♡Abuso♡

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No me acostumbraba a esta relación. Sara llegaba y me abrazaba en las noches. Hablaba conmigo pero no se atrevía a ir más allá de dormir en cucharita. El gurú ya me explico de eso y me reí por el nombre. ¿Dónde está la cucharita en esa posición para dormir?

No hay forma en que pueda ella estar con un humano. Y no sólo para que se cumpla la leyenda o porque sea egoísta y la quiera eternamente junto a mí sino también porque ninguno la merece. De todos los que ella ha conocido no he visto a nadie que la trate como debe ser. Y ella me lo dijo. Aún no le explique lo que pasaba si estuviéramos juntos y creí que ese fue el error.

Sin embargo, no sabía lo que me esperaba. Aunque lo que quería hacer no era del todo razonable tenía mis motivos bien fundamentados. Los celos me mataban, verla reír con otros y sonrojarse me llevaba a perder los cabales. Un día no resistí y no dejé que me abrazara. Y lo peor es que como no era una almohada y estaba en esta escoria de cuerpo humano sentía frío. Pero quería que me extrañara, que se diera cuenta que la única forma de abrirse a sus sentimientos es pensando en mí y no evadiendome.

Segui con mi plan. Después de no dejarla dormir conmigo comencé a asustar a sus amigos. Como si fuera un fantasma. Solo ella me veía y me mataba con la mirada. Me llamaba loco y obsesionado. Palabras que recién oí y comprendí ese día. Las almohadas no tienen pecados ni malas actitudes pero podía ser cierto. ¿Amar a un humano por una supuesta leyenda hasta el punto de no dejarlo estar con nadie más y empezar a idear planes para estar con ella y escribirlo enumeradamente todo lo que hacía en un libro? No era normal.

Sin embargo, no podía dejar pasar a la única persona que me había interesado y había despertado el deseo en mí. La única con la que experimente todo tipo de sensaciones agradables por primera vez. No sentía asco que me tocara. Me había enamorado sin haberla besado y cuando lo hice fue el mismo paraíso.

Aproveché que ya me podía ver para mostrarle que podía ser tan humano como los que ella deseaba. Que tenía lo que ella quería y más. Que era un error no cambiarme a mi forma almohada desde antes.

Por eso cuando había llegado. Me quedo viendo. La había recibido esta vez completamente desnudo. Era un descarado, lo sé. ¿Pero acaso no había un poeta que dijo que en el amor y en la guerra todo se vale?

Me dirán que no se puede obligar a alguien a amar. Y que igual esa no era la forma correcta de atraerla y demostrarle mi amor. Pero yo sé que ella quería lo mismo y me amaba. Estaba seguro, sólo estaba confundida porque yo era un ser mágico, una almohada que podía ser humano y le prometía la juventud eterna si se casaba. Tuve pruebas y lo comprobé cuando hice lo que hice.

Sara observaba cómo me lancé sobre ella y comencé a amarrarla a la cama. Veía con ojos de miedo mis manos y mi cuerpo desnudo encima de ella. Quise que se tranquilizara, aunque no funcionó el mostrarle que mi cuerpo humano se había moldeado de forma espectacular. Tenía cuadros y músculos como ellos querían. Hasta mi aparato reproductor era deseable. Debi intentar otra cosa pues Sara no veía nada de eso, ella solo pensaba en una almohada que quería abusar de ella.

Fue cuando reduje mi velocidad. Afloje las cuerdas. Y comencé a besarla dulcemente, a demostrarle el gran cariño que le tenía. Hacerle ver que lo que menos quería es hacerle daño. Que únicamente deseaba demostrarle mi amor y evidenciar el suyo. Sólo la amarre para que no me golpeara o huyera que era más probable.

Sabía que se rendiría. Comenzó a aceptarme y a devolverme los besos. Era una delicia sentir su boca. Comencé a desnudarla y ella a pesar de ser gordita tenía un cuerpo sexy. No entendía cómo nadie antes no la había deseado pero también lo agradecía porque sería mía completamente. Y por supuesto yo también sería sólo de ella. Los humanos se molestan cuando se habla de pertenencia. Lo noté en una casa donde un matrimonio tenía problemas, él le decía eso y ella más lloraba y decía que ella no era de nadie. Pero sabía que a Sara no le molestaba sí ella mismo lo pensaba al tocarse. Ser el primero en su piel me hacía sentir tan afortunado. Y saber que podría ser el único también me daba la felicidad más grande que una almohada pudiera tener.

Entonces le besé en todas partes y de verdad que lo disfrutó y gimió de placer. Me pidió que me introdujera en ella. Estaba extasiado. Nunca me sentí tan vivo y tan fuera de mi físico emplumado. Tan lleno de estas sensaciones humanas que aunque me repudiaba, ahora sabía de lo que me perdí toda mi vida anterior. Hicimos el amor y fue increíble cómo ella sin haber hecho nunca nada sabía de todo. Me imagino que es por eso que le hizo perder la inocencia. Pero igual fue interesante aprender otras maneras y posiciones de disfrutar de nuestra piel.

En verdad estaba enamorado. La quería para mí solamente. La amaba. Quería que fuera feliz conmigo. Aunque por un momento llegue a pensar que era mi imaginación al igual que ella. Ahora más que nunca se sentía real. Completamente mágico. Pero como dicen "todo lo bueno se acaba".

Cuando despertó me miró con ternura pero a la vez enfadada. Me dijo que aunque yo haya sido su primera vez no estaba segura de dar ese compromiso tan grande conmigo. Pero ya no me preocupaba, dejé mis huellas de cierta forma en su cuerpo. Y ella mismo había aceptado entregarse completamente. No sólo en cuerpo. Pude sentir cómo se entregaba en alma también. No faltaría mucho antes de que se diera cuenta que yo era su alma gemela. El amor de su vida. La persona con la que debía compartir todos sus sueños.

Todos esos pensamientos tenía, vaya que estaba siendo un cursi y que había cambiado completamente por ella. Pero valía la pena, era única. Perfectamente imperfecta. Y no dejaría que se escapara jamás de mis manos. Si logré esto cuando no estaba nadie en casa. Y se encontraba completamente sola. Y como ser mágico sabía que nunca tendría problema con embarazos o enfermedades. Tenía demasiados puntos a mi favor. No entendí por qué no podía ser suficiente. Pensé que todo estaría bien y nada se arruinaría pero al parecer era porque no sería culpa mía....

El Mundo de Una AlmohadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora