Capítulo5: ''El secreto de Melissa''.

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''Narra Ian''

Después de hablar con Sofía la lleve a su casa. Me llevo muy bien con ella, y cada día que pasa me gusta estar más con ella.

Llegué a mi casa, Melissa estaba haciendo la cena. Hoy pienso volver a intentar convencerla.

-Hola Ian, espera un momento que ya termino de hacer la cena.

-Melissa, ¿podemos hablar un momento? – pregunté nervioso.

-Sí, ¿qué pasa? – respondió tranquilamente.

-¿Podemos tener un bebé?

-¿Qué parte de que no quiero tener hijos, y que no me gustan los niños no has entendido?

-Vamos, Melissa, por favor.

-No, no quiero, y yo puedo.

-¿Cómo que no puedes?

-Me operé hace unos meses antes de que nos casáramos, yo sabía que querías tener hijos, así que decidí operarme.

-¡¿Qué? – mis oídos no daban crédito a lo que estaban escuchando - ¿Por qué no me lo dijiste? Te he estado pidiendo un hijo, cuando claramente no se podía.

-Lo siento.

-¡Te odio, me has quitado la oportunidad de tener lo que más he anhelado en este mundo! – le grité, y salí de casa.

Me puse a llorar, cogí las llaves de mi auto, y me dirigí directo a la casa de Sofía, mi única esperanza.

Al llegar a la puerta, toqué el timbre, y luego de esperar un poco salió ella.

-Mr.Lucas, ¿qué hace aquí?

-Ya no puedo.

-¿No puede qué?

-Ya no puedo tener hijos.

La abracé antes de que ella dijera algo, y me ayudó a aliviar un poco este dolor.

-Venga, vamos dentro y me explica que pasó, porque no le estoy entendiendo nada.

Entramos en su casa, y nos sentamos en el sofá.

-¿Y tus padres?

-Se fueron a visitar a mi abuela, regresarán mañana por la noche. Así que cuénteme, ¿por qué está triste?

-Después de que te dejara en tu casa, me fui a la mía y le pregunté a mi esposa si podíamos tener un bebé. Ella como todas las veces me respondió que no. Así que le pregunte porque exactamente no quería, y me dijo que se había operado para no tener hijos un par de meses antes de que nos casáramos – ella me abraza, y yo también.

-Todo va a salir bien, no es necesario que si esposa pueda tener hijos, puede adoptar o prestar vientre. Seguro que algún día va a tener a su pequeño bebé.

Lo que dijo, en verdad me conmovió, así que la tomé del rostro, y la besé con fuerza. Ella rápidamente respondió el beso. Después de un rato la tomé por debajo de la blusa y se la quite. Ella no dijo nada, sólo me quitó la camisa, y volvió a besarme.

-Ven, vamos a mi habitación – me tomó de la mano y me llevó a lo que supongo era su habitación.

-¿Estás segura? – le pregunté.

-La pregunta es si tú estas seguro.

-Por supuesto que sí.

-Yo también, sólo ve lento es mi primera vez.

-No te preocupes.

Besó mi cuello y lentamente descendió hasta mi pecho desnudo y se detuvo allí empezó a lamer mi pezón mientras manoseaba el otro con su mano, mis pezones se endurecieron y él los mordió suavemente alejando su boca de mi pecho sin soltar mi pezón, estirándolo, jugueteando con él, mientras yo soltaba gemidos leves.

Luego siguió descendiendo por mi vientre acariciándolo, con una mano mi cintura y con la otra mis senos que estaban endurecidos.

-Mierda – grité con dificultad.

Yo sólo podía observar como descendía hasta mi entrepierna, deseando acariciarlo, torturarlo, como él lo estaba haciendo conmigo.

Cuando llegó hasta mi entrepierna se detuvo, abrió delicadamente mis muslos acariciándolos lentamente, y se levantó la mirada, me miró y se sonrió con una sonrisa maliciosa, estaba diciéndome con su sonrisa lo que estaba a punto de hacer.

Agachó la cabeza, miró mi virtud por un momento, sonrió y empezó a besarla, a lamerla, jugaba con su lengua mientras yo arqueaba mi cuerpo, él se divertía, y miraba mi sufrimiento.

-¡DIOS! – gritaba yo con dificultad, no podía decir nada más me tenía extasiada.

Acariciaba mi trasero con sus manos y lo apretaba como si le faltara piel para apretar, como si no fuese suficiente. Luego acaricio mis piernas con mucha fuerza y subió con sus manos hasta mi cintura acariciándola, mientras jugueteaba con su lengua en mi clítoris. Era perfecto.

Luego se detuvo y acaricio mi centro con su mano mientras yo no daba más a la excitación, se acercó a mi oído mientras acariciaba y penetraba con su mano mi entrepierna y me susurró.

-Eres exquisita – me sonrió deteniéndose.

Nuevamente se subió encima de la cama y me acorralo con sus piernas, puso sus labios en mi mejilla, luego mi frente, en la comisura de mis labios y también en mi mentón, mientras sus manos sostenían fuertemente mi cuello, haciendo que yo me desesperara por un beso en los labios.

-¡Hazlo por favor, hazlo! – le supliqué.

Él se alejó a su rostro del mío y sonrió ante mi desesperación, puso sus manos en mi cuello y me besó como nunca nadie lo había hecho, nuestras lenguas danzaron unísonas y cada beso se volvía cada vez más lujoso, más apasionado, más ardiente, que ni siquiera él se pudo resistir y puso sus manos en mis caderas y acomodó su entrepierna en la mía y lentamente empezó a penetrarme, a hundirse en mí, y cada vez aumentaba su velocidad, haciendo que me excitara hasta el infierno, llegando finalmente al orgasmo.

Le di a mi maestro, lo que él más quería. / HISTORIA CORTA ©   ✓  [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora