algo desinteresante me iba. No importaba, quería drama y acción, no una vida aburrida como la de mi amiga Vicky. Ella sí que se conforma con cualquier cosa. Ya estaba planeando mi escape hasta que....

El Mundo de Una AlmohadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora